La amenaza del paro
El Gobierno tiene margen de maniobra para mitigar el desempleo, el más alto desde 1997
El aumento del desempleo es la consecuencia más dolorosa de la desaceleración económica asociada a los periodos de crisis. En el caso de España, el hundimiento del mercado de la construcción y las dificultades en la liquidez del sistema financiero, que empiezan a ser muy graves, están elevando las cifras del desempleo a cotas preocupantes. Durante el mes de septiembre, el paro registrado en las oficinas del Inem aumentó en más de 95.000 personas y la cifra total de desempleados supera ya los 2,6 millones de personas. Más allá de las comparaciones que suelen establecerse en estos casos, por ejemplo, que es el número más alto de parados desde 1997, la ciudadanía empieza a alarmarse por el acelerado deterioro del mercado laboral y por la triste evidencia de que el desempleo agravará la debilidad del crecimiento.
Hay que suponer que el Gobierno ha descartado la complaciente visión inicial, según la cual atravesábamos por un paréntesis coyuntural, y dispone ya de un diagnóstico realista de la espinosa situación económica; y que en ese diagnóstico se incluye una probabilidad elevada de depresión económica. Parte de este diagnóstico, quizá la principal, exige que el Ejecutivo adopte las medidas necesarias para restablecer la confianza de los mercados en las entidades financieras españolas. Porque, aunque la solvencia de la banca española es probablemente superior a la media europea, recibe un castigo superior, en forma de primas de riesgo más altas, que los bancos e instituciones financieras de otros países. Las autoridades económicas van a necesitar algo más que discursos sedantes -aunque sean verídicos- para eliminar esa penalización del crédito que impide la inversión y ciega la oferta de empleo.
Pero en el ámbito laboral y meramente macroeconómico, Pedro Solbes y el equipo económico también tienen mucho que hacer, siempre y cuando el Gobierno acepte dos criterios básicos: que esta crisis se extenderá cumplidamente más allá de 2009 y que es mejor adoptar medidas que la mitiguen que dejar toda la tarea correctora al mercado. La tasa de paro superará probablemente el 13,5%, en términos de Encuesta de Población Activa (EPA), en la fase más deprimida de la crisis, que probablemente se situará entre este trimestre y mediados de 2009.
El primer paso es garantizar la protección de los desempleados. No se trata sólo de mantener la protección en sus prestaciones actuales sino, si se puede, ampliarla. Es una de las palancas de que dispone cualquier Gobierno para estimular la demanda. Además, puede incentivar la oferta de empleo a través de mecanismos fiscales. En este punto, debe explorar la hipótesis de una rebaja de las cotizaciones sociales a cambio de un aumento del IVA, a pesar de la resistencia sindical. Además, hay que intensificar, esto es, financiar, la formación profesional con mayor cualificación; y, por supuesto, urge activar un pacto de rentas salariales.
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