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América Latina exige protagonismo global

Brasil reclama una estrategia regional para Cuba en la macrocumbre de Bahía

Soledad Gallego-Díaz

Cuba, su previsible evolución y cambio, es asunto de toda América Latina, y Brasil, empeñado en consolidar su incipiente liderazgo regional, lo ha dejado bien claro al promover el ingreso de la isla en el llamado Grupo de Río, uno de los organismos internacionales de consulta política más importantes del continente. La ceremonia se celebrará mañana en Sauípe, una localidad turística cercana a Bahía, en la que el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha hecho coincidir cuatro cumbres en algo más de 48 horas: Mercosur, Unasur, Cumbre de América Latina y el Caribe (CALC), y el ya mencionado Grupo de Río, todas con una característica común: son exclusivamente latinoamericanas. No estarán presentes ni EE UU ni la UE.

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El esfuerzo diplomático de Brasil ha sido enorme: en total acudirán a Sauípe, a una u otra reunión, 29 de los 32 jefes de Estado del área, incluidos el mexicano Felipe Calderón y el cubano Raúl Castro, que asiste por primera vez a un encuentro multilateral. Laa ausencias más llamativas son las del peruano Alan García y la del colombiano Álvaro Uribe. Lula ha enviado incluso aviones de la Fuerza Aérea para recoger a los presidentes de algunos de los países centroamericanos y caribeños más pobres, con tal de asegurar su presencia.

Los resultados concretos de las cumbres son bastante inciertos -Mercosur es un organismo prácticamente paralizado, sin avances aduaneros desde hace años-, y no faltarán tensiones en estas 48 horas, pero el objetivo político está, sin embargo, claro: generar un espacio suramericano en el que se analicen los problemas de la región, sin la presencia de EE UU, como sucede en la Organización de Estados Americanos (OEA), ni de la UE, como ocurre en otras cumbres regionales. Diplomáticos brasileños llevan semanas preparando un comunicado final en el que se exprese esa voluntad de crear una visión propia latinoamericana, pero los avances no son fáciles porque el pretendido liderazgo de Brasil despierta, también, recelos en otros países de la región.

En cualquier caso, la reunión de Sauípe tiene un especial significado porque se celebra, además, a sólo cuatro meses de la próxima Cumbre de las Américas, a la que sí asistirán Estados Unidos y Canadá (y no Cuba) y en la que se debatirá la marcha del ALCA, el tratado de libre comercio que Washington intenta extender, paso a paso, por Latinoamérica.

Brasil defiende que los avances en el proceso para lograr cierta integración de América Latina y del Caribe exigen la presencia de Cuba en esos foros de diálogo político exclusivamente latinoamericanos. De ahí la urgencia de que forme parte del Grupo de Río y de que el nuevo Gobierno de EE UU acepte que Brasil, y América Latina en su conjunto, y no sólo México, tienen algo que decir sobre el inminente proceso de cambio en la isla. Y en sentido inverso, la urgencia de sentar a Raúl Castro en un foro latinoamericano en el que tenga que dialogar y analizar con algún realismo la situación global. Pero Brasil ha advertido que no se trata de enfrentarse con EE UU, con el que Lula mantiene una relación privilegiada, sino de reclamar un protagonismo imprescindible.

Las cumbres de Sauípe son también un buen termómetro para valorar los avances del pretendido liderazgo regional de Brasil. Extrañamente, está previsto que la cumbre de Unasur, el organismo suramericano (sin México) que impulsa también Brasil, dure sólo una hora, pero aun así será importante saber en qué se centran las cortas intervenciones de los distintos presidentes.

El de Ecuador, Rafael Correa, tiene pendiente su duro enfrentamiento con Brasilia por la deuda con el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) de Brasil, que pretende no pagar por considerar ilegítima. Brasilia necesita demostrar no tanto que se le paga la deuda, como que un país como Ecuador no puede actuar como lo ha hecho Correa, sin antes intentar dialogar y pactar con la potencia regional. Lo mismo sucede con Paraguay, que reclama un aumento de las tarifas de la energía que vende a Brasil. El ministro paraguayo de Exteriores anunció que los dos presidentes mantendrán un encuentro personal para tratar el tema. Las cosas se le han complicado incluso con Argentina. Los argentinos dicen estar "frustrados" por el apoyo de Brasil en la Ronda de Doha (OMC) a una elevada reducción de aranceles para productos industriales y servicios que Buenos Aires rechaza.

Aun así, y por el mero hecho de ser capaz de convocarlas, las cumbres de Sauípe pueden servir para demostrar la enorme capacidad de Brasil y de Lula en el nuevo panorama político global.

El ministro de Exteriores de Brasil, Celso Amorim, durante la sesión inaugural del consejo de Mercosur, en Sauípe.
Evo Morales y Lula, en mayo.
El ministro de Exteriores de Brasil, Celso Amorim, durante la sesión inaugural del consejo de Mercosur, en Sauípe. Evo Morales y Lula, en mayo.EFE

Uruguay veta a Kirchner en Unasur

Una de las principales batallas que se desarrolla en Sauípe, entre bastidores, es la negociación sobre la secretaría general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el organismo que ha revitalizado Brasil como foro político y que obtuvo recientemente un importante logro al mediar en el conflicto interno de Bolivia. La pelea la protagonizan Argentina y Uruguay, dos países que deberían ser uña y carne por motivos geográficos y económicos y que, sin embargo, protagonizan en estos momentos uno de los enfrentamientos más duros, e incomprensibles, de América Latina. Argentina aspira a que el ex presidente Néstor Kirchner ocupe la cada vez más atractiva secretaría general de Unasur, pero Uruguay ha amenazado, incluso, con abandonar la organización si Kirchner se sale con la suya.

En el conflicto argentino-uruguayo hay también un trasfondo que aparece en otras batallas regionales: el deseo de los países pequeños de no verse avasallados por los grandes. En este caso, Uruguay se niega a validar nada que afecte a Argentina mientras que ese país no acabe con el bloqueo del puente internacional de Gualeguaychú, cerrado desde hace dos años por ecologistas que protestan por la instalación de una empresa papelera en la ribera uruguaya del río que hace frontera. El bloqueo comenzó con el Gobierno de Néstor Kirchner y ha seguido con el de su esposa, la presidenta Cristina Fernández, sin que ninguno de los dos haya encontrado solución a una situación manifiestamente ilegal y que, probablemente, exigiría el empleo de la fuerza, algo en lo que los Kirchner no quieren verse involucrados.

Organismos de integración regional

Grupo de Río

- Fue creado en 1986 como mecanismo de diálogo político continental, resolución de conflictos e impulso a la democracia. Tras sucesivas ampliaciones, cuenta con 21 países miembros, a los que ahora se une Cuba.

Latinoamérica-Caribe

- La Cumbre de América Latina y el Caribe (CALC) reúne, a iniciativa de Brasil, a 33 países para coordinar las múltiples instancias de integración regional. Es la primera al margen de la UE o EE UU. Para Brasil es una vía para fortalecer su liderazgo.

Unasur

- De nuevo Brasil es el impulsor de este organismo de integración suramericana, creado en mayo de 2008 por 12 países y considerado como espacio de concertación y resolución de conflictos. Dos de sus proyectos son el Consejo Suramericano de Defensa y el Banco del Sur.

Mercosur

- Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay acordaron en 1991 eliminar barreras arancelarias, impulsar el libre comercio y crear un mercado común que, 14 años después, no acaba de cuajar. Mercosur tiene acuerdos con EE UU y la UE.

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