Poderoso y complejo

En Marqués de Riscal, que cumple 150 años, todo es original a base de ser lo de siempre, o, si se quiere, lo de antes: sus vinos han recuperado el perfil de los primeros tintos de la bodega gracias al buen hacer de Francisco Hurtado de Amézaga, un enólogo de formación clásica, pero de mente abierta.

Sin embargo, ¡cuánto están cambiando las cosas en los últimos años! Por ejemplo, se ha convertido en la séptima bodega más visitada del mundo, gracias al impresionante edificio del arquitecto Frank Gehry. Y ahora cuentan con asesoramientos de la talla de Paul Pontallier, director de Château Margaux, que ha vencido la resistencia a usar roble francés, lo que sin duda traerá una notable actualización y mejora de sus vinos. De hecho, he podido probar algunos tintos de nuevo cuño -pero racialmente riojanos- que darán la campanada cuando salgan al mercado.

Mientras, y como etapa de transición, aparece este soberbio gran reserva de 2001, que expresa la potencialidad y riqueza de la mejor uva tempranillo, con el elocuente toque de una excelente graciano. Un tinto poderoso y complejo en nariz, con aromas que recuerdan a bayas del bosque, ciruelas, especias y tabaco, enmarcados en una madera de calidad que apenas interfiere en la expresión frutal. En boca es sabroso, concentrado y tánico, con un paso ágil y fresco que deja la huella riojana de su elegante final. Una celebración por todo lo alto.