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Olvidarse rápido de una infancia nada fácil

El País

Víctor Bravo nunca ha olvidado su dura infancia. A tal punto le marcó que quienes le han tratado coinciden en que "siempre ha querido olvidarse rápido de las penurias que vivió". Junto a sus tres hermanos compartió techo en unos barracones de obra próximos al hoy Hospital Donostia, en cuya construcción trabajó como pluriempleado su padre una vez que decidió en los años 50 abandonar su Jerte natal, dejando las viñas y el cultivo de tabaco. Hoy, el ex senador disfruta a unos centenares de metros de una lujosa vivienda, provista de piscina climatizada y de una envidiable panorámica sobre la capital guipuzcoana.

Bravo entró a trabajar como auxiliar en el Servicio de Recaudación de la Diputación Foral, aunque aumentaba sus ingresos mediante el cobro domiciliario. Estudiante de Derecho en la UPV, fue escalando posiciones una vez que se afilia al PNV. Tras su paso por la jefatura de Recaudación llega a la dirección de Hacienda donde se granjea una condición de "enemigo muy influyente". Es reconocido que un amplio grupo de técnicos de este departamento han iniciado su etapa profesional en el área privada, mientras otros comparten su participación en inmobiliarias vascas relacionadas con la construcción, sobre todo en el sur de España.

Pero sus más próximos le atribuyen un "cambio drástico" en su comportamiento social a partir de su matrimonio, en segundas nupcias, con Arantza Arbelaiz, entonces presidenta del Tribunal Económico Administrativo de la Diputación de Guipúzcoa, ya que ocupó este cargo entre 1992 y 2003. Posteriormente se incorporó al Departamento de Industria del Gobierno vasco, en manos de Josu Jon Imaz.

En este período es cuando se conoce una febril actividad en las oficinas que la empresa Ekialde 4021, propiedad de Víctor Bravo y de Rufino Eizaguirre [persona de confianza de Txabarri que fue obligado a dejar la Diputación al estallar el caso Irún] ya que sirvieron de sede a numerosos firmas de promoción inmobiliaria. El propio ex senador, en declaraciones a un periódico extremeño, reconocía hace tres años que comparte junto a otros cinco amigos vascos el proyecto de un "complejo turístico en el Jerte de mis ancestros", donde su hermano "ya es propietario de un hotel" porque " le toca el corazoncito".

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