El BCE aumenta sus exigencias
La reforma en las garantías (colateral) de los préstamos de política monetaria del BCE, anunciada la semana pasada, sale al paso de ciertas críticas vertidas en los últimos meses, según las cuales, su calidad se habría deteriorado al disminuir la proporción de deuda pública y aumentar la de títulos con respaldo hipotecario, valorados además muy generosamente, si se considera que sus mercados se han secado en los últimos meses.
Los cambios introducidos, que tendrán efecto a partir de febrero de 2009, suponen: 1) mayores recortes en la valoración de las titulizaciones de activos, así como de los bonos y pagarés bancarios; y 2) una ampliación de las restricciones a la elegibilidad de ciertos activos, para evitar una vinculación estrecha entre el emisor del activo y la entidad que lo utiliza como colateral.
Una excesiva dependencia de la liquidez del BCE no es aconsejable para las entidades bancarias
En el caso del colateral basado en bonos bancarios, su fuerte crecimiento en los últimos años es ciertamente llamativo: se ha multiplicado por seis desde 1999 y suponen ya casi un tercio del colateral total del Eurosistema. Conviene recordar que las posiciones interbancarias (a más corto plazo) están expresamente prohibidas como colateral, para evitar un peloteo entre entidades. Ahora bien, si ésta es la sospecha del BCE, hubiera sido quizá coherente prohibirlo, más que aumentar el descuento.
Las medidas que atañen a la cobertura en moneda extrajera de ciertas titulizaciones parecen orientadas a desincentivar el arbitraje por parte de bancos extranjeros (de fuera de la zona del euro), que han podido beneficiarse en los últimos tiempos de la mayor amplitud de las facilidades del BCE. Es interesante, en este sentido, observar que la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra, que partían de una definición de colateral más estrecha, la han ampliado, en tanto que el BCE (cuya definición era más amplia) ahora la restringe. La globalización y el arbitraje entre centros financieros están forzando, aparentemente, una convergencia de hecho en las prácticas de los principales bancos centrales que los principales organismos internacionales han recomendado, pero que las autoridades parecen resistirse a acordar.
Se estima que los bancos españoles se verán poco afectados por estas medidas. Aunque aumentan los descuentos (lo que significa que podrán solicitar menos financiación al BCE para un valor dado de sus garantías) y puede encarecerse ligeramente el coste de la financiación, el colateral que mantienen hoy por hoy excedería en más de tres veces la liquidez obtenida, incluso después de estos cambios.
Una excesiva dependencia de la liquidez del BCE no es, sin embargo, aconsejable, por lo que las entidades harían bien en continuar explorando vías de financiación alternativas. El endurecimiento de las condiciones de acceso a la liquidez del BCE (si bien es moderado y seguramente necesario, para cortar ciertos abusos) debería introducir una mayor presión para la reapertura selectiva de los mercados mayoristas (aunque sea a un coste mayor), sin la cual no se superará la crisis financiera que dura ya más de un año.
José Manuel Amor y Santiago Fernández de Lis son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas.
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