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Análisis:CÁMARA OCULTA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El robobo del gogoya

Ha dado que hablar, aunque no tanto como seguramente pretendían sus autores, el robo de una de las estatuillas de los premios Goya en una discoteca madrileña la misma noche en que fue entregado. "Mi abrigo y el Goya", reclamó un autodenominado crítico en paro; y la pobre chica del vestuario donde se custodiaba se lo dio. Luego se supo que el diario El Mundo andaba detrás de la boba broma. Hasta el propio director del periódico aparecía en su videoblog luciendo el Goya robado como si se tratara de un botín de guerra.

La presidenta de la Academia de Cine se precipitó a pedir su devolución en términos un tanto melodramáticos ("Si alguien tiene algún Goya al Mejor Documental y no es suyo, por favor, que entre en razón y lo devuelva, porque es algo irreemplazable"), y hubo críticos que exigieron, en tono apocalíptico, que la Academia reivindicara "la dignidad de su máximo símbolo". No es para tanto.

Adiós al Oscar

No ha sido éste el primer robo de un premio cinematográfico, al margen de que siempre suele decirse que hubo algún ganador que le robó el premio a otro que lo merecía más. A la actriz Whoopi Goldberg le robaron en 1991 el Oscar que había ganado por Ghost, y que apareció días después en un cubo de la basura, cerca de Los Ángeles. La llamada dignidad del máximo símbolo de Hollywood quedó de desecho. Y aún más dramático fue el robo de las 55 estatuillas que se iban a entregar en la ceremonia de 2000. Hasta el FBI desplegó sus habilidades para dar con los dichosos premios, a pesar de lo cual dos de ellos siguen sin haberse encontrado hasta el día de hoy. Se cuenta también que, en 1938, la actriz secundaria Alice Brandy no pudo acudir a la ceremonia en la que debía recoger un oscar por su trabajo en Chicago, y que inopinadamente subió al estrado un señor desconocido que aceptó la estatuilla en su lugar, largándose con ella sin que se volviera a tener noticias. Hay algunos oscars que siguen en casas impropias.

La gamberrada del supuesto crítico en paro no pasa de ahí. Y la complicidad del director del periódico que dijo haberlo recuperado, ha quedado en un montajito pueril.

No pasa nada. Como si un goya fuera lo único que se roba en este país.

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