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Reportaje:

Enviagrados

Lola Huete Machado

Nació para ayudar a los afectados de disfunción eréctil y se ha convertido en moda para muchos. A sus casi diez años de vida, los efectos colaterales de las pastillas sexuales son ya asunto social: uso abusivo, disgustos de pareja y malestar por hacer del acto competición y negocio.

Lo dejó escrito con mucha intención Leonardo da Vinci, prototipo de hombre renacentista: "El pene no obedece en absoluto las órdenes de su amo". Así era hace cinco siglos y así siguió siendo hasta el XX. Hay 150 millones de varones en el mundo a los que la sangre no les llega, o no lo bastante, y tienen alguna dificultad con su erección. Lo aseguran farmacéuticas, sociedades de urología, sexólogos y especialistas de la parte baja de nuestra anatomía. Pero desde hace casi una década, gracias al dios químico y a una sustancia llamada sildenafilo, un vasodilatador, la corriente fluye.

"Ha cambiado la vida a los enfermos de disfunción eréctil, ha conseguido que ellos se hagan chequeos como ellas en el ginecólogo". Javier Angulo, jefe de urología del hospital de Getafe
"Aconsejo usarla como prolegómenos, con esa media hora de juegos que, si se practicaran siempre, evitarian la medicación", José Luis Sánchez de Cueto, Cebtro Andaluz de Sexología
"Yo recomiendo a muchas de mis parejas el pene sabático durante una época: eso mejora enormemente la vida sexual", Santiago Frago, Instituto Amaltea de Sexología de Zaragoza
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El mito y la pastilla: diez años de Viagra

El deseo de un internauta en uno de esos foros para contarse la vida íntima que proliferan en la Red lo expresa bien: "Que la sangre llegue al río y riegue los penes del mundo". El uso de Viagra, la pastilla azul cielo de los laboratorios Pfizer (y luego de sus competidores: Levitra ?valdenafilo, de Bayer, de color albaricoque y erección más potente? y Cialis ?tadalafilo, de Lilly, almendrada, la pastilla que riza el rizo, a la que llaman "del fin de semana" por su duración más prolongada?), ha revolucionado el encuentro sexual. Para bien o para mal. Al grito del anuncio "Así cada día" (y aquí hay que visualizar a una señora feliz abriendo su mano y mostrando la enorme distancia entre sus largos dedos) nació una nueva era: la solución a tantas noches de pesadilla masculina y femenina, para unos y unas; pero también la vuelta de la obsesión por el falo y el temor a la medicalización de la sexualidad, para otros y otras.

"Estamos llegando a un punto tal de irrealidad en nuestra concepción de la relación sexual, que ya sólo falta que surja una pastilla para inducir químicamente el orgasmo a la mujer. O mejor todavía: bastaría con meterse los dos en el orgasmatrón que ideó Woody Allen y salir absolutamente satisfechos tras una segura descarga eléctrica", opina un usuario en el foro sexualidad.wordpress.com.

Porque en su corta existencia, el objetivo de la Viagra y compañía ha mutado: ya no toman esta medicación sólo aquellos para los que en principio fue creada, los que sufren afecciones orgánicas o los achaques propios del desgaste de la edad, sino también, y mucho, los sanos y aquellos que repentinamente creen haber enfermado (desde la irrupción se diagnostica más disfunción eréctil que nunca). Diez millones de pastillas de las tres marcas citadas (1.731.755 cajas, y un mercado de 60 millones de euros) se vendieron en farmacias en España en 2006, según la consultora IMS Health; el 50%, Viagra, de Pfizer.

"Muchos de los que hasta hoy consideraban su libido sencillamente normal y aceptable están ahora descontentos de su vida sexual", dicen los investigadores británicos Graham Hart y Kate Wellings en su estudio sobre las conductas sexuales de nuestro tiempo, publicado en el British Medical Journal (www. bmj.com).

"Con alteraciones (vasculares, neurológicas, endocrinas u otras) o sin ellas? si nos obsesionamos por controlar el miembro, se convertirá en un rebelde de brazos caídos", escribió Manuel Lucas, de la Sociedad Española de Intervención en Sexología, diferenciando entre pene apático y pene enfermo.

