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Las tres culturas se reencuentran en Frigiliana

Ahmed, un joven marroquí de paso por España, miraba boquiabierto la noche del sábado al faquir que desde el escenario del Polideportivo Municipal escupía grandes llamaradas de fuego por la boca. Por la mañana, se había sorprendido también al ver a una familia de judíos despachar en su puesto de mercado medieval pizzas vegetales elaboradas en un rústico horno de leña.

El faquir, que asombraba a Ahmed y a unas 1.200 personas más, era la parte más vistosa y espectacular de la actuación de Dhoad, una alegre y contagiosa troupe de músicos gitanos llegados del desierto del Rajastán, en el noreste de la India. Carlos, un artesano burgalés, vendía toda suerte de ingenios malabares construidos por él. Saltimbanquis y zancudos correteaban entre el gentío, sonaban gaitas y panderos, y las más atrevidas espectadoras imitaban a las danzarinas del vientre que bailaban por el adoquinado. No parecía el siglo XXI, sino una regresión hasta los años que en el mismo lugar convivieron judíos, moros y cristianos en una imaginada armonía.

Un curioso encuentro

Así, y rodeado de mil curiosidades más, se ha podido vivir desde el pasado jueves y hasta anoche mismo en la malagueña Frigiliana, una precisa villa de enrevesadas callejuelas en la sierra de la Axarquía. Por tercer año consecutivo se ha celebrado allí el Festival de las 3 Culturas, un encuentro con la música, la artesanía, la gastronomía y otras disciplinas en torno a las tres grandes religiones monoteístas.

Frigiliana 3 Culturas tuvo este año como platos fuertes la actuación, la noche del jueves, de Concha Buika, una artista mestiza por cuyas venas y arte corre sangre africana, balear y andaluza. Prosiguió el viernes con la actuación del pucelano Eliseo Parra, un enorme músico y cantante que lleva años recuperando las músicas, instrumentos, ritmos, melodías y tonadas perdidas de Castilla, León, La Mancha y Cantabria. Los gitanos del Rajastán, faquir y bailarina incluidos, alegraron la noche del sábado, y el domingo, la música klezmer judía echó el cierre al festival.

Películas como La pequeña Jerusalén, Samia y La Trahision han dado una nueva dimensión al festival, que en su tercera edición parece que se ha consolidado ya como uno de los festivales transculturales de referencia del verano.

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