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Reportaje:

El grito escénico de Rodrigo García

Con 'Versus', el rebelde y reputado director abunda en su teatro incómodo

"1808-2008: mientras haya ejércitos habrá guerrilla". Es una frase contundente, sin duda. Y como tal, como un puñetazo dirigido a la boca del estómago de sus espectadores fue recibido Versus, el último grito escénico del director teatral Rodrigo García (Buenos Aires, 1964). Con él, con el vómito dramatúrgico del que acaso sea el director más internacional de España -donde García reside desde adolescente- cerró el sábado el Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz (FIT) su XXIII edición.

Y la frase no es cualquier cosa. Aparece en una gran pantalla y pertenece a un espectáculo encargado para "celebrar" el bicentenario de la Guerra de la Independencia. Aunque, como dice García, no "haya mucho que celebrar". "Nunca lo hubo. Una simple mirada a la historia basta para darnos cuenta de que el hombre ha hecho poco que sea digno de evocación".

"Antes el ocio era algo elevado. Ahora, pasar el día en el centro comercial"

El recurso al campo semántico del belicismo no es casual. García sostiene que su forma de hacer teatro es una guerra de guerrillas: "La causa es justa, pero tengo en contra a mucha gente". Lo percibe en España, adonde llegó de adolescente y donde el viernes pasado, en su estreno gaditano, dividió una vez más al público. Hubo quien abandonó la sala. Otros se rompieron las manos a aplaudir puestos en pie. Ahora bien, fuera de España no hay dudas. Se lo rifan en los mejores festivales (Avignon le ha producido varios montajes) y abundan los teatros europeos siempre dispuestos a programarle.

Aunque en unos y otros casos, nadie espera de él otra cosa que lo inesperado. Le es muy difícil trabajar por encargo: "Lo primero que dije [al recibir la encomienda conmemorativa de Versus] es que no era la persona indicada, porque yo hablo de la posibilidad de vivir juntos sin enfrentarnos, de la guerra, del amor... Sabían donde se metían, me he limitado a hacer un espectáculo con mi lenguaje".

Un lenguaje que, como creador, está evolucionando. "Doy un salto de lo político a lo poético y de lo social a lo íntimo; antes había denuncia social muy clara y ahora tiene más peso lo que encuentro hurgando hacia dentro, asuntos más universales y más íntimos como el amor y la muerte". Aunque, como se pudo ver el sábado sobre las tablas gaditanas, ese viaje al interior no ha desdibujado su personal sello. Su empeño por mostrar el exceso no ha disminuido. Sus escenario continúan poblados de mundos excesivos "que quizá son más animales, menos humanos, pero que a menudo dejamos de lado".

En Versus también continúa su afán por mezclar profesionales de sobrada reputación, como el iluminador Carlos Marquerie, con personas ajenas al teatro. Es el caso de Víctor Vallejo, joven murguero de los carnavales de los barrios marginales de Buenos Aires, de donde su personal voz surge. "Yo vivía en un barrio de chabolistas, en mi casa no había ni un libro; vengo de un realidad que aún existe y que confronto con algo como esto de vivir en la opulencia, que es como se vive en España, ignorando que la mayoría de la población mundial vive en condiciones de mierda".

Los espectáculos de Rodrigo García son una extensión tridimensional de sus pensamientos y su filosofía. En Versus se pregunta si es inherente a la condición humana que sólo lo vulgar nos atraiga o si más bien se trata de un problema de educación. "Hoy está globalizada la incultura y el ocio, o la banalización del ocio, antes éste se asociaba a algo elevado. Ahora es pasar el día en un centro comercial".

Versus está salpicado de música punk, de imágenes oníricas, de monólogos de gran fuerza literaria, de temas, de símbolos no siempre comprensibles, de textos y dibujos proyectados en una gran pantalla, en la que también se ve la ecografía del bebé que espera una de las actrices.

"Me apetece reflejar en el teatro puntos abstractos y oscuros, el teatro tiene que ser más oscurantista y no tanto el espejo de la realidad, ¡qué coño de espejo!", se revuelve García con vehemencia. "Tiene que proponer otras realidades poéticas, que la gente vibre, que tenga envidia, intente invertir todos los valores... Todas eso debería ser. La vida fluye a escondidas y las cosas más interesantes son las misteriosas, las que no acabas de comprender, para que a través de ellas nos demos libertad para la locura".

Algo de toda esa locura de Rodrigo García es la que recalará, con Versus, en el Festival de Otoño de Madrid del 12 al 15 de noviembre. Después, el montaje iniciará una gira nacional e internacional. Así, el brioso puñetazo de su autor golpeará a sus inquietos espectadores.

Víctor Vallejo, en un ensayo el pasado jueves de <i>Versus</i>, de Rodrigo García.
Víctor Vallejo, en un ensayo el pasado jueves de Versus, de Rodrigo García.EDUARDO RUIZ

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