"No se trata de olvidar, ni de negar"
Hoy tiene la agenda llena. Le corresponde el papel menos lucido, representar al agresor de antaño. Es Bruno Delaye (Casablanca, 1952), embajador de Francia en España y taurino de pro. "Por la mañana está el acto con la Comunidad de Madrid y por la tarde, varios en Móstoles", enumera.
Pregunta. ¿Ha ido alguna vez a Móstoles?
Respuesta. No. Va a ser la primera vez, pero regresaré el domingo porque hay una goyesca.
P. ¿Tiene curiosidad?
R. Sí, porque es un pueblo histórico. Allí empezaron muchas cosas que tienen que ver con la historia de España, en primer lugar, y con Francia también.
P. ¿Con qué animo afronta la jornada?
R. Con interés, curiosidad y amistad.
P. Va de malo. ¿Es ingrato representar al país agresor?
"Los españoles miran su pasado con menos pasión de lo esperado"
"Lo que más me gusta es la mentalidad abierta de los madrileños"
R. No, porque ha ocurrido varias veces en la historia de Francia. No siempre fuimos los buenos. Con el tiempo todo se relativiza. Ahora lo que me hace mucha gracia es que estamos en una fase muy diferente de nuestra historia y eso muestra que las construcciones políticas, diplomáticas y pacíficas sirven para algo. Lo que hemos logrado en los últimos 30 años es estupendo y nos permite ver el pasado sin pasión ni acrimonia, sino con ecuanimidad. Eso no impide que haya siempre un debate histórico, como hay ahora en España, sobre la relevancia de los actos de la guerra de la Independencia.
P. ¿Qué lectura hace de aquellos hechos?
R. No me atrevo a hacer ninguna. Es un debate español.
P. ¿Le parece nacionalista el plan de conmemoración elegido?
R. No. Me alegro mucho de que por parte de las autoridades, cualquiera que sea su orientación política, y por parte de los historiadores la idea sea hacer un examen honesto de lo ocurrido. Me alegra también que todos los municipios que celebran acontecimientos de esa época invitan a representantes franceses, a la embajada, piden préstamos de museos... Algunos municipios hasta han invitado a descendientes de Napoleón. El plan no es tratar de investigar de nuevo las heridas o las barbaridades de esta guerra, que fue muy cruel porque murieron centenares de miles de personas, sino ver la historia de forma desapasionada. Y esto habla muy bien de la España de hoy.
P. Luego no ve ánimo de revancha.
R. No. La España de hoy tiene una buena salud psicológica y esto explica en parte por qué los españoles miran su pasado con menos pasión de lo que uno hubiera esperado o temido.
P. ¿Los acontecimientos de 1808 han marcado las relaciones bilaterales?
R. En la psicología colectiva, quizás. Pero no es tanto la historia como el uso político que se hizo de ella y cómo los gobiernos trataron, o no, de usarla para propósitos que no tienen que ver con Francia, como construir una nación o un sentimiento de unidad nacional.
P. ¿Qué huellas encuentra en la psicología colectiva?
R. Muy pocas. Encuentro amistad, no reproches.
P. ¿Temió que el bicentenario se empleara contra Francia?
R. Sí. Tomamos ese riesgo en consideración, un buen diplomático debe tener todas las posibilidades en cuenta, pero no ha ocurrido.
P. Así que el bicentenario no ha supuesto un problema.
R. Todo lo contrario. Es un acto muy pacífico y de acercamiento nuevo. Somos capaces de celebrar esa época en un ambiente de amistad. No estamos negando lo ocurrido. No se trata de olvidar, ni de negar.
P. ¿El papel de Francia como agresor ha quedado diluido en la conmemoración?
R. Creo que no. No hay ninguna duda: no fuimos invitados por el pueblo español a quedarnos tranquilos aquí.
P. ¿Qué le gusta de Madrid?
R. La mentalidad de los madrileños, muy abierta. La gente siempre está dispuesta a hablar con un desconocido, algo a veces más difícil de encontrar en París. También la capacidad de tomar su tiempo para estar con el otro y de no quedarse encerrados en casa. Lo segundo positivo: es una ciudad agradable para vivir, con mucho espacio libre, una oferta cultural estupenda, y con lugares donde la gente se encuentra. Me encanta el espectáculo del Retiro en domingo. Voy de vez en cuando, porque veo el pueblo madrileño, familias, jóvenes, todo tipo de ciudadanos, también inmigrantes.
P. ¿Que le disgusta?
R. De momento nada, pero no vivo en las afueras ni tengo que madrugar para tomar el metro. Para un extranjero es una de las mejores ciudades europeas para vivir.
P. ¿Qué diferencia ve con París?
R. La gente, sobre todo. París es una ciudad bellísima. La mezcla de Madrid y París sería la capital del paraíso.
P. ¿Qué tiene París que no tenga Madrid?
R. Si yo fuera español, diría Disneylandia, porque van millones de españoles que no van a París, sino a Disneylandia. Hablando en serio, diría que en París hay más homogeneidad urbanística, edificios únicos en el mundo; todas las fachadas tienen la misma pinta, lo que le da el charme; el río Sena. No hay río en Madrid, todavía.
P. El Manzanares, embajador.
R. Sí, por supuesto, pero las obras están por acabar. El diseño final va a ser muy bonito, cuando tenga árboles y playas. Son las grandes diferencias, pero una ciudad no son sus edificios, sino su ambiente, el gusto de pasear por sus calles, de sentarse en una terraza, la vida de los barrios... Cosas que tienen que ver con la psicología y la idiosincrasia de sus habitantes. También cuenta el momento histórico,... Una ciudad agradable es aquella en la que la gente se siente orgullosa de vivir.
P. ¿Qué siente un embajador de Francia al ver Los Fusilamientos... de Goya?
R. Mucha emoción. Es una obra estupenda. Son civiles fusilados por militares. Tras esto hay la idea de que es el pueblo quien tiene la última palabra, porque pueden matar a algunos, pero no matar a un pueblo. Diría que podría ser un cuadro francés (risas).
P. ¿Por qué?
R. Por lo atrevido. Expresa también las ideas en que creemos: la fuerza de un pueblo.
"Descubrimos la España de las grúas"
La imagen de la movida se ha impuesto sobre la Carmen de Mérimée. En Francia se ve a España como "un país creativo, optimista, de mucha imaginación", afirma su embajador en Madrid, Bruno Delaye. Asegura que "nunca han sido tan buenas" las relaciones entre ambos países. "Ahora descubrimos la España moderna, la de las grúas, la de las nuevas ciudades. Un país con una cara nueva, muy vanguardista", agrega. Un país, también, con empresas que compiten con las galas. "Esta nueva imagen de una España en plena movida económica sustituye la de la Movida de los ochenta", dice.
Pregunta. ¿Los Dos de Mayo de ahora están ahora en la batalla de las eléctricas EDF-Iberdrola, en la lucha contra el terrorismo...?
Respuesta. La verdadera batalla común es para proteger nuestras democracias de la amenaza del terrorismo, y la libramos juntos. Otras no son batallas, sino hechos usuales de la vida económica: empresas que compiten, que se enfrentan...
P. ¿Ve renacer viejos fantasmas en las batallas entre compañías francesas y españolas?
R. Algunos tratan de sacarlos al albero, pero es más teatro que realidad y no funciona.
P. Francia y España son socios comerciales privilegiados.
R. Sí. París y Madrid tienen visiones muy cercanas sobre el futuro de Europa. Ésta es la realidad de hoy.
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