El consumo recreacional de la pastilla ha aumentado entre homo y heterosexuales, y la orientación de las farmacéuticas hacia el consumidor sano se aprecia cada vez más en campañas que muestran la amplitud de su mercado: "¿Crees que eres demasiado joven para tener problemas de erección?"?

"No creo que pueda causar adicción real, pero sí psicológica, y me da mucha pena su uso irresponsable, porque además, este contexto social de uso indiscriminado y de moda está perjudicando a los verdaderos enfermos: si a ellos no les funciona mientras los demás a su alrededor presumen, el daño en su autoestima es tremendo", dice Javier Angulo, jefe de urología del hospital de Getafe (Madrid).

Que la química eche una mano en la sexualidad del común de los mortales, además de intensas carreras contrarreloj de los laboratorios por ir siempre más allá y ser los primeros en un campo que es una verdadera mina y en el que basta con crear supuestos pacientes necesitados, ha provocado mucha literatura, mucho estudio experto y mucha pregunta de la gente de la calle: ¿está, al fin, el miembro bajo control?, ¿queremos que así sea?, ¿será el acto sexual del futuro un encuentro o competición entre marcas de coches-pastilla superequipados al estilo fórmula 1? Y más: valga que se pueda mejorar la máquina de unos y otras para la ejecución del acto, pero ¿alguien sabe dónde se esconde y cómo controlar ese puntito mágico que te pone a cien y se llama deseo?

"Mi generación, que no conocía este remedio a la flojera del asta viril, apreciaba ese miembro juguetón y travieso que, si bien algunas veces no era tan triunfante, no por esto se rendía. Por el contrario, nos permitía hablar de sexo, reírnos de estos pequeños avatares humanos, pues los hombres no tenían que ser distribuidores automáticos de orgasmos", apunta la psicóloga y feminista francesa Florence Thomas, en una de sus reflexiones como coordinadora del grupo Mujer y Sociedad de la Universidad de Colombia.

"Los hombres confunden la sexualidad con lo que se ve en las pelis porno", se lee en el blog de Bernat Dedéu, de la Cadena SER, sobre un artículo de The New York Times titulado "España dice adiós a la siesta y hola a la Viagra".

"Quizá funcione la Viagra, no digo que no, pero, y ahí si que me la jugaría, lo que no ha creado aún es ningún actor porno nuevo", comenta por teléfono Max Cortes, uno de los grandes actores del gremio.

De que la sangre fluía gracias al sildenafilo se dio cuenta, en una versión de la historia, un médico anónimo mientras lo tomaba en el curso de las investigaciones para probar su uso como cardioprotector allá por 1992?; el sujeto llamó al laboratorio para comentar algunos "efectos adversos colaterales" nada desagradables? En otra versión habría sido una enfermera la informadora: era entrar ella en la sala, y los individuos del estudio reaccionaban la mar de contentos. Sea como sea, en Pfizer, hoy la gran multinacional farmacéutica, dieron un giro de 180 grados al uso previsto del fármaco: lo redirigieron hacia la disfunción eréctil (DE). Bingo. ¿Quién no ha tenido alguna vez un problema, una molestia, algo de desgana en su cama?

Lo cuenta el urólogo Javier Angulo, y añade que la pastilla ?que cuesta unos 10 euros la unidad? ha cambiado, sin duda, la vida a muchos enfermos de DE, sobre todo a aquellos con disfunción orgánica y/o motivada por enfermedades como diabetes, lesiones medulares, cáncer de próstata?: "Es un fármaco estrella a nivel mediático, sí; pero que en verdad ha permitido dejar a un lado procedimientos dolorosos e incómodos como ciertas inyecciones y ha dado otras perspectivas a la especialidad: ha divulgado el conocimiento de la DE; ha generado chequeos y consultas; ha conseguido que ellos se hagan revisiones igual que las mujeres cuando van al ginecólogo?".

