El Gobierno colombiano da por muerto a Tirofijo, jefe de las FARC

El septuagenario Pedro Antonio Marín, alias Manuel Marulanda o Tirofijo, fundador y jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) murió el pasado 26 de marzo, probablemente de un infarto, según informó ayer el Ejército colombiano en un comunicado oficial. El líder guerrillero falleció por "causas que aún están por determinar" y la guerrilla lo habría mantenido en secreto hasta ahora.

La confirmación del Ejército llegó horas después de que trascendiera una entrevista del ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, en la revista Semana en la que daba por muerto al líder guerrillero. "La información que tenemos es que [Tirofijo] ya se fue. Es lo que nos dice una fuente que nunca nos ha fallado", afirmaba el ministro.

"Debe de estar en el infierno al que van los criminales muertos", dijo Santos

No obstante, añadía que están corroborando los datos, en particular las circunstancias de la muerte. "En esas fechas hubo tres bombardeos fuertes en donde se pensaba que estaba Tirofijo. La guerrilla dice que [murió] de paro cardiaco. No tenemos pruebas ni de lo uno ni de lo otro". "Debe de estar en el infierno al que van todos los criminales muertos", añadió Santos. El comunicado posterior del Ejército no ofreció más detalles.

Asaltado ayer por la prensa, el presidente colombiano, Álvaro Uribe, se limitó a pedir paciencia con un gesto de sus manos. Fue en el municipio de Florida, en el Valle del Cauca, un punto estratégico que las FARC pretenden controlar para reabastecer sus frentes.

Las últimas imágenes públicas de Tirofijo datan de principios de esta década, cuando el Gobierno de Andrés Pastrana cedió a las FARC el control de 42.000 hectáreas en la región del Caguán. La llamada zona de distensión, que se mantuvo entre 1998 y 2002, pretendía facilitar las negociaciones de paz, pero se acabó convirtiendo en un territorio liberado donde la guerrilla intensificó sus actividades de secuestro y narcotráfico. Las fotos de Tirofijo con la toalla al hombro se hicieron entonces habituales en los periódicos. Fue en estas fechas cuando se rumoreó que el jefe guerrillero padecía un cáncer de próstata. Cuando Pastrana puso fin al despeje, Tirofijo volvió a las sombras.

Con esta muerte, las FARC, catalogadas como organización terrorista por la Unión Europea, habrían perdido en tres meses a tres de los siete miembros del Secretariado, su máximo órgano. Raúl Reyes, el número dos, que de hecho era el jefe ejecutivo, murió en un ataque militar colombiano contra su campamento en Ecuador, el 1 de marzo. Sus ordenadores han ofrecido información invaluable a los servicios de inteligencia. Una semana más tarde, el comandante Iván Ríos era asesinado por su jefe de seguridad.

Precisamente los ordenadores de Reyes contienen muchos mensajes escritos por Tirofijo, que firma como JE o Marulanda. En ellos, el jefe guerrillero insiste en la necesidad de cumplir "con el Plan Estratégico", es decir, la hoja de ruta para tomar el poder e instaurar un régimen comunista. En enero de 2008, escribió una carta al presidente venezolano, Hugo Chávez.

No obstante, fuentes de inteligencia consultadas por este diario expresaban su extrañeza ante la "excesiva lucidez" del jefe guerrillero, hasta el punto de que sospechaban que otra persona podía ser el autor de una parte de los mensajes. No es la primera vez que se da por muerto a Tirofijo, que el 12 de mayo habría cumplido 78 años.

Desarboladas por las bajas en el Secretariado, las autoridades creen que el hombre destinado a asumir la dirección del grupo armado sería Alfonso Cano, jefe del Bloque Noroccidental, considerado el ideólogo del grupo. Sin embargo, Cano está cada vez más cercado por el Ejército. Las operaciones contra su anillo de seguridad han dejado en lo que va de año 69 guerrilleros muertos, 47 capturados y 12 desmovilizados. En la retaguardia venezolana está Iván Márquez, otro miembro del Secretariado que se ha presentado en algunas entrevistas como el número dos.

Durante la zona de distensión, las FARC llegaron a tener unos 17.000 combatientes. Hoy no superan los 10.000, debido a las deserciones y la ofensiva militar desatada en los últimos seis años por el Gobierno de Álvaro Uribe.