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El Observador Global
Columna
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Adivine el personaje

Moisés Naím

El domingo es un buen día para jugar a los acertijos. Así que juguemos a adivinar el personaje. A continuación, voy a ofrecer datos que en su conjunto perfilan a un líder actual de fama mundial y que usted debe tratar de adivinar. Será fácil; pero no se apresure. A veces lo que parece obvio no lo es tanto. Además, el proceso de adivinar quién es este personaje aclara ciertas realidades del mundo de hoy. Veamos.

- El personaje

Este hombre, hoy cincuentón, apareció en la escena de su país y del mundo en los años noventa conquistando la presidencia de su país a finales de esa década. Sus denuncias contra la corrupción y contra las oligarquías que saqueaban al país le granjearon gran popularidad en una población harta de que la pobreza imperara en un país rico en petróleo y otros recursos naturales. A comienzos de la actual década fue reelegido como presidente, cargo que hoy día sigue ocupando.

Si usted pensó que el personaje era Hugo Chávez, acertó; y si creyó que era Vladímir Putin, también

Su presidencia ha estado marcada por sus conflictos con los partidos políticos tradicionales, los grupos económicos y los medios de comunicación. Todas estas batallas las ha ganado y hoy controla casi todos los centros de poder político, económico, militar y mediático de su país.

A sus allegados les ha ido muy bien: mientras la oligarquía anterior ha perdido el control de canales de televisión, radios, bancos y otras importantes empresas, una nueva oligarquía cercana al Gobierno ha florecido, alcanzando niveles de riqueza y corrupción superiores a la oligarquía que suplantó. Los principales cargos en el Gobierno, empresas públicas y servicios de inteligencia los ocupan leales amigos del presidente, la mayoría antiguos compañeros en su anterior carrera, en la que alcanzó el rango de teniente coronel.

El dominio de la industria petrolera del país, el negocio más importante de la nación, produjo duros enfrentamientos que también ganó nuestro personaje, quien hoy día ejerce el control absoluto de esa industria. Este control de la energía y de los inmensos ingresos que produce le ha permitido aumentar mucho su influencia internacional, sobre todo en países vecinos.

Este presidente también dio un giro muy profundo a la política exterior de su país, en especial con respecto a Estados Unidos. Mientras su predecesor había sido un confiable aliado de Estados Unidos, él adoptó en cambio una actitud más pugnaz hacia la superpotencia.

Quizás el dato más importante para adivinar quién es este presidente sea el hecho de que, mientras usted está leyendo esto, en el país del personaje se está llevando a cabo un importante evento electoral que, si bien no es para escoger un nuevo mandatario, es una elección que definirá el rumbo del país por muchos años. De resultar favorable al Gobierno, esta elección llevará a concentrar aún más poder en nuestro personaje. Tanto la oposición como la prensa internacional han acusado al Gobierno de usar los inmensos recursos públicos, así como el control que tiene sobre el árbitro electoral, para garantizar que el resultado sea el deseado por el presidente. El mandatario ha denunciado una maniobra internacional y además no ha permitido la presencia de observadores internacionales que garanticen la pulcritud del proceso electoral.

- ¿Quién es?

Si usted adivinó que el perfil anterior es el del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, acertó. Pero también acertó si pensó que todo lo anterior describe con exactitud al presidente de Rusia, Vladímir Putin.

Y esto es lo interesante. Las distancias geográficas, históricas y culturales entre Venezuela y Rusia son enormes. Y a pesar de que ambos presidentes llegaron a ser tenientes coroneles (Chávez, del Ejército venezolano, y Putin, del KGB), no podrían ser más distintos como personas.

Sin embargo, la manera como ambos alcanzaron, usan y retienen el poder es increíblemente similar. Y estas similitudes arrojan interesantes claves sobre el mundo de hoy.

- ¿Y qué importa?

Ambos son ejemplos de las nuevas y más sutiles formas que toma el autoritarismo en nuestros tiempos. Son líderes que alcanzan el poder por la vía democrática y que luego se las arreglan, respetando ciertas formalidades y guardando las apariencias, para concentrar el poder hasta el extremo de subvertir la democracia. Tanto Putin como Chávez han logrado debilitar y minimizar las fuerzas e instituciones que impiden que en las democracias el poder se concentre de manera excesiva: el Parlamento, el poder judicial, los medios de comunicación o los poderes regionales. Para lograr esto no basta con la disposición a usar el poder de manera tal que infringe las reglas del juego democrático. También es necesario contar con otros dos recursos con los que ambos presidentes han contado: petróleo y apoyo popular.

Los altos precios del petróleo han permitido un enorme gasto público que ayuda a ganar simpatías. Pero esto no basta para explicar la popularidad de Putin y Chávez.

Sus mensajes también han encontrado gran aceptación en pueblos cansados de líderes incapaces de darles lo que esperan y hartos de la corrupción que les rodea.

Pero hay otro aspecto en que Putin y Chávez se parecen. A ambos no les están funcionando tan bien como antes las ideas y las prácticas que les han dado tanto poder. ¿Cómo explicar si no la inseguridad que ambos han demostrado ante estas elecciones?

¿Cómo es posible que con tanto dinero, tanto poder, y tanta popularidad tengan que recurrir a todo tipo de trucos y ventajismos para asegurar los resultados electorales de hoy? Éste es otro acertijo que no es difícil de adivinar. Y cuya respuesta también dice mucho.

mnaim@elpais.es

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