La guerra fría se hizo en el aire

"Nuestro objetivo es provocar a los espectadores, conmoverlos, meterlos en situación para que revivan la rabia que sintió el pueblo madrileño contra los franceses en 1808". Con esta declaración de intenciones, el director artístico de La Fura dels Baus, Carles Padrissa, describe cómo será el espectáculo que esta noche se celebra en la plaza de Cibeles (a las 21.30) como símbolo de los fusilamientos del 2 de Mayo de 1808.

La compañía realizó anoche un ensayo casi clandestino -si olvidamos el hecho de cortar el tráfico, disparar fogonazos de luz y decibelios sobre el Palacio de Telecomunicaciones o sobrevolar la plaza con jaulas de metal llenas de personas- para ultimar detalles antes del estreno que supone la primera acción multitudinaria y callejera de La Fura en Madrid.

"A mí también me habría gustado que me engancharan a una grúa y subieran 20 metros sobre el público. Pero ya solo la experiencia de crear una historia con el poder de la voz amplificada ante miles de personas es algo insólito y apasionante. Merecía la pena estar", contaba un entusiasmado José María Pou, que ejerce de maestro de ceremonias con la narración de las dos visiones, francesa y española, de la historia.

Mientras tanto, la plaza se convertía en un espacio surrealista y extremo con botafumeiros y ruedas que sobrevuelan a los espectadores con gente en su interior o un pueblo muy furero que se abre paso, antorcha en mano, contra los zancudos franceses.

"Lo único que me parece difícil del montaje es entrar entre los espectadores con las antorchas. Esperemos que no les quememos. También la rueda y los zancudos pueden ser complicados pero subir a las redes es fácil porque los técnicos controlan toda la seguridad", explicaba anoche la actriz Neus Soler, que se convertirá en uno de los 88 fusilados aéreos a 30 metros de altura.

El espectáculo se completa con una trepidante acción histórica con un Fernando VII que cruza desde la Casa de América al Palacio de Telecomunicaciones sobre un cable y sin red, duetos de ópera y proyecciones audiovisuales. "Cada movimiento está calculado. Nunca ha pasado nada ni va a pasar. Lo que queríamos con este espectáculo es hacer un homenaje onírico y poco violento, sin sangre, que esperamos que guste a todos los públicos", afirmaba Younes Bachir, ayudante de dirección.