Somos todos ricos, pero depende quién sume
Hace un momento, al salir de casa de su chica maravillosa, a Juan Urbano le volvió a parecer que la vida es bonita y que él es un hombre con una luz en el centro, con un lugar donde volver cada noche y desde el que empezar a vivir cada mañana, con la buena suerte tatuada en la piel... Imagínense qué bien se siente ahora, después de caminar un par de calles bajo esta lluvia de octubre y mientras toma un café y lee el periódico en un bar del centro.
Pero como Juan es filósofo vocacional y tiende al análisis, que es un deporte que consiste en correr de lo privado a lo colectivo, rápidamente se ha parado en una noticia que habla del crecimiento económico de la Comunidad de Madrid y de su reparto desigual, que hace que los más ricos lo sean cada vez más y los menos lo sean cada vez menos. O sea, que como los números no son lógicos, sino sólo exactos, aquí que todo siga igual significa que unos mejoran y los otros empeoran. Y, claro, como en su opinión los patrimonios que crecen son un triunfo de la economía pero los que merman son un fracaso de la política, la primera explicación que se le ha venido a la cabeza al leer las cifras, datos y tantos por ciento que se dan en el Informe estadístico de distribución de la renta de los municipios de la región, que resumía el diario, es que el gobierno local no gobierna bien.
Ni gobierna bien ni suma honradamente, porque igual que suele ocurrir cada vez que se discute de cifras con una bandera en la mano, la valoración que hace cada político de cada porcentaje no es la que explican sus números, sino la que manda el carné del partido. Mejor no oírles cuando se ponen en ese plan, en cualquier caso, porque a los 10 minutos uno acaba como un bombero enredado en la manguera. Pero no deja de ser llamativo que el dinero haga justo el camino contrario de la reflexión filosófica de la que hablábamos, es decir, desde lo colectivo a lo individual, lo que explica que aunque la renta global de los ciudadanos de Madrid haya crecido entre los años 2000 y 2005 un punto y pico más que la del resto de los españoles, la renta por cabeza lo hizo un 15% menos. ¿No significa eso que la distribución de esa riqueza está cada vez en menos manos? ¿No habla eso de una sociedad insolidaria? Juan Urbano se contestó que sí a su propia pregunta, y a luego se puso a pensar en los sinónimos o parientes cercanos que se le podrían atribuir a la palabra "insolidaria" en ese contexto: quizá uno de ellos fuera "incapaz"; tal vez otro podría ser "tramposa", o si se cavaba un poco más hacia abajo, "corrupta"... En fin, que prefirió cerrar el periódico y no dejar que esos asuntos le pintaran de negro el día.
Eso sí, no dejó de pensar que a lo mejor interesaba saber a costa de quiénes son tan ricos algunos nuevos ricos, y por qué lo son, y con la ayuda de quiénes... Y eso le llevó a recordar en el último escándalo de corrupción inmobiliaria, cuyo protagonista principal es el antiguo Director General de Urbanismo de Esperanza Aguirre. Qué curioso, los municipios más ricos de Madrid son aquellos en los que se ha llevado a cabo un proceso de especulación más feroz. No hay que ser un lince para imaginar lo desigualmente repartida que estará esa riqueza y lo poco que ha crecido la economía de las personas que tienen que pagar las hipotecas de esos pisos que tantos millones han metido en las cuentas corrientes de sus promotores, constructores, accionistas y recalificadores, que es una nueva profesión que, aunque se ejerce dentro de un despacho, exige llevar casco y, en ocasiones, careta.
Bueno, tal vez todo esto no sea más que una metáfora de lo distintos que son los discursos y la realidad. Porque no me digan que no habrá tanta gente que ahora mismo, al escuchar las noticias y oír que en la Comunidad de Madrid nuestra economía crece sin parar, más rápido y más alto que la de los otros españoles, se señalará son un dedo incrédulo y dirá: "¿Yo? ¿Están hablando de mí y de mi familia y de la gente que yo conozco?". Al menos, eso es lo que creemos Juan Urbano y yo mismo. Ya nos dirán qué piensan y si creen que tenemos razón.
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