Alan García no convence a Perú
Sólo el 26% de la población apoya al presidente pese a la bonanza económica
Alan García llegó ayer al segundo año de su segundo periodo como presidente de Perú en medio de opiniones contradictorias. Para los analistas internacionales, el país luce mejor que nunca, hasta el punto de que acaba de ser considerado por la empresa de riesgo Standard & Poor's como una de las economías más sólidas y seguras de América Latina, al nivel de México, Brasil y Chile.
Aunque el país proyecta crecer cerca del 8% este año, sólo el 26% de los peruanos aprueba la gestión del Gobierno, según una encuesta de Ipsos Apoyo publicada la semana pasada por el diario El Comercio. García, al igual que su antecesor, Alejandro Toledo -quien a estas alturas tenía un índice de popularidad aún más crudo, del 12%-, no ha logrado traducir el éxito macroeconómico en respaldo popular. "No consigue conectar con los sectores populares ni persuadirlos de que el país progresa", dice Alfredo Torres, director de Ipsos Apoyo.
Tras dos años de gobierno, no logra imponer la idea de que el país progresa
Para su tercer año de gobierno, García promete reducir la inflación y la pobreza
Lo cierto es que aunque las cifras de pobreza han bajado más de lo esperado (del 49% al 39,3% en menos de dos años), García es mucho menos popular ahora que lo que era a estas alturas de su primer Gobierno, que terminó con el país sumido en una crisis económica terrible, con índices de inflación que batieron todos los récords.
El punto débil del crecimiento peruano es la desigual distribución de los frutos de la bonanza, que a diferencia de anteriores épocas no sólo se basa en las exportaciones, sino que también tiene un fuerte componente de demanda interna. Aun así, extensas regiones del país, sobre todo en la zona sur de los Andes, siguen sumidas en la extrema pobreza.
La población también pasa factura a García por la inflación, que alcanzó el 5,71% en los últimos 12 meses, una cifra pequeña si se compara con los índices de países vecinos, pero que basta para que el 67% de los encuestados la mencione como el aspecto más negativo del segundo año del Gobierno aprista.
Consciente de estos dos puntos débiles, García prometió ayer atajarlos en su discurso ante el Congreso, en el marco de la celebración de la independencia de España. "Anuncio que en este tercer año, luego de un gran impulso material, nos proponemos profundizar la redistribución aumentando los recursos de la lucha contra la extrema pobreza y el número de sus beneficiarios", dijo. El presidente prometió reducir la pobreza en 10 puntos más, hasta el 30%, durante los tres años restantes de su mandato.
El Alan García de la actualidad es, en muchos aspectos, diametralmente opuesto al que gobernó Perú entre 1985 y 1990. Mientras el primero enarboló la bandera del antiimperialismo, renegó del pago de la deuda externa y dilapidó los recursos en una vorágine de populismo, el segundo tiene entre sus grandes logros la ratificación del Tratado de Libre Comercio con EE UU, se empeña en mantener la imagen de Perú como un país seguro para la inversión extranjera y mantiene una férrea disciplina fiscal que es criticada incluso por sus propios ministros, que exigen más recursos para sus sectores. No faltan quienes señalan que ha dejado atrás sus raíces ideológicas, ligadas a la izquierda.
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