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Dos argelinas acusan al director de la CIA en Argel de violación

La mujer tomó una copa, se mareó y, cuando despertó, tuvo la sensación de haber mantenido relaciones sexuales. Historias como ésta no suceden sólo en las películas. Por eso esta joven argelina y otra compatriota suya, a la que le sucedió algo parecido semanas después, pusieron en septiembre una denuncia contra Andrew Warren, el jefe de la delegación de la CIA en Argel, en cuya residencia asistieron a fiestas.

Warren, de 41 años, convertido al islam, fue apartado del cargo a principios del otoño, está siendo investigado y será probablemente juzgado en Washington, según reveló el miércoles por la noche la cadena estadounidense ABC. "Puedo asegurar que la agencia se toma en serio este asunto e investigará las acusaciones de indecencia", afirmó ayer Mike Masfield, portavoz de la CIA.

El registro de la vivienda del jefe de los espías estadounidenses en Argel tiende a confirmar las alegaciones de ambas mujeres. Junto con una abundante farmacopea, se encontraron vídeos en los que se le ve mantener relaciones con varias mujeres, una de ellas en un estado semiinconsciente. El Departamento de Estado ha entregado a la justicia el material recopilado durante su investigación.

Además de espía, Warren tuvo otra vocación aún más precoz: novelista. The People of the Veil (Las gentes del velo), su primera novela, fue publicada por la editorial Publish America en 2002, cuando el autor tenía 35 años. Faltaban cinco años para que llegase a Argelia, pero fue en ese país magrebí, que acababa de salir de una guerra civil larvada con 200.000 muertos, donde está ambientada. "Un experto en Oriente Próximo teje una historia electrizante sacada de los titulares de la prensa de estos días", escribió hace seis años The New York Amsterdam News.

Warren era ya un experto en Oriente Próximo. Primero, por los estudios de historia de la región y de lengua árabe que cursó en la Universidad de Indiana. Después, por su estancia en Kuwait como diplomático estadounidense. Y también fue un poco espía de despacho, de los que analizan el material recopilado por el servicio de escuchas de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense, para la que trabajó brevemente en los noventa.

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