Chávez llama a los venezolanos a votar con el corazón en el referéndum
Chavistas críticos dudan que la reforma se apoye en valores democráticos
Hay una anécdota que muchas personas refieren en Venezuela para explicar por qué a pesar de la corrupción impune y de la inseguridad ciudadana imparable (11 asesinatos al día sólo en Caracas durante noviembre), el presidente Hugo Chávez ha vencido en los siete procesos electorales que ha afrontado en nueve años.
La anécdota la relatan, por ejemplo, José Vicente Rangel, el que fuera vicepresidente de Venezuela entre 2002 y enero de 2007 o el profesor de Sociología en la Universidad Central de Venezuela, Ignacio Ávalos. Rangel hablaba con una anciana y Ávalos con un manifestante chavista. En un momento dado el profesor o el político preguntan a sus interlocutores por qué votan a Chávez. Y la respuesta viene a ser la misma: "Es que el día en que Chávez se vaya yo... me vuelvo otra vez invisible".
A esa gente que se siente por fin atendida por alguien que habla su propio lenguaje dirige Chávez una parte, pero sólo una parte, de su campaña a favor de la reforma constitucional que se someterá a referéndum el próximo domingo. "Si votas por el sí, votas por mí", les dice el presidente. "Chávez ha planteado esto en términos de amor, de cariño, de fidelidad. Y eso no es un detalle menor. Su mensaje es muy simple, pero muy potente", indica Ávalos.
En los anuncios de Chávez se usa la palabra "resteo", que en Venezuela se asocia a la lealtad. Entre 2002 y 2003, cuando la oposición convocaba huelgas nacionales, los "invisibles" cantaban: "Con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo. Ahora, cuando sus seguidores corean "con Chávez me resteo", él se lleva las manos a los hombros como abrazándolos.
La otra parte de su mensaje va dirigida a los chavistas que creen en él, pero no en su reforma, una reforma que permitiría abolir el límite de dos mandatos que impone la Constitución actual al presidente. "Si los chavistas críticos deciden votar en contra de la reforma, la cosa se le complicará a Chávez. Por eso les recuerda que si votan no lo harán al lado de ciertos golpistas. Si esos chavistas se quedan en casa, Chávez ganará", señala Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis.
Así pues, el resultado puede depender de lo que hagan gente como Javier Biardeau, profesor de Sociología de la Universidad Central de Venezuela. Biardeau votó desde 1998 siempre a favor de Chávez. Pero no cree en la reforma. "Con ella se viola la identidad del Estado, porque un Estado socialista no es lo mismo que un Estado social y democrático de derecho. Además, en ella el poder popular termina siendo un apéndice organizado por el poder público ejecutivo. Y se autoriza la construcción del modelo económico socialista por decreto, sin pasar por la legalidad".
Tras estas afirmaciones, cabría pensar que Biardeau votará no. Sin embargo, aún no ha anunciado su voto. "Esperaré hasta el viernes para anunciarlo. El problema es que cualquier desacuerdo aquí se tramita como una traición. Se está naturalizando una cultura estalinista. Ese gran debate que se iba a dar en Venezuela sobre el socialismo del siglo XXI se está convirtiendo en una opción entre lealtad o traición hacia el presidente. Y en este terreno no se puede debatir ninguna idea".
En el bloque del no la única duda era si votar no o abstenerse. Los partidos opositores coquetearon con la abstención alegando que la limpieza del sufragio no estaba garantizada. Pero en privado algunos dirigentes reconocen que todo estaba calculado para cuestionar al Comité Nacional Electoral hasta el último momento. "Pero lo que digan los partidos opositores no es tan relevante, porque los militantes de todos los partidos no llegan ni al 10% de la población", señala León.
A falta de partidos con verdadera fuerza, la Conferencia Episcopal se pronunció a favor del no. Pero el brazo más visible contra la reforma no lo abandera la Iglesia, sino los estudiantes. Chávez los tacha de "niños de papá" y asegura que no representan más que al 10% de todos los estudiantes del país. El domingo quedará aclarada en las urnas la verdadera fuerza de cada uno.
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