Un total de 27 millones de varones y sus parejas en todo el mundo, asegura la multinacional Pfizer, han encontrado solución al problema gracias a su producto, "ayudando? a tomar conciencia de la importancia de la DE como enfermedad y fomentando el diálogo entre hombres, sus parejas y los especialistas sobre un tema antaño considerado tabú". Ahora, a tenor de las cifras, ya no lo es tanto: en 2006, la firma norteamericana ingresó 1.657 millones de dólares (816 en el primer semestre de 2007) con la gragea. Según dicen, más del 50% de todos los varones de entre 40 y 70 años son susceptibles de padecer DE. En España serían dos millones.

Para los/las que no sepan de sus efectos, baste una muestra de los múltiples testimonios (interesados, pues se trata de una farmacia en la Red que vende directamente) en www.magicbluepill.com.

"Y funciona para la masturbación".

"Resulta estupendo levantarse otra vez empalmado".

"Soy un militar retirado y agradezco al Departamento de Defensa que subvencione Viagra".

"Todo lo que necesitaba es que me ayudara a decirme: 'Tú puedes hacerlo".

"Tomarlo puede ser el mayor acto de generosidad hacia tu chica, pero aviso: nunca le digas que la tomas; el ego femenino puede ser tan frágil como el nuestro".

"Increíble redescubrir la potencia de mi juventud".

Pero son muchos ya los que se cuestionan tanto bombeo y tanta euforia. Sexólogos, terapeutas, sociólogos, psicólogos, grupos de mujeres y hombres, feministas o no (ver www.fess.worldonline.es, hombresigualdad.com y ahige.org), se plantean las cuestiones de género también en el terreno sexual y critican la intromisión de lo médico y farmacéutico en un campo tan fundamental de las relaciones humanas.

"En esta suerte de supermercado al estilo McSex del polvo rápido que va y va creciendo, ¿dónde queda el amor?".

La intromisión química en las relaciones ocupa mucho y a muchos, entre ellos, de referencia, a la sexóloga de la Universidad de Nueva York Leonore Tiefer, que mantiene abierta una intensa campaña contra tal práctica bajo el lema: "¿Sexo para nuestro placer o para su beneficio?" (ver www.fsd-alert.org).

"Las presiones que el hombre se autoadministra a sí mismo son tremendas. Al acto va como a un examen de selectividad sexual. A veces llegan a la clínica y dicen: '¡Como no vaya bien este sábado, lo pierdo todo!", cuenta Santiago Frago, del Instituto Amaltea de Sexología de Zaragoza.

'The Sunday Times' tituló "Viagra nation" un artículo sobre el consumo creciente de la pastilla por parte de hombres en perfecto estado de revista (y de mujeres, aunque no se le suponga efecto: Pfizer abandonó en 2004 las investigaciones en busca de la versión femenina del medicamento; otros inventos o intentos son en forma de antidepresivos, sprays nasales o parches de testosterona, éstos en comercialización). "Fue lanzada hace una década como píldora del amor para los impotentes. Pero Viagra está causando tanto dolor como placer", previene el texto británico.

Y cita como efectos sociales perversos la adicción, la enfermedad y el divorcio de parejas en las que a los problemas ya existentes se sumaría el que el hombre mute en ser insaciable y siempre dispuesto. "Tienes una erección y estás desesperado por hacer algo cuanto antes con ella", les dice uno de sus entrevistados. Una lectora desde Londres, Zennia Esterson, les escribió luego relatando su experiencia: "Algunos médicos recetan Viagra como si fueran dulces. La que le prescribieron a mi esposo contra la impotencia acabó con 41 años de matrimonio. Mi médico no se interesó por mí, nunca fui consultada. Mi ex marido no me dio la opción de discutirlo, tuve que aceptar una situación que se convirtió en acoso y abuso".

