Sábados y viernes
La mala fama del número 13 es muy antigua. Su origen podría remontarse a Babilonia, donde nació también la veneración hacia el 12. No es extraño así que en medio mundo sea el menos indicado como numeral para asientos de avión o habitaciones de hotel. Al miedo hacia esta cifra se le denomina triscaidecafobia y en países de habla hispana cuando ese día cae en martes es doblemente nefasto. A su vez, chinos y japoneses lo que padecen es tetrafobia o temor hacia el 4. Y en muchos otros sitios, lo nefasto no es el martes, sino el viernes. Como en los países de habla inglesa, que sienten el viernes 13 como un día de doble mala suerte, o como la prevención que sienten en Italia por el viernes 17.
En Barcelona, según Joan Amades, también existió una superstición similar, caracterizada por el binomio del viernes como día de mal agüero y el sábado como dispensador de buena fortuna. Así, la voz popular afirmaba que la ciudad fue fundada un sábado y que en ese mismo día de la semana llegaron tanto Aníbal como el apóstol Santiago y la imagen de la Moreneta. De hecho, fue un sábado (el 31 de julio de 1909) cuando terminó la Semana Trágica, cuando cesaron los tiros de los Fets de Maig (el 8 de mayo de 1937) y cuando se inauguraron los Juegos Olímpicos (el 25 de julio de 1992).
Asimismo, la lista de desgracias acaecidas en viernes es respetable. El 17 de mayo de 1348 dio comienzo la peste negra, que duró dos años y en cuyo momento álgido llegó a matar a 300 personas diarias. La destrucción de la ciudad por Almanzor comenzó un viernes (el 6 de julio de 985). Y otro viernes (el 5 de agosto de 1391) se produjo la matanza y aniquilación del barriol judío, se cometió el atentado de ETA contra Hipercor (el 19 de junio de 1987) y se inició la gran epidemia de cólera morbo (el 13 de julio de 1855). Aunque justo es reconocer que dicha pandemia terminó en viernes (el 21 de noviembre de 1856).
Por otra parte, también tuvimos bastantes desgracias sabáticas, como el asedio y conquista de Luis el Piadoso (el 3 de abril de 801), el mayor terremoto registrado en la ciudad (el sábado 2 de febrero de 1428), el bombardeo del general Espartero (el 3 de diciembre de 1842) y el inicio de la Guerra Civil (el 18 de julio de 1936).
Claro que lo mismo podría decirse de otros días de la semana. Entre los lunes nefastos figura el primer brote de peste negra (el 28 de marzo de 1335). De los martes, cabe destacar la rendición ante Felipe V (el 11 de septiembre de 1714) y la inauguración de la Via Laietana (el 10 de marzo de 1908). Por cierto, también era martes cuando se proclamaron la I República y la II República (el 11 de febrero de 1873 y el 14 de abril de 1931, respectivamente). Fue un miércoles cuando entró el ejército napoleónico, al mando del mariscal Augereau (el 24 de enero de 1810). Y jueves dramáticos se vivieron el 7 de junio de 1640, conocido como el Corpus de Sang; el 17 de marzo de 1938, en el que estalló el famoso camión de trilita de la Gran Via durante un bombardeo italiano, y o el 26 de enero de 1939, fecha de la ocupación franquista.
La verdad es que todo es opinable. Sí, señoras y señores, en realidad, el único día de la semana que trae buena suerte a Barcelona es el domingo. Fíjense, si no, en el 20 de mayo de 1888 o en el 19 de mayo de 1929, cuando dieron inicio las dos exposiciones universales. Aunque siempre hay lagunas en esta clase de teorías, pues también era domingo (el 19 de marzo de 1882) cuando se puso la primera piedra de la Sagrada Familia. Y en el colmo de la mala pata, también empezó en domingo (el 9 de mayo de 2004) el Fórum de las Culturas. Cuestión de matices, ¿no les parece?
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