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Beatificación y memoria histórica

La memoria de los 'otros'

Los obispos se están volcando en explicar a sus fieles, mediante cartas pastorales, los motivos de la masiva beatificación de mártires de la II República y de la Guerra Civil provocada en 1936 por el golpe militar fascista. "El recuerdo busca el reconocimiento que nos abre a la gratitud y la reconciliación", escribe Jesús Sanz Montes, prelado de Huesca y Jaca. "No ofendieron a nadie ni impusieron a nadie sus creencias", dice Manuel Sánchez Monge, obispo de Ferrol.

El primero subraya que, en el momento de morir, a los futuros beatos -frailes, sacerdotes, monjas, seminaristas y seglares- "no se les encontró en sus hábitos y ropas un carné de partido, ni armas, ni odio en sus miradas, ni siquiera una resistencia legítima".

La tesis de los obispos -la beatificación no nace del resentimiento sino de la reconciliación- contrasta con su empeño en reprobar al Gobierno socialista la aprobación de la llamada Ley de Memoria Histórica para recordar a todas las víctimas de aquella guerra incivil, que la jerarquía católica bendijo como cruzada. Es decir, honrar también a los asesinados en el otro bando: autoridades republicanas por no unirse al golpe militar, maestros, alcaldes y concejales, militantes de partidos de izquierda, curas vascos, etcétera.

En la caza de esos inocentes, tan desarmados como los frailes que Roma beatifica el domingo, participaron a veces clérigos con pistolas y hasta seminaristas enviados por sus prelados, como ocurrió en los primeros días de la cruzada en Navarra. Los cuerpos de miles de esas víctimas siguen perdidos en fosas en las cunetas de España. El Ejecutivo quiere facilitar con la nueva ley la recuperación de esos restos.

"No es el momento"

Pero la Conferencia Episcopal insiste en que las intenciones de los socialistas conducen a "reabrir heridas de la Guerra Civil". Lo acaba de reiterar el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach. No es un prelado cualquiera: el Papa lo acaba de hacer cardenal y ocupa un cargo sobresaliente en el ejecutivo episcopal.

La idea del cardenal es que "no es el momento de aprobar la Ley de Memoria Histórica porque las guerras entre un Estado y otro se olvidan más fácilmente, pero una guerra que ha vivido un país cuesta mucho más olvidar". Lo dijo en una entrevista a Cataluña Radio, recogida por Europa Press. "Se tiene que ver la conveniencia de ir recordando o de no recordar tanto", añadió tras citar lo que decía Napoleón sobre que "para olvidar una guerra civil se necesitan cinco generaciones".

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