Una situación que ya apuntaba el diario argentino Clarín en 2006 en su artículo "La píldora de la idea fija". Allí plantea el boom del consumo irresponsable con preocupación y añade: "Para cerrar el círculo, muchas mujeres sienten que el tiempo de las caricias pierde espacio frente a un producto químico". El uso de la pastilla, dicen los especialistas, al convertir el acto en algo más mecánico, deja, sin querer, a la vista el esqueleto de las relaciones y todas sus lagunas: puesto que sólo ayuda en el acoplamiento, no convierte a los amantes malos en buenos; todo lo contrario. Y evidencia el desconocimiento de ellos sobre la sexualidad de sus parejas (que la penetración no lo es todo y no representa para las mujeres el mejor orgasmo) y podría agotar a éstas y someterlas a un ritmo indeseado.

"Que a uno se le ponga dura no mejora de por sí la vida sexual; les explicas esto y que no es llegar y ya; que la pastilla te da el empujoncito, que si usted se la toma delante de mí, no le va a hacer nada, les digo", narra Angulo.

"La Viagra puede significar acercamiento para algunos, pero también ser el fin del matrimonio. Un hombre de 50 años se puede convertir en uno de 25. Pero ¿y si la esposa quiere seguir siendo mujer de 50??", afirmó el psicoterapeuta británico Phillip Hodson, quien junto a su esposa y colega Anne Hooper escribió Cómo hacer bien el amor a una mujer (ídem, a un hombre).

En un estudio del Journal Sexual Medicine, la mitad de los hombres prescritos con Viagra no regresan a por más. ¿Causa principal? La poca implicación de las mujeres en su uso, dicen.

Tres lustros después de su descu-brimiento, la fama de la Viagra es tal que ha pasado a engrosar esa categoría de "híbridos que caracterizan nuestra época", tal como asegura el sociólogo Manuel Medina, y "embrollan constantemente las supuestas líneas de demarcación nítidas entre ciencia, tecnología, política, economía, derecho?". Así, la pastilla se coloca junto a los implantes electrónicos, los microprocesadores, la clonación animal, los transgénicos, los entornos de realidad virtual? Es uno de los productos más pirateados del mundo, se habla constantemente de sus otros beneficios (eliminaría el jet lag y el mal de altura; sirve para reanimar prematuros, y gracias a ella se mantienen con vida en las UCI niños en espera de trasplante cardiaco) y se le descubren supuestos fallos (daños oculares, reduce la capacidad olfativa?).

Su nombre ya se usa para todo, entre otras cosas para dotar de potencia a titulares, sean de finanzas ("Desde el año pasado, la economía norteamericana sufre disfunción eréctil? y el Viagra es inútil", "Las especulaciones son Viagra para la cotización del Deutsche Bank") o de protestas antiglobalización: "Las organizaciones de mujeres de todo el mundo en la Cumbre del Milenio y ante la impotencia de los gobiernos, recomiendan viagra política a los líderes?". Esto último a pesar de que la pastilla es de por sí uno de los mayores símbolos globalizados. Se vende en 120 países, lo mismo a precio de oro en Arabia Saudí (país muy consumidor; una pastilla puede alcanzar los 100 dólares) que en los mercados de Bagdad o las farmacias de Reino Unido (sin receta), Los Ángeles o Tokio. Igual de conocida es en España que en Venezuela o Argentina, donde tragan sin dudar al año 13 millones de esta píldora que, según dicen allá, tiene nombre castellano y apocopado, que viene a significar no la supuesta fusión oficial entre vigor y niágara, sino "viejecitos agradecidos".

Muchos sí lo están. Así lo asegura el sexólogo Santiago Frago (www.amaltea.org), que sobre ellos sabe bastante desde que abrió junto a Silberio Sáez la primera Asesoría Sexológica para Mayores en España (en octubre de 2006) en dicha ciudad. Y no dan abasto. "El de mayores es un colectivo menos uniforme que el de los jóvenes y no muestran tan abiertamente su vida íntima. Tienen cierto pudor, creen y sufren el hecho de que la sexualidad esté asociada a un cuerpo joven? Y no. Ellos demuestran cada día que el deseo es lo que mejor se conserva. Poder ejecutarlo? ahí es donde está el problema y ahí es donde este tipo de fármacos facilita las cosas", dice desde su experiencia en una consulta donde la edad media es de 72 años: "Hasta viene un señor de 92".

