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El debate sobre la interrupción del embarazo

Ofensiva antiabortista en la UE

Los grupos provida reaparecen con protestas callejeras para presionar a las clínicas

María R. Sahuquillo

Un día sí y otro también el ginecólogo Christian Fiala se encuentra con un puñado de manifestantes antiaborto a las puertas de la clínica donde trabaja en Viena. Algunas veces hablan con las mujeres y les entregan información sobre sus organizaciones. Otras se limitan a rezar. Fiala se ha acostumbrado a esta imagen, que hace cinco años resultaba insólita en Austria. Una escena muy similar a la que vive cada semana Luisa Torres, portavoz de la clínica Dátor de Madrid, una de las más antiguas de España. Este tipo de manifestaciones no se han intensificado sólo en Austria y en España. Cada semana, en al menos una de las más de un millar de clínicas abortistas que existen en Europa se produce algún tipo de acto en contra de esta intervención.

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Las organizaciones antiabortistas han agudizado su ofensiva. Cada vez son más y mejor organizadas. Decenas de estos grupos han florecido en un panorama en el que el aborto se ha convertido en tema de debate internacional. Una polémica alimentada por la posible reforma de la Ley del Aborto en España, la propuesta a la ONU de un político italiano para añadir al artículo 3 de la Declaración de los Derechos Humanos, "todo individuo tiene derecho a la vida", la coletilla "desde la concepción hasta la muerte natural"; la petición en el Reino Unido de una revisión a la baja de los plazos para abortar, o la ofensiva católica en Italia para que se reanime a los fetos de la mujer que aborte.

En Europa se practican entre 500.000 y 800.000 abortos al año, según el Consejo de Europa. Con ese trasfondo y con el aliño del debate político, los antiabortistas han pasado, según las clínicas, de ser grupos desorganizados y formados por un puñado de voluntarios a convertirse en organizaciones semiprofesionales que, cada vez más, utilizan métodos "a la americana". Desde las manifestaciones a las puertas de los centros y la recogida de firmas hasta la distribución de imágenes de fetos o el caso extremo de efectuar ataques a los centros.

Pero, para Fiala, la clave está en la organización. "Ahora se basan en una estructura muy pensada. Además reciben fondos para financiarse", sostiene este ginecólogo, que además de trabajar en una clínica de abortos de Viena es el presidente de la Federación Internacional de Asociaciones y Profesionales del Aborto y la Contracepción (Fiapac). Precisamente, ese aumento de la presión de los antiabortistas ha sido uno de los puntos que se han debatido en el congreso de esta organización, celebrado estos días en Berlín bajo la presión de estos grupos a las puertas de sus reuniones.

Estas manifestaciones y protestas pueden llegar a ser "tremendamente molestas y traumáticas para las mujeres que acuden a las clínicas", dice Torres. "Con esa manera de actuar, con sus rezos, sus manifestaciones o su reparto de fotografías de fetos destrozados intentan hacer que las mujeres tengan miedo y no entren en las clínicas", añade Eva Rodríguez Armario, de la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción Voluntaria del Embarazo (Acai). Organizaciones contrarias al aborto, como la Federación de Asociaciones Provida, no están de acuerdo. "A la puerta de esas clínicas van particulares o grupos de distintas características. Unos ofrecen información, otros rezan...", dice Alicia Latorre, su presidenta, quien asegura que ellos no organizan actos como los que menciona Rodríguez Armario, y que además de ser "profundamente respetuosos" se limitan a dar información y ofrecer ayuda a las mujeres.

"El victimismo funciona muy bien", opina Josep Miró, de E-cristians. Esta organización antiabortista asegura que no ejerce ningún tipo de presión. Si cabe, alguna oración que otra junto a los centros. "Y no creo que rezar intimide a alguien", añade Miró.

La ginecóloga holandesa Rebeca Gomperts lleva unos 10 años capitaneando el barco abortista que su organización, Women on Waves, lleva por todo el mundo para que mujeres de países donde la interrupción voluntaria del embarazo está prohibida puedan practicársela. Gomperts también habla de un incremento de la ofensiva de los antiabortistas. Algo que achaca a los contactos de los grupos europeos con otras organizaciones. "Muchos se alimentan de la financiación de partidos ultracatólicos o de organizaciones similares que operan en EE UU", argumenta.

Efectivamente, Derechoavivir.org, E-cristians o la Federación Española de Asociaciones Provida tienen contactos internacionales y, como otros grupos, cuentan con una red de asociaciones hermanas en otros países. Sin embargo, desmienten esa supuesta profesionalización. "Todos somos voluntarios", dice Blanca Escobar, portavoz de Derechoavivir.org, grupo que forma parte de Hazteoír.org, y que al igual que otras organizaciones ha experimentado un crecimiento de miembros y de actividad alimentado, sobre todo, por la Red. Su presencia en Internet -webs, foros, grupos en redes sociales...- ha sido fundamental para darse a conocer.

Pero, dentro de este panorama, la excepción es el caso de Italia, un país desde el que se lanzó la propuesta a la ONU y donde se debatió sobre la reanimación de los fetos, pero que no cuenta prácticamente con activistas callejeros. "No hacen falta. Esa postura la han asumido ya organizaciones de médicos y también partidos políticos", aclara la ginecóloga Mirella Parachini, que trabaja en una clínica de Roma.

En Alemania, las manifestaciones son más frecuentes en el sur católico, explica la ginecóloga Gabriele Halder. La ofensiva que los mismos trabajadores de las clínicas llaman "a la americana" no ha alcanzado el extremo de EE UU, donde se han registrado incluso ataques con bombas.

Manifestación de antiabortistas el pasado septiembre en Berlín bajo el lema "1.000 crucifijos para la vida. Estamos de luto por todos los niños abortados".
Manifestación de antiabortistas el pasado septiembre en Berlín bajo el lema "1.000 crucifijos para la vida. Estamos de luto por todos los niños abortados".AFP

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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