"Esto no es nada, en 1983 bajaban por la Ría coches, lavadoras y animales"
Los bilbaínos contuvieron la respiración hasta el momento crítico de la pleamar
"Yo estuve aquí, en este mismo puente, aquel día. Al ver la fuerza con la que bajaba el agua, subí mi coche, un Seat 124 azul, hasta Santutxu. Recuerdo que bajé hacia Atxuri aliviado porque había puesto el coche a salvo, pero cuando regresé a este punto y vi el panorama, supe que la cosa iba a ser gorda".
La alerta pasó sin problemas porque la lluvia había cesado ya en las cabeceras
Asomado al puente de San Antón, paraguas en la mano derecha, transistor en la izquierda, Antonio se emociona al viajar en el tiempo 25 años atrás para rescatar del baúl de sus peores recuerdos aquel 26 de agosto de 1983, fecha grabada a sangre y agua en la memoria colectiva de Bilbao y del País Vasco. 34 muertos, 5 desaparecidos, ciudades y pueblos desolados, pérdidas por valor de 200.000 millones de las pesetas de entonces, centenares de personas sin hogar y varios miles más sin puesto de trabajo fue el saldo que dejó aquella gota fría que se presentó en plena Semana Grande bilbaína con una fiereza nunca antes conocida.
Son muchos los vascos que aún se estremecen con la mera alusión de aquella catástrofe. Es por ello que un escalofrío recorrió ayer a los miles de vizcaínos que se despertaron sobresaltados por las pésimas noticias que, como entonces, les llegaban desde el cielo.
"Estad tranquilos. Esto es espectacular, pero no tiene nada que ver con lo de aquel día", calma Antonio a su intranquila audiencia al tiempo que una bombona de butano, un balón de baloncesto y decenas de troncos, ramas y plásticos transitan a toda pastilla bajo la arcada de San Antón. "Aquel día, lo que pasaban por aquí eran coches, máquinas, motos, bicicletas, carros, lavadoras, animales".
Son las 15.05 de un nada plácido domingo. Faltan seis minutos para el momento crítico, fijado por las autoridades a las 15.11, la hora de la pleamar. Por fortuna, las previsiones aportadas al mediodía por la viceconsejera de Interior, María del Yermo Urkijo, se cumplieron. La intensidad de la lluvia había remitido en las horas previas en las cabeceras de los valles del Ibaizabal y el Nervión, cuyas aguas confluyen en Basauri, ganando caudal y potencia. Urkijo fue la encargada de anunciar que el Gobierno vasco había activado el Plan de Emergencias de Inundaciones en su fase uno (el nivel máximo es el tres) para afrontar una situación que, en aquellos momentos, era más que preocupante, con continuos desbordamientos de los principales ríos de Vizcaya a su paso por numerosas localidades. De hecho, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el delegado del Gobierno en el País Vasco, Mikel Cabieces, ofrecieron al Ejecutivo autónomo la colaboración de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de la Unidad Militar de Emergencias (UME, grupo de nueva creación dotado del máximo potencial y capacidad de reacción para intervenir en situaciones extremas). Su intervención, por fortuna, no fue necesaria.
Pasadas las 15.11, y tras horas de respiración contenida y de visitas regulares a la Ría, muchos bilbaínos resoplaron aliviados. La lluvia no había cesado, ni cesaría hasta bien entrada la tarde, pero el caudal, aun siendo extraordinario (apenas le separaba un metro del desbordamiento en los puntos de La Peña, Atxuri y Ribera en que los muelles presentan menor altura), no era ya el de las horas previas. El de una larga mañana en que el fantasma de su peor recuerdo volvió a visitar a miles de bilbaínos y vizcaínos. La pleamar lo ahuyentó.
Sin víctimas que lamentar, sin daños materiales irreparables, la crecida del Ibaizabal se saldó con un susto morrocotudo para los bilbaínos, y como una divertida vivencia para los muchos turistas que, asomados a las barandillas de la Ría, ajenos al aviso municipal, almacenaron miles de litros de furiosa agua en unas memorias, las de sus cámaras, no tan sensibles como la de Antonio.
TCSA suspende el paro
Los trabajadores de TCSA, que presta el servicio de transporte en autobús de Bilbao (Bilbobus) y parte de Vizcaya (Bizkaibus), decidieron ayer suspender el paro convocado para hoy con objeto de contribuir a que se recupere la normalidad tras las inundaciones vividas ayer en diversos municipios del territorio.Según manifestó ayer el presidente del comité de empresa, José Antonio Fernández, los trabajadores han decidido desconvocar los dos paros previstos para la jornada de hoy (de dos horas por la mañana y de otras dos por la tarde) después de comprobar las consecuencias del temporal de lluvia, que van a afectar al tráfico en Vizcaya. La Diputación ha recomendado que se utilice en lo posible el transporte público.Los paros para reclamar mejoras salariales se retomarán este miércoles. Además, los trabajadores de TCSA anuncian que mantendrán el calendario previsto de movilizaciones para el mes de junio, con paros parciales entre semana y una huelga total los días 20, 21 y 23 de junio.
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