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Reportaje:

Esta tarde, seis clones, seis

La industria surgida tras 'Dolly' replica mascotas, purasangres y ahora ganado

El 23 de febrero de 1997 el mundo conoció boquiabierto la existencia de Dolly, el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta. "No hay límites y toda la ciencia ficción es verdadera", resumió el biólogo de la Universidad de Princeton Lee Silver. La teoría era conocida tiempo antes, pero sólo el escocés Ian Wilmut realizó con éxito la transferencia nuclear (popularmente, clonación reproductiva).

Tras Dolly, laboratorios de todo el mundo se lanzaron a clonar animales. Perro, gatos, cabras, especies en extinción, cada año se sucedían los avances. Hasta surgieron voces (que consiguieron mucho eco) como la secta de los raelianos, o como el ginecólogo italiano Antinori que aseguraban haber clonado humanos. No fue cierto.

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Pero con los años los anuncios dejaron de sucederse y pareció que la clonación no colmaba las expectativas que levantó el nacimiento de Dolly. Además, la prematura muerte de la oveja más famosa del mundo, levantó dudas sobre el procedimiento y sobre si los clones eran normales. "Dolly tenía artritis, pero no murió por ella, sino por un virus común en las ovejas. Sus cuidadores la tuvieron demasiado tiempo en establo para protegerla. Y eso tuvo el efecto opuesto: se contagió de otras ovejas", explica Lluis Montoliú, del Centro Nacional de Biotecnología.

Aunque con frecuencia los clones presentan anomalías (el proceso de clonación no está del todo controlado) "si consiguen tener descendencia, ésta es normal", añade Montoliú.

Parecía que Dolly fue un espejismo, pero con poco ruido ha surgido una industria de la clonación. La surcoreana RNL Bio afirma que ha recibido el encargo de clonar el perro de una millonaria estadounidense que está dispuesta a pagar 150.000 dólares. La estadounidense Cyagra clonó en 2006 al toro Houdini "una leyenda del rodeo". Elaine Halle pagó 150.000 dólares (unos 101.200 euros) a Viagen para clonar a su caballo Royal Blue Boon, con el que había ganado más de 2,5 millones de dólares (1,68 millones de euros). Además, se clonan animales transgénicos, ejemplares a los que mediante ingeniería genética se les ha conferido la propiedad de sintetizar alguna proteína, como la cabra transgénica de la empresa GTC Biotherapeutics que produce una proteína para la coagulación de la sangre.

Pere Puigdomènech, miembro del Grupo Europeo de Ética en Ciencia de la Comisión Europea, explica que la clonación tiene utilidades: "Sirve para clonar animales muy valiosos, pero no tiene ventajas si se trata de clonar animales para alimentación".

Ante la proliferación de clones, es previsible que tarde o temprano acaben en el plato. La Agencia Estadounidense de Alimentos (FDA) y la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria han concluido que comer carne de un animal clonado es seguro.

Lo que nadie ha estudiado es si la clonación de toros de lidia evitará que los toros rueden por el albero nada más salir de toriles o en cuanto atisben el capote. Tampoco cómo reaccionará el aficionado cuando llegue a la plaza a las cinco de la tarde y vea en el cartel: "Esta tarde: seis clones, seis". Y mucho menos si algún diestro osaría enfrentarse a un clon de Islero, el toro que mató a Manolete. La clonación aún siembra dudas.

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