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Reportaje:

La hemorragia persiste en EMI

Los Stones publicarán en Universal tras 16 años en la casa: otra 'fuga' de estrellas tras las deserciones de artistas como Paul McCartney o Radiohead

Ante el estupor generalizado, el drama de EMI sigue desarrollándose. En un comunicado difundido ayer por Rolling Stones, la banda hizo público su acuerdo con Universal para publicar en marzo la banda sonora de Shine a light, el documental que sobre el grupo ha rodado Martin Scorsese y que abrirá la sección oficial del próximo Festival de Berlín. Pese a que el acuerdo se ha cerrado, en principio, para un solo disco y que no es extraño que las bandas sonoras vean la luz con otras compañías que los álbumes, digamos, oficiales de los grupos, el movimiento ha sido interpretado por la industria como otro episodio más en la hemorragia de artistas y empleados de EMI.

Porque los Stones no están solos: en la central londinense de la compañía se escucha el clamor de músicos como la cantante de soul Joss Stone y el grupo The Verve, que se suman al coro de Radiohead, Paul McCartney (ambos han dejado la disquera) o Robbie Williams (declarado en huelga sui géneris) y afirman haber perdido la confianza en sus nuevos propietarios, Terra Firma, que adquirió la compañía por 2.400 millones de libras y cuyo lema es: "Buscar los peores negocios en los sectores más complicados". Los temores de los artistas parecen legítimos: se anuncia una reducción de plantilla que afectará a 2.000 empleados, lo que significa a corto plazo un deterioro de sus servicios, sobre todo, de promoción.

Martin Scorsese ha rodado un documental sobre la banda de rock
La compañía es propietaria de obras que siguen vendiendo millones
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Los actuales directivos aseguran que compensarán la sangría humana con la apuesta-por-las-nuevas tecnologías, algo que no convence a los artistas. ¿Su temor? Que EMI pierda la eficacia para comercializar la nueva música y se centre en explotar su catálogo dorado, el patrimonio en el que Terra Firma buscará impulso para revalorizar hasta en tres o cuatro veces con vistas a una futura y no muy lejana venta.

Un empeño, dado el estado de crisis de la industria, que no podría ni plantearse sin el impresionante archivo de la discográfica. Las joyas de EMI se antojan inabarcables. Y vienen de largo. La historia de Electric and Musical Industries, que comienza en 1898, es la de la misma fonografía. La compañía posee incluso el famoso cuadro de Francis Barraud en la que un perro escucha un gramófono (una imagen que bautizaría uno de sus sellos, La Voz de su Amo). EMI acompañó la expansión colonial del imperio británico, instalándose en los cinco continentes, lo que explica que tenga el más rico catálogo global de todas las (cinco) multinacionales. Se implantó en EE UU en 1957, al comprar Capitol Records.

La voracidad de EMI parecía insaciable: ha ido adquiriendo potentes compañías como Chrysalis, Virgin o Mute, aunque luego ha preferido financiar indies para fichar nuevo talento y establecerse en campos especializados: Manhattan, Hut, Astralwerks, Real World, Food, DFA.

EMI está presente en todos los campos: desde el jazz, con Blue Note, a la música cristiana, con Sparrow. En la música popular, la discográfica es propietaria de las obras maestras de figuras que siguen vendiendo millones anualmente. Muchos millones. The Beatles, Pink Floyd, Frank Sinatra, Nat King Cole, Edith Piaf, Charles Aznavour, los Beach Boys, Deep Purple, David Bowie, Duran Duran, Iron Maiden, Queen, John Lennon, Kraftwerk, Radiohead, Blur, Pet Shop Boys, los Rolling Stones, Manu Chao o Héroes del Silencio. Se trata de unas grabaciones cada vez más rentables, gracias a la publicidad, las bandas sonoras y las reediciones remasterizadas y/o expandidas. Se trata de éxitos seguros, que no incorporan el factor de riesgo y apuesta que sí exige la creación y promoción de nuevos artistas en un momento de incertidumbre como éste.

En España, EMI siempre ha tenido una inquebrantable vocación pop. Fue la responsable de lanzar al Dúo Dinámico, el primer grupo local que reflejaba, aunque fuera de forma muy tibia, la eclosión del rock and roll. En la actualidad, su plantilla artística incluye a Amaral, Camela, Dover, Bebe, Enrique Bunbury, Luz Casal o Enrique Morente.

Su catálogo clásico es uno de los patrimonios más valiosos de la música universal. La famosa Voz de su Amo está en toda discoteca melómana que se precie. Sus acuerdos históricos con orquestas, con directores, cantantes, instrumentistas o formaciones de cámara reúne a los grandes, a figuras históricas y a instituciones, como la Filarmónica de Berlín, que son referencia constante y que continúa grabando para el sello.

Entre los más exitosos y de venta continua asegurada están las grabaciones de Maria Callas, que lanzan cada dos por tres en diferentes colecciones o formatos para mantener a la diva muy presente en todos los escaparates. Pero también cuentan con otras voces como la de Elisabeth Schwarzkopf, Fischer-Dieskau, Giuseppe di Stefano, Victoria de los Ángeles o Franco Corelli. Y entre los vivos y muy activos, discos de Roberto Alagna, Angela Gheorghiu, Natalie Dessay, Barbara Hendricks, Ian Bostridge o el barítono Thomas Hampson.

Las batutas son un fondo que cuidan especialmente. Y están las mejores. De nombres históricos como John Barbirolli, Thomas Beecham, Wilhelm Furtwängler, Otto Kemplerer, Herbert von Karajan, Sergio Celebidache o Giulini, a maestros en activo como Claudio Abbado, Riccardo Muti, Simon Rattle, o Mariss Jansons.

También han cuidado e impulsado la carrera de muchísimos solistas además de reeditar interpretaciones míticas de pianistas como Sviatoslav Richter, Arturo Benedetti Michelangeli, violonchelistas y violinistas como Jacqueline du Pré, Rostropóvich, Pau Casals o Yehudi Menuhin a los que se unen hoy nombres como Barenboim, Marta Argerich o los ascendentes Leif Ove Andsnes, Evgeny Kissin, Sarah Chang, a los que no han renunciado, todavía, a promocionar.

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