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Columna
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Intratable realidad

Eudora Welty tenía 26 años cuando recorría en 1935 la cuenca del Misisipi y, por encargo del Gobierno, observaba cómo vivían los habitantes la quiebra económica mundial. Llevaba una cámara. Las fotos son como las historias. Algo se deja siempre sin decir: lo que queda fuera del encuadre, lo que debe ser callado o no puede decirse. La cámara de Welty captaba lo que aparecía ante los ojos y ofrecía "algo indecible que quiere ser dicho". Fotografiar era una manera de acercarse a lo que Roland Barthes llama "la intratable realidad", y la vía es algún detalle que nos afecta, nos intriga, nos gusta o nos duele. Un relato o una foto, según Eudora Welty, fotógrafa ocasional y autora de cinco novelas y 41 cuentos, tienen en su principio un detalle, nunca un plano general.

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El origen de un cuento podía ser la visión de una tabla de planchar a través de la ventana de una oficina de correos. El método narrativo de Welty es semejante a la operación de imaginarles una historia a las criaturas que salen en una foto: cómo visten, de qué se rodean, cómo se peinan, cómo se les ha hecho la cara que tienen. La escritora descubre un detalle que permite entrar en una vida, y las vidas se hacen de encuentros casuales, en sitios de paso, quizá en el cruce con unos viajeros recogidos al azar en una gasolinera. Todas las vidas son, en el fondo, tan fortuitas como la de ese viajante de comercio que en una cama de hotel "respira inconscientemente al ritmo del ventilador".

Y una historia, como una foto, sucedió siempre en un lugar, en un tiempo, el sur, Misisipi, aunque no hablamos de historias grandes, épicas, sino de asuntos de vecinos y familias, como si Welty compartiera aquello que decía el pintor Bacon: "Lo único que de verdad importa es lo que pasa entre dos personas que están en la misma habitación". Alguna vez, el cuento acaba en la meticulosidad con que una mujer lava su casa en un arrebato de limpieza, "an ecstasy of cleaning", hasta que siente que cicatriza "the shock of love", la herida de la brutalidad masculina. ¿Qué pasó? ¿Quién estaba allí? ¿Quién llegó? Preguntamos estas cosas para sobrevivir, aunque muchas veces queden sin respuesta, decía Eudora Welty, que confesaba formarse un juicio sobre cada persona y cosa que veía, aun asustada casi siempre.

Justo Navarro es escritor.

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