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El claustro de la Universitat apoya implantar Bolonia con cautelas

El 68% de los representantes rechaza el referéndum sobre el espacio europeo

Ignacio Zafra

Valencia no es Barcelona. Tampoco en lo que toca al movimiento anti-Bolonia. Una semana después de la batalla campal y de los cien heridos que siguieron al desalojo de la Universitat de Barcelona, muchos temían que el claustro extraordinario de ayer, el primero que la Universitat de València dedicaba a la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), acabara con altercados. Quizá por eso a las 9.30 la sala estaba más llena de lo normal: 288 representantes. El claustro debía votar sobre la conveniencia de celebrar un referéndum acerca de la paralización del plan Bolonia. El resultado fue rotundo: el 68,4% se opuso; el 20,5% se mostró a favor; el 11,1% se abstuvo. La moción la promovió el Sindicat d'Estudiants dels Païssos Catalans (SEPC).

Al contrario que en Barcelona, la protesta se institucionaliza

El claustro se pronunció igualmente sobre una segunda moción, presentada por el Bloc d'Estudiants Agermanats (BEA), que también ha venido oponiéndose a Bolonia, pero cuyo texto estaba considerablemente matizado. Proponía al claustro establecer cautelas a la implantación del EEES: que la universidad conserve su función de transmitir, difundir y criticar el conocimiento; que la aprobación de los títulos se desvincule de criterios exclusivamente mercantilistas y economicistas; que la reforma no sea coste cero; que se garantice el carácter público de la universidad, y que el incremento de las becas no quede recortado por los préstamos para estudiar. La moción (hacia las 15.30, después de una sesión maratoniana, la mitad de los claustrales había desertado) recibió 134 votos a favor, dos abstenciones y la adhesión del rector Francisco Tomás.

A la espera de lo que decidieran anoche las asambleas de estudiantes, que habían convocado un debate sobre si convenía o no ocupar hoy el rectorado de la Universitat en solidaridad con los sucesos de Barcelona, el movimiento anti-Bolonia valenciano parece haberse institucionalizado. La protesta logró un éxito relativo en las elecciones de alumnos de noviembre que no fue mayor, quizá, porque su naturaleza libertaria impidió que se presentaran sistemáticamente en todas las facultades. El caso es que muchos de ellos llegaron al claustro, donde han logrado, por ejemplo, que se celebrase una sesión extraordinaria sobre Bolonia. Apoyados por profesores como Vicent Soler que, como se encargó de explicar ayer, considera el EEES "una gran oportunidad de reformar y modernizar la universidad", pero entendió conveniente celebrar el debate.

El movimiento, al mismo tiempo, ha cesado las acampadas, ha reducido las ocupaciones, y ha perdido peso en la calle. Lo contrario de lo que acaba de ocurrir en Barcelona.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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