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Análisis:100 años del Museo de Bellas Artes de Bilbao
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Sana descentralización

La celebración del primer centenario del Museo de Bellas Artes de Bilbao es una buena ocasión no solo para hacer balance de la singular y en muchos aspectos ejemplar historia de la institución, sino también para reivindicar a través de su trayectoria el valor de los museos de bellas artes en contextos locales. Si atendemos a la experiencia en otros países europeos como Francia, Reino Unido y Alemania, comprobamos la importancia de la existencia, junto a los museos nacionales y capitolinos, de una entramada red de museos regionales y locales, con importantes colecciones al servicio de los intereses de estudio y educación de la sociedad. Esta sana descentralización del patrimonio artístico y de las colecciones públicas no tiene su perfecto correlato en España, de allí el valor ejemplar de historias como la del Museo de Bellas Artes de Bilbao.

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Creado a principios del siglo XX gracias al feliz vínculo entre una sociedad civil culta y cosmopolita y las instituciones públicas locales -el Ayuntamiento y la Diputación Foral-, su misión no se ha alterado desde su origen a pesar de todos los avatares de la historia contemporánea. Esa misión se basa en la reunión de ejemplos de calidad de las manifestaciones del arte desde el más remoto pasado hasta la actualidad, tratando de unir los hemisferios muchas veces distantes de la visión tanto universal como local del arte, que a la postre sirven como instrumentos útiles tanto para la formación de nuevas vocaciones de artistas como para la educación y disfrute de la sociedad.

Paradójicamente, la defensa de su misión original le ha permitido afrontar constantes renovaciones en su forma de actuar y tomar decisiones tan importantes como lo fue en su día la de la integración en una sola institución de los dos museos originales, el de Bellas Artes y el de Arte Contemporáneo; mantener incluso en los momentos más difíciles de su historia el deseo de enriquecimiento patrimonial y la aspiración por sintonizar con la más rabiosa contemporaneidad; mejorar y ampliar sus instalaciones y servicios; ir formando una estructura profesional de conservación, educación y difusión; y garantizar el desarrollo de su misión con el más actualizado modelo de gestión. Un museo que, además, recientemente ha sido capaz de asumir positivamente y sin perder su identidad el impacto de la creación en su mismo entorno de un museo como el Guggenheim Bilbao, una de las experiencias más radicalmente novedosas de los museos de arte contemporáneo a escala internacional, que pudiendo haber sido vista como una amenaza se convirtió, sin embargo, en una oportunidad para la más reciente actualización del Bellas Artes.

Este constante impulso de renovación del Museo de Bellas Artes se percibe, me consta, como el camino a seguir por otros excelentes museos de bellas artes españoles que, sin embargo, siguen sumidos en un insostenible letargo, como es el caso de Sevilla, Toledo, Valencia y Oviedo, por citar solo algunos de los más relevantes. Mientras en las últimas décadas hemos asistido con un irrefrenable entusiasmo a la creación de multitud de nuevos centros, museos y arquitecturas para el arte contemporáneo en todas las comunidades autónomas y ciudades españolas, los veteranos museos de bellas artes han sido olvidados por las instituciones públicas y por la sociedad.

Creo sinceramente que la mejor forma de celebrar el centenario del Museo bilbaíno es reivindicar, desde su ejemplo, la necesidad de apostar por estos extraordinarios manantiales de cultura y, para muchos, entre los que me incluyo, auténticos baptisterios para la iniciación en el arte.

Miguel Zugaza es director del Museo del Padro y fue el anterior responsable del Museo de Bellas Artes de Bilbao.

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