Eduardo Mendoza defiende la parodia "en pequeñas dosis"
El escritor recibe el premio Argital de los editores vascos
El escritor Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) recibió ayer en Bilbao el premio Argital, el reconocimiento a su carrera literaria de los editores vascos, apenas mes y medio después de la llegada a las librerías de su última novela El asombroso viaje de Pomponio Flato (Seix Barral), de la que ya se han vendido 150.000 ejemplares. La obra es una parodia de las novelas históricas, con trama detectivesca, que su autor reconoce haber escrito de manera despreocupada, como un entretenimiento que no pensaba publicar. El asombroso viaje de Pomponio Flato es una de esas obras cargadas de humor, como Sin noticias de Gurb (1990), que Mendoza intercala en su carrera de escritor serio. "No se puede escribir de humor sin haber escrito antes obras serias. Deben ser obras breves y muy espaciadas" defendió. "La parodia se debe dar en pequeñas dosis para no cansar. Un chiste tiene más gracia si lo cuenta una persona seria".
"No se puede escribir de humor sin haber escrito obras serias"
En 1975, en el inicio de su trayectoria literaria, su novela La verdad sobre el caso Savolta recibió el premio de la Crítica; años más tarde ha recibido otros. Ayer agradeció el de los editores vascos porque es entregado por "por afición y generosidad". Con el mismo buen humor que ha querido transmitir con El asombroso viaje... Mendoza reconoció que son premios que le permiten ir "viviendo de la confianza ajena".
Su última novela se fue gestando en las librerías de los aeropuertos internacionales, donde Mendoza nunca encuentra un volumen de interés en medio de una avalancha de novelas pseudohistóricas y narraciones esotéricas. "Buscaba una parodia general. Quería escribir una novela de humor con el referente de la novela histórica", cuenta.
El humor junto a un tono detectivesco dio como resultado El asombroso viaje de Pomponio Flato, un relato de menos de 200 páginas, que su autor considera la extensión ideal para leer en el trayecto del AVE entre Barcelona y Madrid. Pomponio Flato, un patricio del siglo I en horas bajas que viaja por los confines del Imperio Romano, recibe en Nazaret el encargo de demostrar la inocencia de José, un carpintero casado con María y padre del niño Jesús. Es un humor cargado de ironía y desfachatez, pero "sin caer en el chiste barato", asegura su autor, en el que se enfrentan la vida pagana, "más soleada", con la moral judeo-cristiana.
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