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Reportaje:

Sarkozy: "Es un error construir Europa contra las naciones"

El presidente francés afirma que el eje franco-alemán no es una alianza "exclusiva" y que la Unión necesita "Estados fuertes"

Andreu Missé

Nicolas Sarkozy aprovechó ayer su despedida de la presidencia de la Unión Europea, que finaliza a finales de año, para lanzar un nuevo empujón a su idea de una Europa más basada sobre "Estados fuertes" que en las instituciones. En su intervención en el Parlamento Europeo, en Estrasburgo, el presidente francés calificó de "error" y "locura construir Europa contra los Estados". Remachó este enfoque subrayando que "no se puede pedir a los ciudadanos que elijan entre sus Estados y Europa, como tampoco se les puede pedir que elijan entre papá y mamá".

La nueva arquitectura de Europa que impulsa Sarkozy reserva un papel más relevante para los grandes países. "Los Estados grandes", dijo, "tienen los mismos derechos que los pequeños, pero más deberes", invitando así a las grandes potencias a asumir funciones más destacadas. En su opinión "una presidencia fuerte no perjudica al resto de instituciones".

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En esta nueva configuración de poderes de la Unión, fruto más de su intuición y pragmatismo que de las interpretaciones conocidas de los tratados, Sarkozy propuso dotar de más poderes al presidente de la Comisión Europea, debido al aumento del número de miembros del colegio de comisarios. "No es lo mismo", dijo, "una Europa de seis Estados que una de 27 o 33 después con los Balcanes".

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Con esta propuesta, el líder francés ha hecho de la necesidad virtud. Para satisfacer a los irlandeses y lograr que se comprometieran a votar de nuevo el Tratado de Lisboa, que rechazaron en referéndum el pasado junio, Sarkozy les ofreció a cambio el mantenimiento de su comisario. La fórmula fue asegurar un comisario por cada Estado miembro, en contra de lo previsto en los tratados y del discurso dominante durante los últimos años, que abundaba en las ventajas de una Comisión reducida, eficiente e independiente del Consejo.

El actual presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, coincidió con el presidente francés y argumentó que la situación actual en la Unión Europea, con 27 Estados, era muy distinta a la de la época de Jacques Delors, en los años ochenta. En su opinión, el modelo que conviene ahora es el de la "asociación entre las instituciones".

Ante una Cámara complaciente, en donde dominaron mucho más los halagos que las críticas, Sarkozy se vanaglorió de haber cambiado Europa durante sus seis meses de presidencia. "He intentado que Europa cambie y creo que ha sido así", manifestó. Pero también coqueteó con los diputados al decir que creía que "Europa también le había cambiado a él". A su juicio Europa, "la idea más bonita del siglo XX", es "ahora más fuerte", y espera que "siga cambiando".

Especialmente elogiosas fueron las palabras del presidente del grupo de los Socialistas Europeos, Martin Schulz, quien no dudó de calificar de "éxito la presidencia francesa", porque "el omnipresente" Sarkozy se ha "comportado como un presidente europeísta". Schulz fue más allá que el presidente del grupo del propio Partido Popular Europeo (PPE), Joseph Daul, quien destacó que había ejercido una política "pragmática", en la línea del "centro-derecha centrada en la defensa de los intereses de los ciudadanos".

El presidente de los liberales, Graham Watson, también fue cautivado por el presidente del Consejo, de quien destacó "su creatividad y entusiasmo", y admiró "su buen gusto porque la última vez me habló de Carla [por su esposa, Carla Bruni] y Angela [en referencia a la canciller alemana, Angela Merkel]". En la posterior conferencia de prensa, y a demandas de un periodista, Sarkozy volvió a proclamar "que quería a Angela".

Sobre las relaciones con Alemania, el presidente de la UE negó que el eje franco-alemán estuviera en crisis, pero advirtió que se trataba de una alianza no exclusiva. Para Sarkozy, "la amistad entre Francia y Alemania es un deber impuesto por la historia del siglo XX, pero pueden existir otros acuerdos y amistades".

La única voz abiertamente discordante fue la del copresidente de los Verdes, Daniel Cohn-Bendit. El que fuera el líder del mayo del 68 reprochó a Sarkozy, con tono muy crítico, haber callado ante el atropello de los derechos humanos en Rusia o en China "donde se tortura cada día", y haber utilizado el Parlamento Europeo como un "viagra para los Gobiernos".

La réplica fue fulgurante. El presidente francés recordó que en sus conversaciones privadas en sus tres almuerzos en el Elíseo, Cohn-Bendit se había mostrado "cortés, tolerante y simpático", pero que "cuando había una cámara de televisión a la vista daba la impresión de que se volvía loco".

Nicolas Sarkozy, durante la intervención ante el Parlamento Europeo en Estrasburgo.
Nicolas Sarkozy, durante la intervención ante el Parlamento Europeo en Estrasburgo.AFP

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