Reino Unido ratifica el Tratado de Lisboa pese al 'no' irlandés
Dublín niega que el voto en contra en el referéndum sea un portazo a la UE
El Tratado de Lisboa encontró ayer un balón de oxígeno al otro lado del Canal de la Mancha. Por la mañana, el primer ministro irlandés, Brian Cowen, habló más de falta de información y de temores infundados y menos de profundas razones de fondo al explicar en el Parlamento irlandés el no de sus ciudadanos al tratado. Y por la tarde, la Cámara de los Lores pasó sin enmiendas la tercera lectura del tratado, que ha pasado así el cedazo del Parlamento británico. La reina lo firmará casi con seguridad hoy, lo que convierte a Reino Unido en el primer país que lo ratifica tras el no irlandés.
Los conservadores británicos no consiguieron aplazar el proceso
Brown y Merkel quieren dar tiempo a Dublín para buscar una solución
Antes, la Cámara de los Lores rechazó una propuesta tory para retrasar cuatro meses la ratificación. Tras un encendido debate, los lores la rechazaron y pasaron el texto sin enmiendas. De esta manera, Gordon Brown podrá llegar hoy al Consejo Europeo de Bruselas con la aprobación bajo el brazo. Pero quedan por dilucidar dos recursos judiciales, uno que pide un referéndum y otro que sostiene que, tras el no irlandés, no se puede ratificar el tratado.
El primer ministro irlandés, Brian Cowen, admitió ayer que Irlanda afronta un periodo "de incertidumbre" tras rechazar en referéndum la ratificación del texto que sustituye a la fallida Constitución europea, pero defendió con firmeza el vínculo de su país con la UE. "No creo que el voto fuera un rechazo a Europa. Mi opinión es que el futuro de Irlanda sigue ligado al de Europa", dijo.
En una comparecencia en el Parlamento irlandés, en vísperas de acudir hoy y mañana al Consejo Europeo en Bruselas, Cowen se desmarcó de quienes quieren aprovechar el no irlandés para dar por enterrado el tratado, al señalar que su rechazo "ha de ser contemplado junto a su aprobación en la mayoría de los Estados miembros".
Cowen pareció abrir las puertas a una nueva consulta popular al hacer hincapié en la dificultad que ha tenido su Gobierno para explicar mejor un texto legal tan complejo y denunciar la confusión que han vivido los electores, que en los últimos meses "han contemplado visiones disparatadas lanzadas por quienes pedían rechazar el tratado".
Y enumeró una a una esas inquietudes, desde el miedo a perder el sistema fiscal irlandés al temor a que el país pierda su estatuto de neutralidad, se vea obligado a incorporar a la fuerza determinadas provisiones sociales a través de la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Justicia, las visiones contrapuestas sobre los excesos o las carencias de la Carta de Derechos Fundamentales, la pérdida de un comisario o el desmantelamiento de la Política Agrícola Común.
El primer ministro no lo dijo explícitamente, pero parecía estar pensando en que casi todas estas dudas podrían ser aclaradas por el resto de Estados miembros, lo que podría dar paso después de cierto tiempo a una nueva consulta si los sondeos confirman que el no de los irlandeses no era tanto al tratado en sí mismo o a la propia UE.
Cowen explicó, en todo caso, que aunque los socios europeos van a expresar en el Consejo Europeo "su firme preferencia por encontrar una solución compartida" y está convencido de que van a darle tiempo a Irlanda, él va a dejar claro en la reunión que "para que cualquier salida sea viable, no se puede prejuzgar el proceso que tenemos que abordar en Irlanda". Aunque admitió que "hay que trabajar en tándem y para que la solución sea viable no sólo tiene que ser del agrado de nuestra gente, sino también de todos los Estados miembros".
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, aprovechará la cumbre para entrevistarse con el primer ministro británico, según indicaron ayer fuentes de La Moncloa, informa Miguel González. El objetivo de Brown, que ha solicitado la reunión, es convencer a Zapatero, al igual que a otros mandatarios europeos, de que no presione en exceso a Irlanda. "Brown cree que hay que dejarle un margen de maniobra para que pueda encontrar la forma de reincorporarse al proceso", indicaron las citadas fuentes.
De la misma opinión es la canciller alemana, Angela Merkel. "No queremos poner una pistola en el pecho de Irlanda", indicaron ayer fuentes de la cancillería. España es partidaria de que los países que aún no lo han hecho ratifiquen el Tratado de Lisboa, pero da por hecho que su entrada en vigor no se producirá el 1 de enero próximo, como estaba previsto. "No importa esperar unos meses si eso sirve para que Irlanda se sume a los demás", manifestó el secretario de Estado para la UE, Diego López Garrido.
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