Añeja elegancia
La carrera de José Luis Garci se divide claramente en dos etapas. En la primera, entre 1977 y 1987, analiza la España de su tiempo a través de diversos retratos, quizá un tanto almibarados pero desde luego apasionados, que conectan con el público (y hasta con los Oscar) gracias a una ternura cercana al sentimentalismo, una nostalgia desilusionada a causa del franquismo, y un eficaz catálogo de referentes populares relacionados con la música (Luna de miel, de Gloria Lasso, en el travelling final de Asignatura pendiente), el cine (el "no se puede vivir sin Rossellini" de Sesión continua) y hasta el fútbol (el olor del césped de El Molinón).
Sin embargo, en 2002, inicia con Canción de cuna una etapa bastante menos interesante, que le lleva hasta hoy mismo, con el estreno de Luz de domingo, basada en un relato de Ramón Pérez de Ayala, amigo en los inicios del siglo XX de Gregorio Martínez Sierra, a la sazón autor de Canción de cuna, con lo cual el círculo queda cerrado.
LUZ DE DOMINGO
Dirección: José Luis Garci.
Intérpretes: Alfredo Landa, Álex González, Paula Echevarría, Carlos Larrañaga.
Género: drama.
España, 2007.
Duración: 110 minutos.
En este segundo periplo, Garci echa mano de textos de discutible vigencia, o inventa otros (junto a Horacio Valcárcel) en los que resulta particularmente difícil adentrarse a causa de su particular forma de hacer cine.
En Luz de domingo, el director vuelve a demostrar su gusto por el mejor encuadre, por la fluidez del relato a la manera clásica (las secuencias, casi siempre unidas por encadenados y, esporádicamente, por fundidos a negro) y por un hermoso tratamiento de la luz, tanto en interior como en exterior. Sin embargo, sus teorías acerca del sonido siempre han sido materia de crítica. Celebramos que los tiempos de los doblajes (con voces propias o ajenas) hayan pasado a mejor vida, pero la utilización del sonido ambiente en Luz de domingo resulta atroz (los constantes cantos enlatados de pajarillos y gaviotas; ese Danubio Azul tocado por la banda del pueblo al estilo filarmónica).
En cuanto al fondo, el núcleo de la historia de Pérez de Ayala (el caciquismo, el orgullo, la venganza, la templanza) está narrado con cierta garra, apoyado en las magníficas interpretaciones de Alfredo Landa y Carlos Larrañaga, pero buena parte del texto también se sustenta en conversaciones, de los secundarios o de los jóvenes amantes, más típicas de una radionovela que del cine contemporáneo. De modo que uno se pregunta por qué no haber incidido en el estado psicológico de los protagonistas tras la cruenta violación, en lugar de huir con esas rancias escenas costumbristas.
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