Cálido y aterciopelado

Víctor de la Serna, periodista y esforzado bodeguero en tiempos libres, ha sabido colocar sus vinos en lo más alto desde la primera añada. En su día, aquel Finca Sandoval de 2001 pecaba de un exceso muy común hace años: el de cierta opulencia, que parece ser el correlato de la abundancia de sol y escasez de lluvias en tierras hispanas, y que con la uva syrah puede llevar a la desmesura, a un perfil de tinto poco sutil, por muy apreciado que sea por cierto sector. Ha sabido reaccionar Víctor de la Serna, sin dejarse amodorrar por los elogios, y tras una búsqueda y selección de la variedad natural de la zona, la bobal, que ya intervenía en sus primeras elaboraciones, ha logrado su vino más meritorio. Porque en Manchuela se ha cultivado históricamente esta variedad de grandes posibilidades cuando es tratada con respeto: cortas producciones, conducción foliar, selección y cepas centenarias. Y bobal es la madre de este soberbio vino, ahora con el plus de personalidad y el atractivo del vino con raíces. Una nariz madura pero fina, con la fruta madura cubierta de perfumes florales, adecuadamente sostenidos por notas de tierra tostada, tabaco negro y especias. Aroma en verdad sorprendente. Boca amplia, de textura generosa y franca, rica en aromas a cerezas en aguardiente, con un final de boca cálido y aterciopelado. Persistencia y equilibrio confirman la clase del vino.