Pescado a ritmo de 'blues'
L'Ona ofrece una carta variada y apetitosa en la playa de Premià de Mar
Difícilmente podrá encontrarse un chiringuito que responda con mayor exactitud a la categoría que L'Ona de Premià de Mar. Edificio encalado de construcción barata, puertas y ventanas de arco, mesas a pie de playa, palmeras dando cobijo al conjunto. Lo fundó Maria Camps en 1952 y en seguida fue conocido como "el xiringuito de la Maria". Resulta que un familiar de Maria era distribuidor de la Coca-Cola y le propuso abrir un local de refrescos junto a la Nacional II, tocando ya a Vilassar. Por entonces, en el lugar no había más que unas rocas junto a la orilla en las que se apostaban los pescadores de caña, a los que muy pronto Maria empezó a servirles desayunos. La senda del negocio estaba abierta.
Es una garantía de calidad que te sirva pescado gente que tiene de él un conocimiento tan directo
La construcción del puerto deportivo de Premià insufló nueva vida a L'Ona, pues amplió considerablemente la playa frente a la que se halla, justo después del dique, en dirección a Mataró. El actual propietario, Josep Sabatés, hijo de Maria, fue ampliando el negocio y en 1988 abrió el restaurante, que hoy sirve entre 150 y 200 cubiertos. Pero si en el aspecto formal todo responde al concepto de chiringuito playero, hay algo que desentona, afortunadamente para bien: la música. Nada de la canción del verano, suponiendo que todavía exista. La otra tarde ponían viejos boleros y salsa de buena factura. Resulta que Sabatés es músico de jazz, bajista: con su grupo había llegado a tocar en el Price de Barcelona. Los años no le han hecho perder la afición, de ahí que la carta de actuaciones de L'Ona -de lunes a sábado, a partir de las 22.00 horas, hasta la medianoche- no sea menos surtida que la de platos. Lunes, bossa-nova; martes, jazz; miércoles, mariachis; jueves, habaneras; viernes, blues y sábados, más habaneras. El domingo la música descansa; no así la cocina, abierta cada día desde las 7.30 de la mañana hasta la madrugada. El restaurante se toma vacaciones sólo por Navidad. Imposible encontrar mesa sin reserva previa.
Los grupos que actúan en el local se sitúan sobre una vieja barca de madera varada en la arena, reconvertida ahora en escenario. Muy típico, sí, pero en este caso no se trata únicamente de tipismo: esa barca, de nombre L'Ona -cómo no-, abasteció de pescado fresco al chiringuito durante años. La familia Sabatés, devota del mar, no ha perdido esa buena afición: en el cercano puerto de Premià se halla atracada la sucesora de L'Ona, una embarcación profesional equipada para la pesca al trasmallo. Naturalmente, no todo el pescado que se sirve en el chiringuito -50 platos distintos en la carta, sin contar los arroces- es de cosecha propia: hay que completar la oferta en los pósitos de Arenys y de Blanes. Pero es ciertamente una garantía de calidad que te sirva pescado gente que tiene de él un conocimiento tan directo. Los dos hijos de Josep siguen en la pesca y en el negocio, pero han añadido estudios de hostelería: la hija en la escuela de Sant Pol, el chico en una de Manchester.
La carta es variada y apetitosa. Hay arroces y fideuàs, pescadito frito, calamares, mejillones a la marinera, bacalaos cocinados de muchas maneras. Lo esperado. Pero hay también alguna sorpresa: un lenguado a la naranja, por ejemplo, que promete.
Larga vida, pues, a L'Ona, que ya ha celebrado el cincuentenario, y a la familia Sabatés, que va por la tercera generación dedicada a la buena restauración. Pero como suele ocurrir en este país, la tradición se ve amenazada por una caprichosa ley de costas que tiende a sustituir establecimientos con solera como éste por chiringuitos de diseño que sirven bebidas en lata y snacks plastificados y en los que suenan a todo volumen las memeces de Chiquilicuatre. No se comprende qué mal puede hacer L'Ona en una playa extrañamente amplia como ésta, tratándose del Maresme. "De momento seguimos, pero la amenaza de cierre siempre está ahí", dice Josep Sabatés. "He comprado un local en el puerto, por si nos acaban cerrando. Pero no sería lo mismo". Desde luego: el "xiringuito de la Maria" se moriría de tristeza en medio de un club náutico.
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