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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Y tras la retirada de Gaza, ¿qué?

Atrapados entre alternativas peligrosas, y lloviendo los cohetes palestinos -cada vez más precisos y potentes-, Israel ha optado por el camino de en medio: represión brutal asumiendo riesgos mínimos para comprobar si Hamás recibe un mensaje que ha sido girado decenas de veces.

Cientos de soldados se replegaron ayer a sus bases lindantes con Gaza tras matar a 120 personas, mitad milicianos, mitad civiles. Y prometen que la próxima ronda de violencia alcanzará cotas más crueles. Dos opciones se debaten. El ministro de Defensa, Ehud Barak, amenaza con una invasión terrestre para destrozar a Hamás y su Gobierno. Nadie ignora que las bajas, y su coste político, serían difíciles de soportar. Otros ministros laboristas abogan por negociar. Una opción que es anatema para la inmensa mayoría de los líderes hebreos: otorgar legitimidad a Hamás es precisamente lo que desean los fundamentalistas.

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El desconcierto en las filas hebreas, acompañado de palabras gruesas, es notorio. Todo es verosímil en Oriente Próximo. Pero una operación duradera por tierra tropieza con obstáculos de calado. Pérdidas de vidas de soldados al margen, Israel precisa de buen tiempo -las guerras siempre las ha desatado en verano- para que su dominio total del espacio aéreo sea cien por cien efectivo. El calendario político tampoco acompaña. Israel celebra en dos meses su 60º aniversario y desea invitar a decenas de dignatarios. Su presencia permanente en Gaza provocaría un continuo derramamiento de sangre. Un escenario poco propicio para los fastos.

Brotan así las iniciativas de una clase política descolocada: emplear los métodos seguidos por Rusia en Grozny (Chechenia) y arrasar barrios o ciudades de Gaza, o, como propone el viceprimer ministro Ami Ayalon, pactar con Hamás una tregua.

Sonreía la esposa de un amigo de Gaza y cantaba victoria tras el desastre del fin de semana. Los dirigentes de Hamás visitaban ayer a las familias que mostraban sus casas y campos de cultivo devastados. "Hemos vencido", clamaban los políticos. Sólo la sangre derramada les sabe a derrota. Y no a todos. Para muchos padres de las víctimas, el sacrificio de sus hijos es el camino correcto. Imprescindible en la estrategia del partido fundamentalista.

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¿Y por qué se creen triunfadores? Porque opinan que, a su ritmo, avanzan hacia la meta: romper el bloqueo político y económico que sufre Hamás desde su triunfo electoral hace dos años. Marcan la agenda.

La milicia de Hamás ha logrado que 200.000 israelíes zozobren a diario escuchando las sirenas de alerta. Las protestas, tras la última matanza, se han extendido a Cisjordania. Están bien vivos en este territorio, donde Hamás había ordenado el estado de letargo ante la bestial represión del Ejecutivo de Mahmud Abbas. El presidente va a remolque: ha tenido que suspender las negociaciones con Israel nacidas en Annapolis.

Hamás necesita una tregua. Nadie ignora sus condiciones. Las precisa el portavoz Ihab el Gosein: "El alto el fuego debe aplicarse en Gaza y en Cisjordania, no sólo en la franja; el levantamiento del bloqueo económico, que mata tanto como los misiles; y abrir la frontera con Egipto. Así cumpliremos nuestro programa electoral". Tampoco olvida el diputado Mohamed Shihab la suerte de los prisioneros: "Creemos que Olmert está dispuesto al canje del soldado Gilad Shalit [cautivo en Gaza desde junio de 2006] por los presos que llevan décadas en la cárcel. Esta operación militar es parte de esa negociación. Olmert necesita cobrarse el precio en sangre antes de liberar a nuestros prisioneros". El tiempo dirá si consiguen esa tregua. Pero de algo no hay duda: Hamás duda poco, y su estrategia es firme.

Un palestino aviva el fuego de una barricada en el campo de refugiados de Shuafat, en Cisjordania.
Un palestino aviva el fuego de una barricada en el campo de refugiados de Shuafat, en Cisjordania.AP

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