El efecto bumerán del 'caso McCain'
A la espera de nuevas y más contundentes pruebas, el conato de escándalo provocado por la atribución a John McCain de un supuesto affaire amoroso con implicaciones políticas parece volverse en contra de The New York Times. La clase política y el mundo periodístico cuentan con que se moverán pronto otras piezas en este asunto. Pero, hasta entonces, McCain continúa, aunque con cierta discreción, su campaña electoral para ratificar su condición de candidato republicano a la presidencia, mientras que la mayoría de los comentaristas señalan con el dedo al periódico.
"Si todo lo que el Times tiene son sugerencias sexuales y fuentes anónimas, esto es un escándalo, sí, pero no para McCain", escribía ayer en The Washington Post Michael Gerson, un antiguo colaborador del presidente George Bush. El analista de la NBC Mike Barnicle opinaba que el periódico "no ha sido capaz aún de demostrar lo que su información daba a entender pero no probaba". El reportaje publicado el miércoles por The New York Times afirmaba que, hace 10 años, cuando McCain presidía el Comité de Comercio del Senado, había intervenido en varias ocasiones a favor de varias empresas de comunicación para las que hacía lobby en Washington una estrecha amiga del senador, Vicki Iseman. Añadía que los colaboradores de McCain, convencidos de que esa relación se había hecho amorosa, trataron de convencerle para que la interrumpiera.
Uno de los principales columnistas del Times, David Brooks, escribía ayer que, aunque él no conoce las fuentes de la información del periódico, éstas no pueden estar muy lejos de dos asesores de McCain durante años que mantienen entre sí una larga y ciega rivalidad.
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