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Columna
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Latinoamérica en el radar de Obama

Francisco G. Basterra

Latinoamérica emerge tímidamente con un pequeño destello en el radar de la presidencia Obama. Al mismo tiempo, los sherpas de los grandes del mundo, sus ministros de Economía y los presidentes de los bancos centrales, acuden hoy a Londres para preparar la importante reunión del G-20 ampliado del próximo día 2 de abril, fecha en la que el presidente de Estados Unidos se hará carne mortal en Europa, el continente que suspira por él. Pero también este sábado, Obama recibe en Washington al primer presidente latinoamericano desde que llegó a la Casa Blanca hace 52 días. Y el elegido no es México. El carismático presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, es el primer interlocutor del presidente transformador estadounidense. Brasil, por su peso económico -tiene mucho petróleo-, su solidez institucional, su capacidad de hacerse respetar en el hemisferio, puede ser la mejor baza de Obama para iniciar una nueva política de compromiso con Latinoamérica.

Lula está convencido de que la relación de EE UU con Latinoamérica pasa por una apertura a Cuba

El mensaje que lleva hoy Lula a la Casa Blanca es triple. Brasilia no cree en el modelo tradicional de las relaciones entre el sur y el norte del continente, en el que cada país construye su relación bilateral con Washington. Aunque no sea partidario de que Iberoamérica juegue como un bloque único, que no lo es, sí está empujando un mayor multilateralismo.

En segundo lugar, Lula está convencido de que las mejores relaciones de Estados Unidos con Latinoamérica pasan por una apertura hacia Cuba. En consecuencia, la cuestión cubana no es un asunto que deba resolverse sólo entre Washington y La Habana. Es un asunto hemisférico que compete a toda Latinoamérica. El mensaje es claro: señor Obama, nosotros vamos a sacar a Cuba del aislamiento, debe regresar a la OEA de donde fue expulsada, reintegrándose a la comunidad latinoamericana. Pero usted nos tiene que ayudar atenuando o levantando el embargo. El presidente ha dado un insuficiente paso favoreciendo los viajes de los cubanoamericanos a Cuba. A mediados de abril, Obama acudirá a la isla de Trinidad (Caribe) a la cumbre de las Américas. Este año no estará Cuba presente, pero Washington aprovechará la oportunidad para presentar su política latinoamericana que, previsiblemente, pase a medio plazo por contactos directos con el Gobierno de Raúl Castro. ¿Sin condiciones previas, como pide Raúl?

Antes de volar a Washington, el presidente brasileño ha declarado que "no podemos hacer política en el siglo XXI basándonos en lo que ocurrió en el siglo XX", en una clara referencia al embargo. Obama no piensa de manera muy diferente. En Estados Unidos ha calado la idea de que el embargo -que no bloqueo, que sólo existió durante la crisis de los misiles de 1962-, decretado por Eisenhower en octubre de 1960, después de la nacionalización por Fidel sin compensación alguna de todos los intereses económicos estadounidenses en la isla, es una torpeza humanitaria y estratégica que no ha servido para promover la democracia. Obama ni siquiera había nacido cuando se decidió.

Y en tercer lugar, Lula, a petición de Hugo Chávez, le planteará a Obama el deseo de Venezuela de aproximarse a Washington. Es importante este paso de Lula por Washington, donde no olvidará advertir contra el proteccionismo, porque el líder brasileño se sentará también con Obama en Londres en la cumbre del G-20, no sólo como representante de Brasil sino como portavoz de los países emergentes en desarrollo.

No está mal esta primera aparición de Latinoamérica en la política exterior naciente de Obama, sobre todo teniendo en cuenta que está lejos de las prioridades del nuevo presidente. Bastante tiene Barack con responder a la pregunta, ya formulada por Vargas Llosa a Zavalita, en referencia a Perú, en su novela Conversación en la catedral: ¿cuándo se jodió el capitalismo? Y, sobre todo, sacar conclusiones y actuar con decisión y rapidez para detener la brutal recesión mundial. Y hacerlo concertadamente con Europa, a quien Washington le solicita más madera para quemar en el rescate bancario. Europa no lo tiene tan claro y piensa en quién va a pagar la cuenta futura de la acumulación de los déficits públicos si sigue apaleando decenas de miles de millones de euros de estímulos fiscales.

También esta semana el Banco Mundial decretó estadísticamente que el mundo en 2009 ha entrado en su primera recesión planetaria desde el final de la II Guerra Mundial. Me ha impresionado, por su realismo, la afirmación del ministro holandés de Finanzas de que, por primera vez desde 1945, tenemos una generación que duda seriamente si la próxima va a vivir mejor que ellos. ¿Se imaginan a Solbes diciendo algo semejante? Aunque la vicepresidenta Fernández de la Vega ha metido el dedo en el ojo al equipo económico de Zapatero: "¿Pero no os dais cuenta de lo que está pasando?".

Las campanas doblan por nosotros, por nuestro sistema de vida, por la arquitectura mundial fabricada exclusivamente por y para Occidente. Este sistema heredado de la posguerra de 1945 está agotado y quizás una de las oportunidades derivadas de la presente recesión/depresión pudiera ser la reinvención de otro nuevo, no tributario del siglo pasado, que, esta vez, deberá tener en cuenta a los otros: Brasil, India, Suráfrica... Instituciones que reflejen la nueva globalidad. A lo que habría que sumar líderes globales -sólo se me ocurre Obama- y un nuevo pensamiento que entienda la posibilidad de que aparezcan cisnes negros.

fgbasterra@gmail.com

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