Acuden en busca de consejo, con la frase más repetida: "Me cuesta o nos cuesta un poco". Y para muchos, asegura, las pastillas son una ayuda, aunque no todos pueden, porque están tomando otra medicación, y a los que sí, el producto les parece muy caro: "Diez euros cada pastilla es demasiado", dicen. 'Total, tampoco hacemos tanto".

También en esta edad, unos buscan lo químico; otros, no.

La terapeuta Gina Odgen, autora de El corazón y el alma del sexo, expresó ante la Sociedad Americana de Gerontología el sentir de muchos. "De acuerdo con las autoridades médicas y los medios, sólo nos quedan dos opciones sexuales en la parte final de nuestra vida: o someternos a la intervención farmacológica o descender al desolado ocaso sexual", aseguró. "Como ejemplo del estado de las cosas, valga una publicidad llegada a mi e-mail que proclama los beneficios de tal producto para mi vagina seca o mi pene alicaído: 'Para ellas: ¡te temblarán las piernas, se moverá la tierra, ascenderás al cielo, tendrás un orgasmo en tecnicolor!'. Para ellos: '¡Te convertirás en una bomba de roca dura!'. ¿Qué es lo que está desenfocado en esta imagen? El énfasis en el resultado y la patología deja fuera lo más importante de la relación sexual, especialmente en nosotros, las personas más maduras: no sólo el placer del cuerpo, sino un amplio abanico de aspectos espirituales y emocionales que algunos sexólogos señalan como cruciales para la satisfacción sexual: deseo, amor, complicidad, intimidad, autoestima, y las propiedades transformadoras del éxtasis sexual".

"El acercamiento al sexólogo de parejas con problemas o dificultades responde generalmente a un patrón: él viene solo primero; se le descubre o no el problema físico; se le dice qué medidas tomar, pero, claro, 'no sé cómo es tu mujer', le comento, '¿ella qué piensa de tomar pastillas?'. A veces se le sugiere, es verdad, que las primeras veces no lo diga, porque si prueba y va bien, eso puede mejorar las expectativas; tienen la experiencia, funciona, se relajan, y luego se continúa? Es complicada esa fase? porque si la pareja se entera, se puede plantear un grave problema de desconfianza?", cuenta Frago.

"Mi marido lo compra a escondidas? ¿es que tiene otra mujer?", se pregunta Irmgard en el consultorio de Beatrice de Lycos.

Ellas lo cuentan luego en las consultas sexológicas. "No quiero que mi marido tome pastillas". Es la frase más repetida por las mujeres más jóvenes que acuden a consulta, sigue Frago. "Así como las de edad más avanzada no ponen ningún reparo al uso de medicación, quizá porque son conscientes del delicado estado de salud de sus maridos, las más jóvenes lo llevan bastante mal. Piensan que no son ellas el estímulo, que sólo les pone la medicina, y pasa especialmente con la Viagra porque está asociada a una imagen muy particular. Una mujer joven duda, y eso es un problema añadido".

Lo ha vivido también Angulo, incluso con conocidos: "Les explicas: 'Tu marido tiene un problema, no es que no le gustes o no te quiera, es que no puede, es que no le llega la sangre, por el colesterol, por no haberse cuidado? no te desplaza a ti por una pastilla, sino que ésta os ayuda a los dos".

Hay incluso casos en que la pastilla ha salido en despachos de abogados a la hora del divorcio, y hasta denuncias al distribuidor, tal y como informaba The Muslim News en Londres, con este titular: "Una mujer saudí ha demandado al distribuidor de la droga antiimpotencia Viagra por haber despertado en su marido el deseo de casarse con una segunda mujer". El juez no castigó al vendedor, pero "hizo prometer al marido que no volvería a tomarla? salvo prescripción médica", recoge la web islamicvoice.com. Algunos países islámicos con un alto consumo no son ajenos al nuevo fenómeno químico.

