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Berlusconi entra en campaña tras otro proceso por corrupción

Enric González

Silvio Berlusconi ya no utiliza apenas la camisa y la corbata. Viste una camiseta negra bajo el traje, un uniforme de campaña con el que viaja por toda Italia. Il Cavaliere, como la mayoría de los políticos, está convencido de que 2008 será año de elecciones, y aprieta el acelerador con el objetivo de una tercera etapa como presidente del Gobierno.

Un tribunal de Nápoles le investiga por presunta corrupción, bajo la acusación de que, como presidente, obligó a la televisión pública RAI a coordinar la programación con las cadenas privadas berlusconianas.

Como en otras ocasiones, el aparente clima preelectoral coincide con un problema judicial de Berlusconi. Romano Prodi afirma que dispone de "la mayoría política" y le quedan "60 meses en el Gobierno", pero se trata de un optimismo con poco fundamento.

El Parlamento aprobó ayer al fin los presupuestos, tras una cadena de votaciones agónicas y un proceso que el propio presidente de la República, Giorgio Napolitano, ex comunista y miembro del centro-izquierda, calificó de "caótico". Walter Veltroni, líder del Partido Democrático y jefe real del centro-izquierda, admite en privado que la supervivencia del Gobierno resulta cada vez menos probable.

Berlusconi, como de costumbre, acusa a los jueces de perseguirle por razones políticas. Como respuesta, alguien de los tribunales napolitanos filtró a la prensa una conversación telefónica entre Il Cavaliere y Agostino Saccà, responsable de la producción de series en la televisión pública, grabada por la policía como parte de la investigación. Cabe recordar que esas filtraciones son ilegales, aunque se produzcan de forma casi cotidiana.

Berlusconi dijo que la difusión de un diálogo privado constituía "un ataque violento y criminal" y añadió un poco más de leña al fuego: "En la RAI son todos recomendados, todo el mundo sabe que allí sólo trabaja quien se prostituye y quien es de izquierdas". Con lo de la prostitución, Il Cavaliere hacía referencia tal vez a una anterior investigación judicial en la que se descubrió que, durante el periodo de gobierno berlusconiano, altos cargos de la posfascista Alianza Nacional obtenían favores sexuales de jovencitas a cambio de colocarlas como figurantes en programas de televisión.

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La conversación entre Berlusconi y Saccà contiene numerosos pasajes cómicos. Saccà da coba de forma desenfrenada al líder de la oposición: "Es usted cada vez más amado por el país (...), existe un vacío que usted cubre de forma emotiva". "Sí, me toman por el Papa", responde Berlusconi, quizá de forma irónica.

Luego, Il Cavaliere saca su lista de recomendaciones: pide papeles para dos jóvenes actrices, Elena Russo y Evelina Mannà, sugiriendo que ello le ayudará a convencer a un senador del centro-izquierda de que vote contra Prodi. "Esta Mannà me ha sido sugerida por alguien con quien estoy negociando", explica Berlusconi. "Sí, sí, hay un proyecto interesante, ahora mismo la llamo", responde Saccà refiriéndose a Russo. Para Mannà no se le ocurre nada, pero se compromete a llamarla.

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