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Merkel llega aislada a la cumbre de la UE

La posición alemana ante la crisis abre una brecha con Francia y Reino Unido

Al notable lastre que Angela Merkel carga en el equipaje de crisis que se lleva hoy a la cumbre de la Unión Europea en Bruselas, la canciller federal alemana tuvo que añadir ayer las catastróficas previsiones que publicaron varios institutos económicos, que anuncian una inminente "recesión en toda regla" para la primera economía europea. La peor desde la fundación de la República Federal en 1949, según el instituto renano RWI. La cumbre se anuncia dura, y la canciller se batirá en dos frentes. Por la vertiente occidental, Merkel tendrá que encarar las presiones franco-británicas para que su Gobierno aumente la partida de la lucha contra la crisis económica. Por la oriental, los planes energéticos y climáticos de la UE podrían salir caros para Alemania si se aprobaran las peticiones de "fondos de solidaridad" avanzadas por los socios más recientes de la Unión. Alemania es el mayor contribuyente neto del club europeo.

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Frente a la crisis económica, Merkel ha recomendado cautela y ha logrado, de momento, seguir su propio consejo en un ambiente cada vez más adverso. La coalición entre los democristianos de la canciller (CDU) y los socialdemócratas (SPD) que gobierna Alemania no quiere sacrificar los últimos años de austeridad presupuestaria con recortes de impuestos a la británica. Sostiene además que las medidas aprobadas hace semanas por el Gobierno alemán no difieren de las vistosas propuestas francesas.

Sin embargo, la línea política de la canciller está poniéndola en apuros. Desde fuera de Alemania vienen las críticas del presidente francés, Nicolas Sarkozy; la afrenta de su exclusión de la cumbre que éste mantuvo el lunes con el primer ministro británico, Gordon Brown, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, y las aceradas críticas de diversos medios internacionales.

Presiones llegan también desde la propia Comisión Europea. El diario berlinés Tagesspiegel, en su edición de hoy, publica una entrevista en la que el comisario económico, Joaquín Almunia, pide que Alemania "marque la diferencia" con su aportación a los planes de rescate.

En el seno de la sociedad alemana, hace semanas que se abrió en los medios un frente crítico que acusa al Gobierno de pasividad ante la crisis y a la canciller de "apocada", como cargaba en portada el influyente semanario Der Spiegel la semana pasada. Ni la convocatoria de una reunión financiera de crisis con banqueros y economistas para debatir nuevas posibilidades el próximo domingo, ni la insistencia de Merkel en que mantiene abiertas "todas las opciones" han acallado las críticas.

Una caricatura del conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung mostraba hace unos días a una Merkel avejentada anunciando que, en imitación a las medidas de ahorro de la industria, el Gobierno "suspende por cinco semanas su actividad política".

En Berlín, sin embargo, se subraya la necesidad de conservar alguna capacidad de maniobra que permita actuar según la evolución de la crisis y reaccionar a las medidas que el futuro Gobierno de Barack Obama aplicará a partir de su investidura, el 20 de enero. Círculos gubernamentales comentan que, en Alemania, aplicar una rebaja fiscal limitada a un año y subir los impuestos a su término equivaldría a un suicidio político.

En cuanto a las medidas energéticas que se debatirán hoy y mañana, la UE quiere reducir las emisiones tóxicas en un 20% respecto a 1990. La canciller, que hasta hace bien poco hacía de la protección del clima una de sus banderas, aseguró esta semana en el popular diario Bild que no se cerraran acuerdos "que pongan en peligro los puestos de trabajo o las inversiones en Alemania".

La canciller alemana, Angela Merkel, en un acto conmemorativo del 60º aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, ayer en Berlín.
La canciller alemana, Angela Merkel, en un acto conmemorativo del 60º aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, ayer en Berlín.REUTERS

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