La revista de los Emiratos Árabes Zahrat Al Khaleej titula en portada: "¿Tu marido toma Viagra?". Y el endocrinólogo y profesor de la Universidad de Indiana Shahid Athar, autor de Islamic perspectives en sex education, comenta (ver www.islam-usa.com): "Veo varios problemas en su uso indiscriminado: aumenta la promiscuidad y la infidelidad? y ¿qué diferencia hay entre estimularse con marihuana, cocaína o Viagra? Muchas mujeres se quejan también de que son acosadas por sus maridos aun cuando no tengan ganas?".

El sexo, dice este musulmán, es expresión y extensión del amor, y en vez de intentar mejorar la potencia, los hombres deberían incrementar el amor por y para sus esposas. Y sigue: "El profeta Mahoma, que fue un adelantado a su tiempo, lo dijo: 'No ataques a tu mujer como una bestia salvaje, envíale antes mensajes'. Y también: 'Nunca la abandones antes de que quede satisfecha".

Consejos. Todos vienen bien. Los sexólogos andan locos por conseguir mejorar las relaciones, por neutralizar modas tan poderosas con terapias adecuadas que inciden una y otra vez en el mismo punto: que la sexualidad es distinta para unos y otras; que el pene erecto no ha de convertirse en la varita mágica; que hay vida mas allá del coito; que hay que enterrar ciertos mitos como el relativo a la vejez?

Para José Luis Sánchez de Cueto, del Centro Andaluz de Sexología, no se puede echar la culpa de la mecanización de los encuentros sexuales a la Viagra, "sino a la forma de relacionarse de las personas. Nosotros aconsejamos usarla con prolegómenos, con esa media hora de juegos, que si muchas parejas ya practicaran habitualmente, seguro no haría falta medicación".

"Yo recomiendo a mis parejas el pene sabático durante una época: eso mejora enormemente la vida sexual; dispersar hace el juego erótico más divertido", dice Frago, para quien las expectativas excesivamente exigentes del encuentro íntimo son muy altas hoy. "Convivir con esas dificultades es más difícil hoy que nunca". Los mensajes del cine, la publicidad y los medios sobre la excelencia son constantes: "La obligatoriedad de que todo vaya bien siempre genera muchos costes, y la capacidad de la gente de administrar dificultades en ese terreno es muy escasa".

Y cita como ejemplo que es natural que en los muy jóvenes existan ciertas dificultades de erección, y en ellas, cierto vaginismo y dolor. "Y son dificultades, problemas, no enfermedades. Como tampoco lo es no tener deseo. Y no se permite, no se acepta no tenerlo, y en ese terreno, las mujeres hacen lecturas equivocadas: 'No le pongo, no me quiere, no le gusto?'. Hay que luchar contra esto".

O como decía Tiefer en un discurso, no olvidar que el orgasmo "está ahí para que sepas que el sexo ha acabado".

¿Más educación sexual para la ciudadanía y menos química?

Pues sí. Y mucho cuidado en confundir molestias con enfermedades. Sobre todo porque la industria, globalmente, "genera patologías y da rasgos de enfermedad a aquello que no lo es", opina Angulo. Un libro entero sobre este tema escribió el alemán Jörg Blech. Lo tituló Los inventores de enfermedades. Cómo nos convierten en pacientes (Destino). En él dedica un capítulo a la Viagra y relata las primeras incidencias históricas de su consumo: "Desde su introducción en 1998 en Alemania, a por lo menos 30 consumidores se les quedó 'tiesa para siempre'. Por ahora se han lamentado más de 600 defunciones en todo el mundo. La de Sani Abacha, antiguo dictador militar de Nigeria, fue especialmente terrible. Totalmente colocado de Viagra, el general de 54 años expiró el 8 de junio de 1998 a las cuatro de la mañana, en el clímax de una orgía con tres prostitutas indias".

En sus páginas se ocupa de cómo las farmacéuticas no se cansan de presentar la impotencia como "una dolencia muy extendida y a la vez amenazadora", al igual que se empeñan en crear una nueva dolencia negocio: "la disfunción sexual femenina".

