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El conflicto de Oriente Próximo

Cheney advierte en Ramala que la paz exigirá concesiones dolorosas

El vicepresidente de EE UU reitera su compromiso con la seguridad israelí

La seguridad de Israel no admite concesiones. Lo demás es secundario. El vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, defensor a ultranza del Estado sionista, lo reiteró ayer rotundamente en Jerusalén, escala obligada de los líderes norteamericanos en sus giras por Oriente Próximo. "Estados Unidos", dijo, "nunca presionará a Israel para que adopte medidas que afecten a su seguridad". Y aunque el enquistado conflicto entre israelíes y palestinos no goza de la preponderancia de otros tiempos en la agenda de la Casa Blanca -Irán, Siria y Hezbolá acapararon gran parte de las reuniones de Cheney-, el vicepresidente cargó contra Hamás y aseguró que "la paz exigirá concesiones dolorosas a ambas partes".

"Washington no dictará el resultado de las negociaciones", dice Cheney
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No cambia una coma del discurso. Cheney acudió a la Mukata, la sede de la presidencia en Ramala (Cisjordania), para conversar con el mandatario palestino, Mahmud Abbas. Y como hiciera el jefe de la Casa Blanca a comienzos de enero, mostró su confianza en que las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos puedan llegar a buen puerto antes de que concluya el mandato de George Bush, en enero de 2009. "Estados Unidos", aseguró, "permanece firmemente comprometido con el establecimiento de un Estado palestino. Lograrlo requerirá tremendos esfuerzos".

Claro está que, a juicio de Cheney, esa meta debe alcanzarse sin presionar a Israel. "Washington no dictará el resultado de las negociaciones", precisó. La presión política recae sobre el eslabón débil, el palestino, que deberá poner fin a los ataques contra Israel para que prospere el proceso. Hasta la fecha, el Gobierno de Ehud Olmert no ha adoptado medida alguna -eliminación de controles militares o congelación de la construcción en las colonias judías- que pudiera fortalecer a un presidente, Abbas, cada día más desprestigiado entre los palestinos. El mandatario árabe, en presencia de Cheney, volvió a clamar para que cesen las redadas diarias en Cisjordania, se frene la ampliación de los asentamientos y se libere la circulación por el territorio ocupado.

Cheney fijó una prioridad que se augura incompatible con los plazos previstos. "El terror no sólo mata a civiles inocentes, también mata las legítimas esperanzas y aspiraciones del pueblo palestino", subrayó el vicepresidente, quien prosiguió: "Se necesitará determinación para derrotar a quienes están comprometidos con la violencia y rechazan el derecho básico de la otra parte a existir". No mencionó explícitamente a Hamás, pero resulta evidente que el movimiento fundamentalista, cada día con mayor apoyo popular, era el destinatario de su mensaje. Como también puede deducirse de esa frase que Cheney apoya la estrategia de golpear a los islamistas sin respiro. "El compromiso de EE UU con la seguridad de Israel es inquebrantable, como lo es el derecho de Israel a protegerse contra el terrorismo".

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Las últimas semanas son un trajín de dignatarios occidentales que recalan en Israel para disfrute de los gobernantes hebreos, que escuchan cómo sus invitados -la canciller alemana, Angela Merkel, fue la última, la semana pasada- se alinean sin fisuras con las tesis del Gobierno de Ehud Olmert. No se ha escuchado la más mínima crítica, al menos en público, a las desproporcionadas agresiones israelíes contra civiles en Gaza o contra el inmovilismo del Ejecutivo israelí en el proceso de paz. Probablemente, porque estas negociaciones, tildadas de farsa por numerosos analistas y diplomáticos, han quedado relegadas.

El maratón de reuniones que sostuvo el vicepresidente refleja que el expediente nuclear iraní, el rearme de Siria y el apoyo de Damasco a la milicia chií libanesa de Hezbolá preocupan mucho más en Washington que los avatares del proceso diplomático entre israelíes y palestinos. "La Administración de George Bush está activamente involucrada en tratar las amenazas que vemos emerger en la región, que no son amenazas sólo contra Israel, sino también contra Estados Unidos", apuntó Cheney tras entrevistarse con el presidente Simón Peres.

No parecen tiempos propicios para el diálogo. Si Siria es la ruta para el armamento que alimenta a Hezbolá, tampoco Israel hace nada por allanar el camino. El Gobierno de Olmert ha enumerado las condiciones para retomar la negociación con Damasco: la ruptura con Teherán y Hezbolá y el fin del cobijo que otorga a los líderes de Hamás y de Yihad Islámica. Es decir, exige poco menos que la rendición antes de comenzar a hablar.

El vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney (izquierda), y el presidente palestino, Mahmud Abbas, ayer en Ramala.
El vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney (izquierda), y el presidente palestino, Mahmud Abbas, ayer en Ramala.REUTERS

Un proceso estancado

- La presión política recae ahora sobre el eslabón débil,

el palestino. Para que prosperen las negociaciones, los palestinos deberán poner fin a los ataques contra Israel.

- Hasta la fecha, el Gobierno israelí no ha adoptado medida alguna -eliminación de controles militares o congelación de la construcción en las colonias judías- que pueda fortalecer al presidente palestino, que está cada día más desprestigiado entre los suyos y necesita ganar legitimidad para la negociación con Israel.

- El presidente palestino exige que cesen las redadas diarias en Cisjordania, se frene la ampliación de los asentamientos

y se libere la circulación por el territorio ocupado.

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