"Por primera vez me siento pesimista sobre la paz en la región"
Cambio repentino en la agenda del rey de Jordania, Abdalá II. La entrevista se celebra el lunes, un día antes de lo previsto en uno de los edificios de palacio. "Perdón por la precipitación", se excusa sonriente el monarca, que el 7 de febrero cumplirá, con 46 años, una década en el trono. Abdalá II -un líder del gusto de Occidente, que reina y gobierna, y cuyo país fue el segundo Estado árabe en establecer relaciones diplomáticas con Israel después de Egipto- viaja a América Latina y hace hoy escala en Madrid, donde pretende impulsar grandes proyectos de infraestructuras para el reino. Sabe que en el hervidero de Oriente Próximo se está cerca de desaprovechar otra ocasión para resolver su conflicto más enquistado: el árabe-israelí. Queda poco, hasta final de 2008, y las vicisitudes políticas y electorales en Israel, los territorios palestinos y EE UU, juegan en contra. El tiempo apremia.
"No conozco ningún plan de Israel, y nuestra propuesta es flexible"
"Si no avanzamos antes de fin de año, no habrá futuro para la paz árabe-israelí"
"Hay que estabilizar Irak. Mientras tanto, Jordania paga la factura"
Pregunta. ¿Cree que los líderes mundiales van a dejar de lado el turbulento Oriente Próximo tras el estallido de la crisis financiera global?
Respuesta. Los conflictos en nuestra región van a afectar a los mercados en todo el mundo. La inestabilidad política conduce a la inestabilidad económica. Creo que los líderes mundiales se darán cuenta de que la inestabilidad afectará a la producción de petróleo y a su transporte. Va a ser un problema.
P. Jordania se implica a fondo en el conflicto árabe-israelí, pero se topa con la profunda división entre los palestinos. ¿Conseguirán Al Fatah y Hamás reconciliarse?
R. Existe tal distancia entre ellos que, si no pactan unos principios básicos, no avanzarán. Aunque nos agradaría su reconciliación, me parece que en la fase actual no hay base para que eso suceda. La Liga Árabe está trabajando para resolver este asunto. Insisto, son muchos los retos.
P. En la Liga Árabe cunde la ira por la incapacidad de las facciones palestinas para pactar. Pero la Liga tampoco es un modelo de eficacia.
R. No es tanto como ira. Existe mucha frustración, pero no va a abandonar. Existe el consenso de que es necesario resolver esas diferencias, y se presiona para hallar un mecanismo que facilite el compromiso entre ambos partidos. Si no cambian sus posiciones será muy difícil.
P. Su Gobierno se ha reunido recientemente, por primera vez, con una delegación de Hamás. Los islamistas creen que ustedes han cambiado de actitud.
R. Nos reunimos con representantes de Hamás, pero es demasiado decir que delegaciones de Hamás vienen a Jordania. Si creen que hemos cambiado de posición es porque deseamos impulsar el proceso de paz árabe-israelí. Hasta final de año asistiremos a la formación de un Gobierno en Israel o a la convocatoria de elecciones, tenemos comicios en EE UU, y en Palestina. El éxito del proceso de paz depende de que exista un avance suficiente entre israelíes y palestinos cuando la próxima Administración de EE UU tome posesión. Si nos disparamos al pie y no nos movemos, no podremos avanzar. Si no logramos nada antes de fin de año, dada la incertidumbre en Israel y Palestina, no habrá futuro para el proceso de paz. Creo que eso nos asusta a todos.
P. Diplomáticos israelíes aseguran que están hartos de propuestas y mediaciones. Me han comentado sin tapujos que no desean más visitas de ministros de Exteriores. No parecen muy dispuestos a conseguir avances antes de fin de año.
R. Ésta es la cuestión. Por primera vez me siento un pesimista. Y sigo manteniendo que soy uno de los líderes más optimistas de Oriente Próximo. Israel tiene que decidir si quiere ser en el futuro una fortaleza o comprometerse con el mundo árabe y musulmán. Un tercio de Naciones Unidas no tiene relaciones con Israel. Ésta no es una relación sana con la comunidad internacional. Los israelíes no consideran el mañana. Creo que en lugar de pensar en el presente y en el temor que sienten, que hace brotar inmediatamente el asunto de la seguridad, deberían mirar al futuro.
P. La propuesta de la Liga Árabe de 2002 ofrece completa normalización de relaciones con Israel a cambio de la retirada de los territorios ocupados. ¿Puede Israel aceptarla?
R. Sí. No estamos diciendo: lo tomáis o lo dejáis. Se plantean ideas que deben ser acordadas entre las partes. Estamos diciendo que debe haber también un futuro para el pueblo palestino. La propuesta es extremadamente flexible para no aislar a los políticos israelíes, y que sean capaces de entablar relaciones con árabes y musulmanes. Yo no conozco ningún plan de paz israelí.
P. ¿Están preocupados en Jordania por el auge del islamismo en Egipto, Palestina o Líbano?
R. No, porque en Jordania estamos avanzando en el desarrollo económico y social, en la creación de empleo y en la lucha contra la pobreza. Necesitamos apoyo de Europa, porque cuanto más fuerte sea la clase media que construimos más estable será el país. El extremismo tiene éxito por la pobreza y la frustración. Pero en el aspecto político, si no resolvemos el problema capital de Oriente Próximo, el conflicto árabe-israelí, que es el que más pasiones despierta, los extremistas siempre tendrán una base para reclutar a jóvenes frustrados.
P. ¿Cómo afronta su país el reto de los cientos de miles de refugiados iraquíes?
R. Es un desafío para el sistema escolar y sanitario, por el empleo, el agua y el efecto sobre el precio de la tierra. Como para cualquier país que ve aumentar su población entre un 8% y un 10% repentinamente. Jordania ha demostrado ser fuerte. Hay que lograr que se estabilice Irak para que los iraquíes puedan regresar a su tierra. Mientras tanto, Jordania paga la factura. Aunque no queremos habituarnos a esta situación.
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