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El plan de Obama logra el acuerdo final

El Congreso vota hoy una ley de estímulo económico con menos gasto social

Antonio Caño

A falta de las votaciones en ambas cámaras del Congreso que ratifiquen hoy el acuerdo alcanzado, Barack Obama tiene ya en sus manos el instrumento que solicitaba para atajar la crisis económica: un plan de estímulo de 789.000 millones de dólares (615.000 millones de euros) con el que promete crear tres millones y medio de puestos de trabajo en dos años. Ha costado más de lo esperado y no se ha conseguido con gran respaldo bipartidista, pero el presidente ha sacado adelante, esencialmente, su proyecto, y manejará a partir de ahora la más importante inversión pública desde los tiempos del new deal del presidente Franklin D. Roosevelt.

En el camino de esta difícil negociación, se han quedado alrededor de 30.000 millones de dólares (23.390 millones de euros) de gasto social al que los demócratas han tenido que renunciar en aras del compromiso, y se han consumido muchas de las energías y del crédito del flamante presidente. No era para menos. Ésta es la gran apuesta de su mandato. En esto -en la capacidad de este plan para resolver la crisis- se juega su futuro. Él lo sabe, y por eso siguió ayer, por cuarto día consecutivo, defendiendo su proyecto ante los ciudadanos de a pie. Y lo sabe también la oposición, que no podía, por tanto, permitirle al presidente un camino de rosas en el Capitolio.

La izquierda cree insuficiente el plan, y la derecha lo tacha de despilfarro
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El resultado es un plan que la izquierda cree insuficiente y que la derecha considera un exagerado despilfarro. Un plan respaldado ayer por el 59% de la población, según una encuesta de Gallup para USA Today, y en el que la independiente Oficina de Asuntos Presupuestarios del Congreso ve moderadas esperanzas de que cree empleo. Wall Street recibió el plan con caídas (el Dow Jones perdía casi un 2% a media sesión, aunque remontó hasta cerrar con una bajada del 0,09%).

El gasto total final ascenderá a los 789.000 millones de dólares (615.000 millones de euros). De ellos, unos 219.000 millones de euros (cerca de un 35%) son recursos que el Estado deja de recibir para bajar los impuestos, y el resto (395.000 millones de euros) son nuevas inversiones: 117.000 millones en infraestructuras, 67.800 millones para ayudar a los Estados a pagar la seguridad social, 35.000 millones para educación, 21.000 millones de ayudas al desempleo, entre otras.

Se caen del plan inicial algunas decenas de miles de millones más para educación -particularmente una partida destinada a la reconstrucción de escuelas-, se reduce de 500 a 400 dólares (de 390 a 312 euros) por trabajador y año una rebaja de impuestos en la que Obama había puesto especial interés y se incorporan beneficios fiscales para los salarios más altos que la Casa Blanca no había previsto inicialmente.

En términos generales, desde que el plan empezó a ser debatido se ha ido reduciendo el volumen de la inversión y aumentando el de recortes de impuestos para satisfacer a los demócratas de centro que negociaron el acuerdo final y, sobre todo, a los tres senadores republicanos que han sido clave para la supervivencia de la ley.

Con estas enmiendas se han incrementado las posibilidades de que algunos republicanos más puedan hoy votar a favor, pero no lo suficiente como para contar con su apoyo en bloque. "En definitiva, el recorte de impuestos que va a tener la clase media es de 7,70 dólares semanales", dijo ayer el jefe del grupo republicano en el Senado, Mitch McConnell.

Pese a las cuentas de McConnell, las rebajas de impuestos han parecido excesivas a algunos demócratas, que, no obstante, han considerado conveniente darle su apoyo al plan. "Nadie cree que esta ley es perfecta, pero los estadounidenses requieren urgentemente nuestra ayuda", declaró el senador Patrick Leahy.

La Casa Blanca parece satisfecha. "Estoy agradecido de que todo se haya hecho con la urgencia que la situación requiere", declaró Obama tras conocerse el acuerdo en el Capitolio. El presidente considera que cuenta con un arma de suficiente calibre como para producir un impacto en la economía a corto y medio plazo. Ahora llega la hora de utilizarla en un entorno político muy complicado. Obama tiene aún un gran respaldo popular, lo que se traduce en paciencia para esperar soluciones. Pero se enfrenta a una gran reticencia de Wall Street, que quedó decepcionado el martes con el plan de rescate financiero del secretario del Tesoro, Tim Geithner, y sigue sin creer en la política económica de la Administración, y a una fuerte campaña de la extrema derecha, que está alertando en sus radios y medios digitales sobre el avance del comunismo en Estados Unidos. El semanario Newsweek se hacía esta semana eco de esa campaña con un titular en portada que afirmaba: "Ahora todos somos socialistas".

Sin ir tan lejos, McConnell aseguró el miércoles que, con el plan de estímulo, este país iguala a Francia y supera a Alemania en cuanto al porcentaje de gasto público respecto al PIB. Nada más antiamericano, concluyó.

Barack Obama, tras finalizar su discurso durante el acto de conmemoración del 200º aniversario del nacimiento de Lincoln en Washington.
Barack Obama, tras finalizar su discurso durante el acto de conmemoración del 200º aniversario del nacimiento de Lincoln en Washington.EFE

Medidas

- De los 615.000 millones de euros del plan, un 35% es para rebajas fiscales y el resto, para nuevas inversiones (infraestructuras, educación, desempleo...).

- Se caen del plan inicial 23.390 millones de euros para gasto social.

- Se reduce la ayuda fiscal al trabajador a 312 euros por año y se crean deducciones para los salarios más altos.

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