_
_
_
_

Aparece nueva información sobre el juicio a Goering

Jacinto Antón

Hermann Goering, uno de los principales criminales nazis, afrontó su juicio en Núremberg junto a los otros líderes del III Reich defendiéndose con inusitado vigor y habilidad. Es cierto que la obligada cura de desintoxicación de las drogas a que le sometieron los aliados en su cautiverio le había puesto en forma. Fue la personalidad dominante en el juicio y se quiso presentar como héroe y martir alemán. Sin embargo, no logró convencer y los jueces lo consideraron culpable y condenaron a muerte (escapó de la horca suicidándose con veneno en su celda).

Ahora, nueva información contribuye a ver cómo se desarrolló el pulso entre el mariscal del Reich y los acusadores. En unas cartas privadas nunca antes publicadas, dirigidas a su mujer Sylvia, el principal fiscal británico, David Maxwell Fyfe, alardea de que ha conseguido vencer dialécticamente a Goering, al que califica, pese al estricto régimen carcelario que había difuminado su oronda figura, de "fat boy", gordito.

"Creo que mi interrogatorio del viernes ha ido bien", escribe en marzo de 1946; "todo el mundo está aquí muy contento, creo que lo he tumbado de su percha razonablemente bien". La comparación del vanidoso y presumido Goering, jefe de la Luftwaffe y él mismo, viejo as de la aviación en la escuadrilla de Von Richthofen, con un pajarraco, un loro perchado, es bastante afortunada. Maxwell añade malicioso que a su colega estadounidense no le ha ido tan bien en su turno y "ha balbuceado".

Entre bambalinas

Las cartas, dos centenares, fueron descubiertas en 1999 por un nieto del fiscal, que las donó ayer, 63º aniversario del interrogatorio de Maxwell a Goering, al Churchill Archives Centre de la Universidad de Cambridge. Las misivas, destacan los especialistas, arrojan nueva luz sobre los pensamientos privados de uno de los principales fiscales en Núremberg y del ambiente del juicio entre bambalinas. Maxwell acertó en su decisión de focalizar la acusación a Goering en su responsabilidad en las órdenes de fusilar a los aviadores británicos prisioneros fugados.

Las cartas muestran también los sentimientos que tenían unas personas separadas de sus familias durante el largo tiempo que duró el juicio y obligadas a permanecer en una ciudad en ruinas en un ambiente claustrofóbico y moralmente miasmático. Algo que recuerda al personaje de Spencer Tracy en el filme Vencedores o vencidos.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_