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Reportaje:

Vuelve a casa el tesoro amerindio

Piezas robadas que se expusieron en Santiago en 1996 regresan a Perú

La colección privada más importante de arte precolombino llegó a Santiago en 1997 de la mano de Mario Tagliaferri, el nuncio del Papa en España, y diez años después va camino de salir a golpe de autos judiciales. La exquisita muestra de la cultura amerindia reposó esta última década en un almacén de mudanzas de Santiago y ahora la Justicia, después de confirmar que gran parte de las piezas fueron expoliadas y sacadas ilegalmente de los países americanos, la devuelve por entregas a sus lugares de origen.

Los primeros 31 objetos, que Leonardo Patterson, un personaje oscuro, mitad coleccionista mitad delincuente, con antecedentes por tráfico de animales exóticos en Suiza, exhibió en Santiago en dos exposiciones distintas a finales de los 90, le serán entregados esta tarde en el Museo de América en Madrid a los representantes de la Embajada de Perú, ante la mirada atenta de la Brigada de Patrimonio del Cuerpo Nacional de Policía.

Los objetos serán entregados hoy a representantes de la embajada peruana
La colección ha permanecido años en una nave de mudanzas

La orden la dictó el juez decano de Santiago, atendiendo una comisión rogatoria del Juzgado de lo Penal número 33 de Lima que reclamaba la devolución de ese tesoro cultural. Después de que las piezas fueran catalogadas durante semanas, el peritaje realizado por una arqueóloga en Madrid determinó que 31 de las 36 objetos reclamados debían regresar a Perú. Consultado por el juez que instruye el caso en España, el propio Patterson accedió y aprobó su devolución hace ya algunas semanas. A cambio, el ministerio de Perú se ha comprometido a abonar la custodia de las obras de arte a la empresa de mudanzas compostelana.

Hace diez años las vitrinas de los museos compostelanos exhibieron máscaras olmecas, vasos mayas, incensarios aztecas y diferentes atavíos funerarios de incalculable valor, así como una sección denominada El Dorado, que contenía un centenar de piezas de oro moche y que fue el principal reclamo para las visitas, incluida la de la líder indigenista y Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, que apadrinó la exposición y apareció en las fotos al lado del ex presidente de la Xunta, Manuel Fraga, y del ex alcalde de Santiago, Xerardo Estévez, instituciones que financiaron la muestra.

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Durante la inauguración con cierto tono teatral, el propio Patterson anunció que no habría más oportunidad de contemplar todo su legado en su conjunto y que sólo había accedido a mostrarlo al comprobar que los muros de Santiago eran el mejor expositor para su obra. Tal vez sin saberlo, Patterson estaba diciendo la verdad. Fuentes proximas a la investigación pronostican que otros objetos no tardarán en cruzar el charco.

Las autoridades peruanas han reclamado otras 200 y lo mismo han hecho los gobiernos de Argentina y El Salvador. En México y Guatemala tampoco le pierden la pista a las joyas arqueológicas, más de 1.200, valoradas en 72 millones de euros, que Patterson pretendió vender a la Xunta, por 3.000 millones de pesetas, hasta que el informe de una perito experta en arte precolombino frustró la operación. En sus conclusiones advertía a los responsables de Patrimonio del Gobierno gallego de que la titularidad de la colección era ilícita y de que las piezas procedían del saqueo de El Cerro de la Mina, una pirámide mochica levantada en el siglo I. Los actuales gestores de la Consellería de Cultura no confirman ni descartan la posibilidad de aquella transacción. Se limitan a decir que si los hubo, los papeles de la negociación se perdieron, como tantos otros, en el traspaso de poderes.

Mientras, el resto de piezas precolombinas seguirán apiladas en el almacén de la empresa de mudanzas a la espera de que el supuesto coleccionista u otro juez decreten la clausura del insólito museo.

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