Colombia, más cerca de la paz
Estoy convencida de que Ingrid Betancourt y Clara Rojas pueden ser muy importantes para la paz en Colombia. Ambas candidatas podrían aunar el apoyo de sus ciudadanos y la solidaridad europea para impulsar un verdadero plan de emergencia humanitaria y las reformas sociales necesarias para sustituir los cultivos de hoja de coca por alimentos.
Según ACNUR, hay cuatro millones de campesinos colombianos desplazados de sus hogares y despojados de sus tierras como consecuencia del conflicto armado y de las masivas fumigaciones aéreas que EE UU han impuesto en el marco del Plan Colombia (desde el año 2000) con herbicidas terriblemente nocivos para la salud y el medio ambiente. El desplazamiento ha servido para cambiar de manos, de forma violenta, más de seis millones de hectáreas de tierras fértiles y ricas en recursos naturales y estratégicos como el petróleo, que han sido arrebatadas a sus propietarios, los campesinos. Entre estos desplazados colombianos hay dos millones de niños desnutridos que se hacinan en las periferias de las ciudades.
Según Cáritas, de los 44 millones de colombianos, cerca de 30 millones viven en la pobreza y 12 en la indigencia, entre ellos los desplazados por una guerra no declarada. Y más cifras: unos 20.000 guerrilleros, 30.000 paramilitares, 30.000 asesinados o desaparecidos en los últimos 20 años -entre ellos cuatro candidatos a la presidencia- hasta 30 senadores y diputados uribistas procesados en 2008 por su vinculación con los narcoparamilitares. Son algunas de las piezas del difícil rompecabezas de ese magnífico y desgraciado país. Y sin embargo, a pesar de las masivas fumigaciones de amplias zonas del país en esta peculiar "guerra contra el narcotráfico", Colombia sigue siendo el primer productor y exportador de cocaína, y sigue abasteciendo puntualmente a nuestros 180 millones de consumidores del Primer Mundo.
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