_
_
_
_
ÍDOLOS DE LA CUEVA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Chita en Hollywood

Manuel Rodríguez Rivero

En Informe para una academia (Un médico rural, 1919) Kafka imagina un mono que se dirige a una asamblea de científicos para explicarles los motivos por los que, tras ser capturado en "Costa de Oro" y conducido a Hamburgo, decidió convertirse en un ser humano: "No tenía otra salida, partiendo siempre del supuesto de que no era posible elegir la libertad".

El mono de Kafka no es ni mucho menos el primer animal que nos brinda su punto de vista para abrir nuestras mentes a zonas sombrías o ridículas del mundo y de los primates pretendidamente humanos que lo habitan. Desde Esopo y Fedro a Paul Auster (el perro Mr. Bones de Tombuctú), pasando por La Fontaine, Samaniego, Bulgakov, Virginia Woolf o George Orwell, han sido muchos los escritores que han recurrido a la antropomorfización de animales para proporcionarnos una perspectiva inédita de nuestras manías, vicios y comportamientos.

La autobiografía novelada 'Me, Cheeta' es una sátira bien documentada de los 'años de oro' de la Meca del Cine

Me, Cheeta, la autobiografía ficcionalizada del célebre simio que acompañó a Tarzán a lo largo de su carrera cinematográfica, es el último ejemplo de esa fecunda serie narrativa. Fourth State, la editorial británica que lo publica, ha elaborado, según es habitual, una pequeña biografía del "autor", es decir, de la propia "mona" Chita (que, a pesar del cambio de sexo al que fue sometido en España, era macho). En todo caso, lo que sabemos es que fue capturado en Liberia en 1932 y trasladado a Estados Unidos, donde aprendió a fumar puros y beber whisky. Aunque como personaje no figura en ninguna de las novelas de Edgar Rice Burroughs, los productores y guionistas de la saga de Tarzán decidieron su carrera: durante una docena de películas -a partir de Tarzán y su compañera (1934)- el célebre chimpancé se convirtió en el compañero inseparable del hombre-mono. Y en el incordio de Jane.

La "mona" Chita, que ha sobrevivido a sus colegas Johnny Weissmuller y Maureen O'Sullivan, se jubiló del cine hace casi 40 años -después de su papel en Doctor Dolittle-, y desde entonces vive plácidamente en Palm Springs, California, en una especie de santuario dedicado a la protección de simios cuyas siglas (en inglés) forman precisamente un acrónimo con su nombre: Cheeta. Según los paratextos de Fourth State, allí, bien cuidada y alimentada (el inevitable Guiness lo considera el mono más longevo del mundo), se ha dedicado a redactar estas memorias mientras recibía la visita y el homenaje de conspicuos primatólogos, como la célebre Jane Goodall.

Me Cheeta es, ante todo, una sátira novelesca, divertida y bien documentada, de los "años de oro" de la Meca del Cine -en la línea del Hollywood Babylonia (Tusquets), de Kenneth Anger- en la que la información y la anécdota más o menos chafardera se mezclan con interesantes revelaciones acerca de los "otros" actores. Chita no sólo recuerda enormes escándalos, tremendas peleas (con mordiscos) y fiestas saturadas de coca y alcohol, sino también el trato que Hollywood dispensaba a los animales: por ejemplo, la matanza de caballos que tuvo lugar durante el rodaje de La carga de la brigada ligera (1936), de Michael Curtiz.

A los 76 años, y con una fama que le blinda de la perspectiva de pasar por las salas de vivisección, Chita ya no tiene nada que ocultar. Ni sobre Hollywood, ni sobre su vida: ni siquiera tiene empacho en confesarnos que, cuando todavía tenía fuerzas suficientes, solía llenar los tiempos muertos de los rodajes masturbándose sin parar. Su Hollywood es la otra cara de Hollywood, y eso es precisamente lo que nos cuenta en esta novela biográfica en la que da rienda suelta a sus recuerdos y a su imaginación. Aunque sea con la ayuda de un hábil "negro" (lo siento: en este contexto no cabe "afroamericano"), cuyo nombre todavía permanece en secreto.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_