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A la Barcelona 'fashion' no le gustan las castañas

Ventas y puestos bajan cada año. Los vendedores culpan al Ayuntamiento

Las castañas son tradicionales del día de Todos los Santos porque, según antiguas creencias, simbolizan el alma de los difuntos y cada una que se come, tras estallar en el fuego, es un alma que se libera del purgatorio. A tenor de la leyenda, si sólo dependiese de Barcelona, cada vez serían menos los espíritus que se libran de las llamas del infierno. Quedan 33 puestos de venta de castañas y boniatos en la ciudad, al menos siete menos que hace ocho años, y las ventas de cada uno de estos puestos también baja de otoño en otoño.

Las castañas son tradicionales del día de Todos los Santos porque, según antiguas creencias, simbolizan el alma de los difuntos y cada una que se come, tras estallar en el fuego, es un alma que se libera del purgatorio. A tenor de la leyenda, si sólo dependiese de Barcelona, cada vez serían menos los espíritus que se libran de las llamas del infierno. Quedan 33 puestos de venta de castañas y boniatos en la ciudad, al menos siete menos que hace ocho años, y las ventas de cada uno de estos puestos también baja de otoño en otoño.

Las suaves temperaturas de los últimos tiempos influyen en este mal trance por el que pasa la tradición, pero los vendedores, los castañeros, apuntan con el dedo sobre todo al Ayuntamiento y su política restrictiva de licencias de venta ambulante en Barcelona como el causante de la situación. "Como Barcelona es tan cosmopolita, tan fashion, tan cool..., pues parece que no puede tener puestos de castañas en la calle", protesta la hija de Montserrat Izquierdo, que mantiene desde hace 29 años su punto de venta en la esquina de la calle de Aribau con la Gran Via de Barcelona.

La licencia que pagan los castañeros oscila entre 165 y 300 euros anuales en función de la ubicación del puesto en la ciudad y el tiempo de apertura al público. Un coste al que se añade el del carbón, más la materia prima. La electricidad, que hasta ahora la facilitaba el Ayuntamiento gratis, se la tienen que empezar a procurar los vendedores con generadores propios.

Josefina Rodríguez es la propietaria de uno de los puestos con más solera de Barcelona, el situado delante del antiguo Sepu (hoy la tienda Nike) en La Rambla de Barcelona. Su familia vende allí castañas durante dos meses todos los años desde hace 49, y tiene muy clara la evolución de esta tradición. "Se vende muchísimo menos que antes, sobre todo entre los de aquí; ahora los que más compran son los turistas, sobre todo los italianos y los franceses", explica mientras una pareja de visitantes extranjeros aguarda a llevarse un cucurucho caliente lleno de castañas. Los inmigrantes latinoamericanos son también buenos clientes de la familia Rodríguez, ya que compran muchos boniatos asados, que ellos llaman camote.

Menos licencias

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Hasta cuatro miembros de la familia de Josefina la acompañaban ayer en el puesto como "refuerzo" por el día de Todos los Santos. Pero este año ha sido "más flojo". "Por el calor", dice ella, "por el dinero", corrige un pariente. Venden la docena de castañas a 2,5 euros, aunque en otros puestos llegan a pedir 3,5. Pero los dueños de este puesto también cargan contra el Ayuntamiento y aseguran que "quiere quitar puestos, las licencias no se pueden heredar y cuando muere un propietario, ya no la vuelven dar".

Los distritos son los encargados de gestionar estos permisos y en ningún momento hablan de haber rechazado solicitudes, aunque sí admiten que el número ha bajado con los años: de cuatro a dos puestos en Nou Barris, de dos a uno en Horta y así un largo etcétera. El Eixample y Sarrià son los distritos con más puestos, pero varios de ellos no son tradicionales, sino tenderetes que sacan a la calle por estas fechas las pastelerías más conocidas. Muchas tienen un elegante toldo, y sirven las castañas con guantes, nada que ver con el castañero de dedos ennegrecidos y el cucurucho caliente de papel de periódico.

Cada año menos

- Ciutat Vell. El distrito tiene seis castañeras desde al menos el año 2000.

- Eixample. Tiene ocho puestos de castañas, frente a la decena que tenía en 2004.

- Sants-Montjuïc. Sólo hay dos puestos.

- Les Corts. Este distrito tiene tres licencias para venta de castañas en la calle.

- Sarrià. Concede seis licencias, pero tres de ellas corresponden a pastelerías que ponen un puesto en la calle.

- Gràcia. Cuenta con tres puestos de castañas.

- Horta-Guinardó. Un solo puesto. En 2005 había dos.

- Nou Barris. Dos puestos, frente a los cuatro que había hace tres años.

- Sant Andreu. Sólo uno. Hasta 1998 había dos.

- Sant Martí. Sólo uno. Había dos en 1991.

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