Una investigación judicial al obispo negacionista agrava la crisis con Roma
Ratzinger exige una rectificación a Williamson ante la alarma en Alemania
Cada día que pasa parece más evidente. La decisión de Benedicto XVI de perdonar a los cuatro obispos lefebvrianos excomulgados ha creado una crisis bastante más grave de la que intentaba resolver. Tras la presión sin precedentes ejercida por la canciller alemana, Angela Merkel, el Vaticano exigió ayer a Richard Williamson, el obispo que negó el Holocausto, que se retracte de forma "inequívoca" si quiere recuperar "sus funciones episcopales en la Iglesia". Se vio además forzado a ofrecer nuevas explicaciones sobre el caso, que podría acabar con el procesamiento penal del ultraconservador en Alemania. La secretaría de Estado afirmó en una nota que el Papa no estaba al corriente de las posiciones negacionistas de Williamson cuando le levantó la excomunión, el pasado 21 de enero. Tras casi dos semanas de controversia, la justificación sonó tardía y poco convincente.
La Secretaría de Estado dice que el Papa no conocía la posición del prelado
'Der Spiegel' la publicó antes de que se levantara su excomunión
Según demuestra la investigación abierta sobre el asunto por la Fiscalía de Ratisbona, las tesis neonazis de Williamson habían empezado a dar que hablar días antes de ser rehabilitado por Ratzinger. El semanario alemán Der Spiegel anticipó el 19 de enero el contenido de la entrevista concedida por el obispo a la televisión sueca STV, en la que negaba el genocidio de seis millones de judíos y la existencia de las cámaras de gas.
Radio Vaticano se hizo eco de la noticia el 23 de enero, y la rehabilitación fue comunicada por L'Osservatore Romano el 25, aunque la noticia oficiosa se conoció en Roma el 21. Ese día, recordó ayer el Vaticano, el Papa firmó el decreto de perdón. La sucesión de fechas deja en mal lugar al servicio de prensa de la Santa Sede.
La explicación de ayer pone también en apuros al portavoz papal, Federico Lombardi, quien el día anterior, replicando a Merkel, sentenció que la condena papal de la declaración negacionista "no podía ser más clara". Al parecer, podía. En el comunicado, el Vaticano exige a Williamson que se retracte de sus tesis "de modo absolutamente inequívoco y público" si quiere recuperar "sus funciones episcopales en la Iglesia". Y reitera que sus posiciones sobre el Holocausto "son absolutamente inaceptables y firmemente rechazadas por el Santo Padre".
El Vaticano intenta salir así del aprieto, pero no da marcha atrás. Pese a la tempestad levantada en países como Alemania y Argentina (donde los medios locales han recordado que Williamson fue y es un firme defensor de la dictadura), Ratzinger sigue dispuesto a contar con el obispo. La Santa Sede "se esforzará en tratar con los interesados las cuestiones todavía abiertas", para llegar "a una plena y satisfactoria solución de los problemas que han dado origen a esta dolorosa fractura", afirma la oficina del primer ministro papal. Aduce, además, razones técnicas para intentar rebajar la polémica: "La retirada de la excomunión ha liberado a los cuatro obispos de una pena canónica gravísima pero no ha cambiado la situación jurídica de la Fraternidad Pío X", y ésta todavía no goza de "ningún reconocimiento canónico" en la Iglesia católica.
"Para su futuro reconocimiento", reitera, "es condición indispensable el pleno reconocimiento del Concilio Vaticano II y los magisterios de los papas Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y el mismo Benedicto XVI".
No parece fácil, porque el movimiento fundado en 1970 por Marcel Lefebvre nació por oposición al Concilio Vaticano II, que abrió la Iglesia a los movimientos sociales y laicos, y determinó el acercamiento a musulmanes y judíos.
El hecho es que Benedicto XVI ha perdonado a uno de los grupos más marginales y reaccionarios del catolicismo, y que su intención de "conseguir la unidad de la Iglesia" solo ha tenido efectos negativos. Ha deteriorado el difícil diálogo con la comunidad judía y con Israel, y ha sembrado la discordia entre los sectores moderados, tanto laicos como religiosos.
En Alemania, el desprestigio es imparable. Williamson podría enfrentarse a un proceso penal, y según informan medios como el Süddeutsche Zeitung, el caso ha causado un gran aumento de las apostasías en el país, y una avalancha de protestas en las diócesis.
Hace ya semanas que cualquiera puede ver en YouTube a Williamson asegurando que no murió un solo judío en las cámaras de gas nazis, que según él ni siquiera existieron. Y cualquiera puede comprobar cómo reconoce que comete un delito y "ruega" al periodista sueco Ali Fegan que sea "cuidadoso" con la entrevista, porque podría llevarle a la cárcel.
El artículo 130 del Código Penal alemán, dedicado a la "incitación al odio", prevé castigos de hasta cinco años o multa para quien "niegue o banalice" los crímenes de la dictadura nazi "de forma pública". Y castiga con hasta tres años a quien, de la misma manera, "justifique, enaltezca o apruebe" el régimen de Hitler.
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