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La carrera hacia la Casa Blanca
Columna
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La magnitud del seísmo

Lluís Bassets

Todavía no sabemos el grado del seísmo ni su alcance geográfico. Incluso los optimistas antropológicos más irredentos se temen lo peor, aunque se lo callen: que sea de la máxima intensidad conocida y que su alcance llegue a todo el planeta. De momento hay que reconocer la firmeza y habilidad con que han movido sus piezas los dos directores de la crisis, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y el secretario del Tesoro, Henry Paulson. No hubo lunes negro. Las recetas son flexibles y prácticas, espantosas para los doctrinarios que ven vulnerados sus sacrosantos principios. (Más espantosas para los damnificados que sufren el agravio comparativo y se quedan sin cobertura del Gobierno). Con un único objetivo: evitar que la infección se extienda. Veremos si lo consiguen. Hasta romper todos los tabúes: dinero del contribuyente para salvar a quien arriesgó con exceso y prácticas clásicas del anticapitalismo, como es la intervención y la nacionalización, para salvar el capitalismo.

Tras la crisis, es de temer que Estados Unidos y Europa encojan, y China crezca

El temblor ha llegado ya a Moscú. Y lo que más importa, a China, la superpotencia emergente, que junto a India es la mitad de la economía planetaria. Sus ahorradores son tenedores de bonos americanos en cantidades colosales, los hipotecarios de Fannie Mae y Freddie Mac entre ellos. Éstos tienen la garantía del Estado, a diferencia de los acreedores de Lehman Brothers, asiáticos y más concretamente chinos en proporción muy alta. Las exportaciones chinas a Estados Unidos están quedando también dañadas, de modo que ya tenemos dos fuentes de preocupación respecto al vigor de la gran locomotora asiática. Hay un alivio para China: la superpotencia exigente y aleccionadora, que venía denunciando el escaso valor de su moneda, ha sido la que ha estallado, pagando por sus pecados. Y la erupción se produce justo cuando el régimen chino demuestra con los Juegos Olímpicos que es un gestor eficaz y un buen vendedor de su propia imagen. Habrá quien considere que la profundidad de la sima terminará arrastrando a los chinos con sus debilidades, que no son pocas. Pero la hipótesis contraria es también verosímil: después de esta crisis el sorpasso está más cerca.

La sismografía improvisada tiene de momento una preocupación urgente en la campaña electoral norteamericana. Todavía no se han detectado los efectos de fondo del terremoto sobre la carrera presidencial. Los sondeos detectan un repunte en favor de Obama, pero McCain está todavía por delante gracias a la propulsión popular que le proporcionó Sarah Palin. Uno de los más reconocidos sistemas de identificación en estas elecciones divide el electorado entre quienes son clientes de los popularísimos y baratos almacenes Wall Mart y quienes no lo son, se supone que más elitistas. McCain obtiene entre los primeros un 58% de preferencias frente al 38% entre los segundos, mientras que Obama invierte los términos y sólo le prefieren el 36% de los clientes de Wall Mart frente al 61% entre quienes no acuden a tales almacenes. Y no hay que olvidar que el populismo es la caza del mochuelo más recurrida en tiempos agitados. McCain echa la culpa a los especuladores, que abusan de las escasas reglas de juego, versión suave de la conspiración secreta y de la explicación policial de la historia. Obama se la echa a Bush y a la filosofía económica liberal. Uno y otro piden más y mejor regulación, uno como pragmático converso y el otro desde el ya lo decía yo. Pero ambos brillan por la vaguedad de sus ideas y por sus dificultades para invertir la crisis y convertirla en su plataforma de despegue electoral. Sus dos equipos están en actitud defensiva, porque temen más a sus propios errores que a los aciertos del adversario. Constatar, finalmente, en este capítulo, que la estrella nacida en la Convención Republicana, Sarah Palin, ha dejado de producir asombro y admiración. No se ha apagado, pero ya no brilla como antes.

Un mundo distinto saldrá de todo esto. No sabemos cómo será, pero es de temer que Estados Unidos y Europa encojan, y China crezca. Las señales que vamos recibiendo sobre la intensidad de este desplazamiento tectónico han sido muchísimas. Y también las imágenes que empiezan a dibujarnos cómo será el paisaje después de la catástrofe. Ahí está Brasil templando y mandando en América Latina sin superpotencia tutelar alguna detrás; Rusia marcando el territorio de su glacis; Irán asentándose como potencia regional; o el equilibrio de fuerzas en Oriente Próximo escapando de la acción y los planes de Washington.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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