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Reportaje:

Viaje a la cámara acorazada de los secretos de Einstein

La Universidad Hebrea de Jerusalén custodia el legado del científico

Naiara Galarraga Gortázar

Albert Einstein no tenía un archivo, pero tenía a Helen Dukas. Una devota secretaria; protectora y eficaz. Ella ordenó los papeles que dejó el científico y activista al morir en 1955, a los 76 años. La tarea le llevó más de dos décadas. La señora Dukas murió en 1982, tres semanas después de cumplir su última misión: enviar a la Universidad Hebrea de Jerusalén lo que, ahora sí, era un archivo. Lo estipulado por su jefe en el testamento.

El legado se guarda en un sótano de esta universidad pública israelí. Una habitación sellada donde sólo entra el puñado de empleados del archivo y, "si acaso, el técnico del sistema de climatización", explica su comisario, Roni Grosz. Los investigadores se deben consolar con copias. Continuamente suman hallazgos. Nada de originales, que están muy caros. "Mire esta carta que subasta Sotheby's. Sale por 8.500 euros. No puedo pagar tanto por un solo documento". En Jerusalén se atesoran 60.000 objetos. Son los escritos científicos del físico, su correspondencia, sus diarios de viaje, fotos, la medalla del Nobel...

Einstein, judío agnóstico, respaldó con entusiasmo la fundación de la Hebrea de Jerusalén porque "hacía falta una universidad donde cualquier judío pudiera estudiar". Corrían los años veinte. Tenía en mente a los refugiados judíos del este de Europa, vetados en las universidades alemanas.

Grosz y su equipo husmean en catálogos y en eBay. "Cuando encuentro algo, pido al dueño que nos envíe una fotocopia o, mejor, una copia escaneada". Y amplía un archivo que nació cojo. "Einstein nos dejó las cartas recibidas pero no, obviamente, las que envió. Tenemos una parte de la historia... ¡y no es la buena!".

Ya no quedan grandes descubrimientos. El último, las cartas diarias que escribía durante sus viajes a sus dos esposas e hijos, fue difundido el verano pasado. En esos 3.500 folios les cuenta abiertamente sus amoríos con otras mujeres y se queja de acoso. "Es un hecho. Él no las perseguía, ¡eran ellas!", asegura Grosz.

El Nobel de Física de 1921 es, aún hoy, uno de los principales benefactores de la Universidad Hebrea. Junto al legado le dejó una mina: los derechos sobre su imagen y su nombre. Forbes le colocó recientemente en el quinto puesto de los famosos que más dinero han generado desde la tumba: 12,3 millones de euros. Grosz responde: "No sé de dónde sacan su información. Aquí no han llamado". Telefonear a la portavoz tampoco es muy útil: "La de Forbes no es correcta, no damos la cifra". La Universidad Hebrea reveló en 2005 que el difunto había aportado a la caja 6,8 millones de euros. "Muchísimo del dinero lo gastamos en pleitos para proteger su imagen". Einstein es un excelente mecenas porque, como dice Grosz, "no hace preguntas". Su dinero se puede invertir en necesidades poco lucidas como "un sistema de canalización".

Reciben pocas visitas. Aunque las consultas llegan a miles por Internet. Hay de todo. Einstein no era autista, aunque tenía rasgos de la enfermedad. Y no, tampoco era zurdo.

Roni Grosz, el pasado martes en su despacho de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Roni Grosz, el pasado martes en su despacho de la Universidad Hebrea de Jerusalén.N. G.

Felicitaciones y fórmulas

Los de Einstein eran otros tiempos. Se escribían cartas. El físico se carteaba con mucha gente, incluido Pablo Casals. El músico le escribió para felicitarle por el que sería su penúltimo cumpleaños (a la derecha).

No podemos reproducir aquí el original de la teoría de la relatividad porque no existe. "Nadie lo consideró entonces valioso", explica el comisario del archivo Einstein de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Roni Grosz. Una vez publicado, seguramente acabó en la papelera. Pero la famosa fórmula aparece en la primera línea de este manuscrito, titulado E=mc2: el problema más urgente de nuestro tiempo,que envió en abril de 1946 a Science Illustrated (abajo).

Una vez se hizo famoso, Einstein viajó mucho por el mundo. Desde cada viaje escribía a su familia a diario. En una carta datada en Buenos Aires en abril de 1925 le cuenta a su segunda esposa, Elsa, cómo van las cosas. Relata lo mucho que trabajaba, el dinero que ganará y su visita a una sinagoga. "Aunque para algunos sea molesto, lo que más me incomodó fue el amor de nuestros judíos. Pude trabajar agradablemente para los sionistas. Sus asuntos están ganando territorio aquí también". En mayo de 1948 se creó Israel. Einstein declinó en 1952 la oferta de presidir el Estado judío. Pero su legado permanece en Jerusalén. Como él deseó.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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