El compromiso de Cildo Meireles obtiene el Premio Velázquez
La obra del escultor brasileño fue elegida por unanimidad del jurado
"España ha sido siempre la cultura que más me ha emocionado", afirmaba ayer Cildo Meireles desde Río de Janeiro, ciudad en la que trabaja y donde nació en 1948. Poco antes, se había conocido su elección por unanimidad como Premio Velázquez 2008, dotado con 90.450 euros. Y sus recuerdos se remontaban a sus años de formación. "A los 12, mi padre me regaló un libro de Goya y me fascinó. La pintura española ha jugado un gran papel en la historia del arte y por eso este premio es importante para mí. Además, mi primera gran exposición individual fue en el IVAM en 1995".
Parece natural que a su memoria acuda Goya antes que Velázquez, dada la vertiente política de su trabajo. "Hay una parte de mi obra que tiene esa lectura, pero huyendo de lo panfletario. Creo que la obra artística tiene que dialogar con la historia del arte. El aspecto político es importante, pero no lo es todo. Por circunstancias de mi vida, me sentí más cerca de Goya desde el principio, y de El Greco, que es otro de los grandes pintores que admiro".
Con todo, también se rastrea la impronta de Velázquez en este artista que en los años sesenta propuso una visión singular aparte del conceptualismo y el formalismo reinantes. Si Las meninas, por ejemplo, invitan al espectador a adentrarse en la escena, Meireles considera que la interacción del público es la que completa la obra. "En efecto", admite. "Es una parte estructural de muchas de mis piezas. Fue algo que interesó a muchos de los artistas brasileños. Se intentaba ampliar el campo de percepción. Hacer participar todos los sentidos, no sólo a la visión". Este creador emplea la vista, el olfato y el tacto como una reflexión sobre la percepción del arte en instalaciones, esculturas y performances.
Pese al reconocimiento de ayer (su candidatura fue propuesta por 7 de los 14 miembros del jurado), se pudo ver poco de su obra en la recién clausurada edición de Arco, que se dedicaba, precisamente, a Brasil. "Es que en estos momentos estoy muy absorbido por dos proyectos", se excusaba ayer. "Una exposición de dibujos que abro el día 26 en el Museo de Curitiba (Brasil), y en octubre tengo una retrospectiva en la Tate Modern de Londres, con piezas grandes desde los sesenta hasta ahora. Y voy algo retrasado".
Lo que se podrá ver en estas instituciones es la obra de uno de los artistas que ha desarrollado el lenguaje de la instalación y el arte conceptual de modo más claro y sólido. "El arte conceptual, irónicamente, aspiraba a la democratización de la expresión artística. Pero terminó siendo excesivamente verbal y aburriendo a un público al que se forzaba a leer horas y horas. Siempre pensé que un artista no debe abdicar del aspecto de seducción de su trabajo. Todo se resumía en eso para mí. No abominé del arte conceptual, pero intento trabajar conceptualmente con otra intención. El arte debe secuestrar al espectador, al menos por unos instantes".
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