Este intento por convertir en en- fermedad la sexualidad femenina es el caballo de batalla de la sexóloga neoyorquina Leonore Tiefer. Ya lo escribió en 1999 en Disfunción sexual femenina en alerta: un nuevo desorden inventado para las mujeres. "El propósito es establecer normas universales y declarar todas las variantes como trastornos y con necesidad de tratamiento". Entonces ya vaticinaba lo que vendría: "Reuniones caras, libros y periódicos rubricados por laboratorios, descubrimiento de nuevos trastornos para ser tratados con drogas caras, periodistas médicos alertando al público sobre nuestros trastornos y su rápido apuro por curarlos, laboratorios patrocinando estudios epidemiológicos, creando e identificando nuevos mercados, urgencias gubernamentales y conferencias financiadas económicamente".

El médico y profesor de la Universidad de California Michael Wilkes la usa como ejemplo de las enfermedades mercantilizadas. ¿Cuándo es una enfermedad realmente una enfermedad? Ésa es la cuestión. "Cuando la gente trabaja doce horas, no es raro que su cuerpo esté cansado. ¿Es la fatiga entonces un estado fisiológico anormal que requiere tratamiento, o es una característica propia del cuerpo humano?", se pregunta. Y cita otras: el síndrome premenstrual, la fobia social, la calvicie, la timidez?

La generación del baby boom, asegura, tiene una enorme fe en la ciencia y la medicina, porque han asistido en directo a los grandes avances del siglo pasado, por eso "todo aquello que podría ser anormal les pone muy nerviosos". Y buscan enseguida tratamiento. Gente sana que se siente o ve a sí misma como enferma. Un filón.

Mientras, los factores fundamentales en los problemas sexuales de las mujeres (económicos, sociales, políticos) "se ignorarán, negarán, evitarán y serán considerados como no referentes a la sexualidad", auguraba Tiefer.

"Y yo dejo aquí una pregunta al aire: si dos mujeres lesbianas pueden tener orgasmos, ¿hace falta que para la misma tarea el hombre deba tener aparato o tenga que tomar Viagra?", se pregunta b727 en la página www.foros.enplenitud.com en la discusión titulada La disfunción sexual? un invento.

Y si en estos casi diez años de vida, la Viagra ha sido considerada medicamento de la década por muchos, hay un gremio, la industria del porno, donde, dicen, ha aligerado mucho el trabajo actoral. "Sí, quizá haya productores que alguna vez, por si algún chaval no va bien, la tengan en la recámara? pero en el plató nadie habla de lo que toma o no", cuenta Max Cortes, uno de los más importantes actores porno. Y dice que sí, que él la ha probado, pero en casa, "para saber; por si acaso un día me quedo sin recursos. Y lo único que me dio fue dolor de cabeza".

Recuerda que una vez, un compañero nuevo e inseguro en el rodaje ingirió cuatro comprimidos: "Y luego estaba como estoy yo aquí ahora en la calle hablando contigo: frío". Para él, lo que aún no está inventado es la pastillita que convierta un chihuahua en bulldog: "Como mucho, habrá alguna que te ayude a ser mejor chihuahua, lo demás es ilusión". Y concluye: "Vivimos en la cultura de la pastillita: para adelgazar, para tranquilizarse, para dormir, para follar?".

"Zoloft o Prozac para la depresión, la melatonina para la juventud y el sueño, Viagra para la impotencia, Serotax contra la timidez, Aurix contra la fobia social? La farmacia está poblada de remedios y los laboratorios se han convertido en los grandes pacificadores sociales de nuestros días gracias a la integración del enfermo democrático", escribió el sociólogo Vicente Verdú. Consumir o consumar la vida, he ahí la cuestión.

"Antes de comprar Viagra, practiquen el sexo oral, es decir, hablen de sexo, y después dejen correr la imaginación", sugiere la psicóloga Florence Thomas.

Y que fluya como un río.

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Sobre la firma

Lola Huete Machado
Jefa de Sección de Planeta Futuro/EL PAÍS, la sección sobre desarrollo humano, pobreza y desigualdad creada en 2014. Reportera del diario desde 1993, desarrolló su carrera en Tentaciones y El País Semanal, con foco siempre en temas sociales. En 2011 funda su blog África no es un país. Fue profesora de reportajes del Máster de Periodismo UAM/El País

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