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El primer ministro israelí dejará el cargo en septiembre

Ehud Olmert sucumbe a los escándalos de corrupción

Ana Carbajosa

El primer ministro israelí, Ehud Olmert, salió ayer a la palestra para decir adiós. El líder del centrista Kadima anunció solemnemente y por sorpresa que abandonará su puesto de primer ministro una vez que su partido haya elegido en las primarias previstas para septiembre a su sucesor.

Uno de los varios escándalos de corrupción que acumula ha acabado por tumbar al Houdini de la política israelí, apodado así por sus escapismos imposibles. Se abre ahora el gran interrogante no sólo de quién le sucederá al frente del Gobierno, sino de qué futuro le espera a las negociaciones de paz en marcha con sirios y palestinos y a la campaña internacional de presión a Irán.

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"Cuando el nuevo presidente de Kadima sea elegido, dimitiré para permitir rápidamente la formación de un nuevo Gobierno", declaró ayer un Olmert victimista, que dedicó parte de su intervención a defender su inocencia y a quejarse de los ataques y acusaciones a los que ha sido sometido durante sus más de dos años y medio al frente del Ejecutivo. En evidente tono de despedida, Olmert hizo un positivo balance de su gobierno; un optimismo que contrasta con la casi inexistente popularidad que goza entre los israelíes según las encuestas.

Frenesí diplomático

De poco le ha servido a Olmert el frenesí diplomático en el que se ha embarcado en los últimos meses y que le ha llevado a negociar con palestinos, libaneses y sirios al mismo tiempo. Calculaba Olmert que un triunfo sonado en alguna de las tres bandas se convertiría en su tabla de salvación, en un país sediento de acuerdos de paz. No pudo ser. El político que ha sobrevivido a casi todo, incluida una desastrosa guerra con Líbano hace dos años, ha acabado derribado por el penúltimo escándalo de corrupción en el que se ha visto envuelto y cuya investigación sigue en marcha.

El multimillonario estadounidense Morris Talansky le acusa de haberle entregado fajos de billetes por valor de 97.000 euros metidos en sobres, cuando Olmert ocupaba el puesto de ministro de Industria. Además, según las últimas revelaciones, el primer ministro israelí habría cobrado a diversas fundaciones los importes de los mismos billetes de avión. Olmert, que ha defendido hasta el final su inocencia con tozudez, había repetido hasta la saciedad que sólo dimitiría de ser acusado formalmente.

Su comparecencia de ayer dejó claro sin embargo que por fin comprendió, como él mismo dijo ayer, que la situación "estaba fuera de control", y decidió anunciar lo que muy probablemente constituye el inicio del fin de su trayectoria política.

Mientras, en Kadima, su partido y el que formara Ariel Sharon, hace tiempo que los codazos por sustituirle son más que evidentes. Encabeza la lista sucesoria la popular ministra de Exteriores, Tzipi Livni, que vende limpieza en un escenario político infestado de corrupción. Al otro lado del ring, destaca el ministro de Transportes, Saul Mofaz, que ha llegado incluso a amenazar con un ataque a Irán con tal de sacar la cabeza y reforzar su imagen de duro. Gane quien gane deberá formar una complicada coalición política; un proceso que podría alargarse e incluso desembocar en elecciones anticipadas. De acudir los israelíes hoy a las urnas, lograría una holgada victoria el ultranacionalista Benjamín Netanyahu, al frente del Likud. La última encuesta, publicada esta misma semana en el diario Yediot Ahronot, otorga un 35% de los votos a Netanyahu, mientras que Livni obtendría un 27%.

Un hombre atiende la declaración de Olmert en Jerusalén.
Un hombre atiende la declaración de Olmert en Jerusalén.REUTERS

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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